martes, 19 de julio de 2016

Centésimo primer -101- cumpleaños de Guruji,

En el día de hoy, luna llena del mes de julio, se celebra el cumpleaños de Sri Krishna Pattabhi Jois, fallecido hace seis años y que hoy habría cumplido 101 años.  Además, la luna llena de julio coincide con el Guru Purnima, una festividad en la India en la que se veneran y dan las gracias a los maestros académicos y espirituales. Al igual que hace un año, desde Ashtanga Yoga Bilbao nos gustaría homenajear a Guruji con algunas palabras, agradeciéndole su infatigable labor de enseñanza durante más de setenta años que ha hecho posible que el Ashtanga Yoga haya llegado a lugares tan recónditos del mundo como el propio Bilbao.  Si bien el año pasado traduje una sentida y larga biografía, esta vez he encontrado un texto corto pero entrañable escrito en los últimos años de vida de Guruji, y de nuevo me he tomado la molestia de traducirlo.   Podéis leer el texto original aquí.

Memorial a Guruji en la main shala de Mysore poco después de su fallecimiento en mayo del 2009.

A sus 90 años muy bien llevados, Sri Krishna Pattabhi Jois, o Guruji tal y como sus estudiantes lo llaman cariñosamente, se ha convertido en un faro de luz en un mundo que ha despertado al poder del yoga durante más de medio siglo.  Él ha enseñado humilde y diligentemente el método que aprendió de su propio gurú, el reputado Sri T. Krishnamacharya, desde 1937 de manera ininterrumpida.  Guiado por una fe inquebrantable en su gurú, en Dios, y en el poder curativo del yoga, Pattabhi Jois ha dedicado su vida a esta antigua ciencia india de liberación y a hacer llegar el método de Ashtanga Yoga al mayor número de gente posible.

Y sin embargo Guruji no nació dentro del linaje de grandes yoguis que representa ahora.  De hecho, cuando comenzó la práctica de yoga ni siquiera se lo dijo a su familia; era una época en que se consideraba una práctica esotérica e impropia de padres de familia tal que él.  Quedó tan impresionado por la práctica cuando se topó con una exhibición de Krishnamacharya en 1927, que sintió el impulso de andar el sendero del yoga a la tierna edad de doce años.  Guruji describe así el día en que se encontró con Krishnamacharya en Hassan, en el sur de la India:

De joven, vi a Krishnamacharya impartiendo una exhibición de yoga, y quedé fascinado por las posturas.  Al día siguiente acudí a su puerta, me postré ante él y le supliqué que me aceptara como su discípulo.  Me habló con aspereza preguntándome quién era, y resultó bastante intimidatorio.  Entonces me preguntó de dónde venía y quién era mi padre.  Le expliqué que venía del pueblo de Kaushika a cinco millas de distancia y que mi padre era un astrólogo y sacerdote.  Me preguntó si llegaría puntual a las clases, y asentí raudo.  Al día siguiente, estuve puntual en la clase.  ¡Desde aquel mismo día empezaron las palizas!

Cada semana, en Ashtanga Yoga Bilbao, rendimos homenaje a Guruji con una ofrenda de flores.

Fue el comienzo de una relación de veinticinco años con el estricto pero compasivo Krishnamacharya, que había estudiado yoga durante años con Rama Mohan Brahmachari en una cueva del Tibet.  Pero después de dos años de práctica diaria con su gurú, el joven Pattabhi Jois marchó a Mysore para estudiar sánscrito, de nuevo sin decírselo a su familia, mientras Krihsnamacharya partía para enseñar en otra parte.  Fueron unos años penosos para Pattabhi Jois, con catorce años y sin un centavo, que se vio obligado a mendigar comida de las familias Brahmines locales de la relativamente pudiente ciudad de Mysore y dormir en la Universidad de Sánscrito por la noche.  Tampoco pasaría mucho tiempo hasta que logró impresionar al rector de su Universidad con una exhibición de yoga que le sirvió para obtener una beca de cinco rupias al mes y derecho a comer en la cantina de la Universidad.  Por esa misma época, en 1931, el destinó lo reunió con su gurú, que se había trasladado a Mysore para curar al Maharajá Krishna Rejendran Wodeyar, gravemente enfermo.  Al continuar sus estudios con Krishnamacharya, Jois obtuvo también el favor del Maharajá, celebrando a menudo exhibiciones de yoga para él y finalmente aceptando un puesto de enseñanza de yoga que creó en la Universidad de Sánscrito en marzo de 1937.

Ese mismo año, Guruji se casó con Savitramma, a quien más tarde se la conocería cariñosamente como Amma, en un matrimonio por amor.  Tuvieron tres hijos -Saraswathi, Manju y Ramesh- y se mudaron a una pequeña casa en Lakshmipuran, que más tarde se convertiría en el Instituto de Investigación de Ashtanga Yoga.  Fue desde este instituto que el método de Ashtanga Yoga echó raíces y se propagó por el mundo.  El primer occidental estudió con Guruji en 1964 y gracias a un libro que publicó más tarde en el que se citaba la dirección de Guruji, un flujo continuo de europeos y americanos comenzó a llegar.  En 1975 Guruji y su hijo Manju viajaron a los Estados Unidos, llevando el Ashtanga Yoga directamente a Occidente,  Fue la primera de muchas giras con las que acabaría circunvalando el mundo y poniendo a millares en contacto directo con este antiguo linaje de yoga.

Ilustración de Sharath, Pattabhi y Krishnamacharya, tres generaciones de gurús en el linaje de Ashtanga Yoga.

Hoy, cuando Guruji no está viajando por el mundo enseñando, se le puede encontrar en casa en Mysore transmitiendo sin descanso sus amplios conocimientos.  Durante varias horas cada día recibe a antiguos y nuevos estudiantes en su modesta shala, y enseña junto a su hija Saraswathi y su nieto Sharath.  Ahora co-director del Instituto de Investigación de Ashtanga Yoga, Sharath se ha convertido en el estudiante más devoto y con más talento de su abuelo, a quien describe como "el mejor gurú del mundo..., una enciclopedia andante de yoga".

Con el apoyo de una familia que ha sabido darle amor y también trabajar duro, Pattabhi Jois es sin duda la piedra angular de la incipiente comunidad de Ashtanga Yoga.  Su sonrisa contagiosa, paciencia infinita e imponente presencia continúan atrayendo a cientos de estudiantes año tras año.  Y sin embargo, a pesar de su fama y fortuna, pese a ser la cabeza saliente de una práctica que se ha dado a conocer en todo el mundo, Guruji todavía se aferra a la creencia de que el yoga trasciende al individuo.  Como él mismo dice: "Después de que mi vida haya acabado, sólo quedará el yoga."