martes, 31 de octubre de 2017

Crónica en diferido de un viaje a Mysore.

Mysore, 2013.

Este año no vamos a India.    Se venía mascando que, por cuestiones de salud o personales, Sharath no enseñaría esta temporada. Llegó el mes de junio y, en contra de lo que era habitual, la página web del KPJAYI no se actualizó anunciando el inicio de una nueva temporada en octubre.  Al tiempo llegaban noticias de un tour de una semana de duración que Sharath impartiría en China en el mes de noviembre y, entretanto, durante el mes de junio había enseñado en varias ciudades de Estados Unidos mientras que en agosto hizo lo propio en Copenhague, Estocolmo y Londres.  Quizás no enseñase en Mysore esta temporada, pero todo ese ajetreo internacional dejaba a las claras que de salud debía de andar bastante bien.  De hecho, durante todos estos meses en las redes sociales se publicaron numerosas fotografías y vídeos de Sharath dando clases y haciendo turismo por Estados Unidos y Europa en las que se mostraba de lo más lozano.  Y ahora que también es posible seguirlo a través de su, sorprendente pero cierto, perfil de Instagram, hasta se le ha podido ver emitir comunicados y disfrutar de momentos de su vida cotidiana, tales como las recientes celebraciones de cumpleaños de su hijo Shambav y el suyo propio.

Descartados los problemas de salud, entonces cobraron fuerza las posibles tensiones personales entre Sharath y su madre.  Al principio del verano la madre de Sharath e hija de Pattabhi Jois, Saraswathi, había abierto su propia web e indicado que impartiría clases en la main shala.  Saraswathi siempre había cedido a su hijo el uso de la shala durante la temporada de octubre a marzo pero, por el motivo que fuera, este año ella se quedaría también a partir de octubre.  En consecuencia, muchos pensamos que Sharath no volvería a dar clases en Mysore hasta que encontrase un nuevo sitio donde enseñar.  Quizás había llegado la hora del terreno que había comprado en las afueras de Mysore y que había enseñado a los estudiantes al comienzo de la temporada pasada.  No obstante, en dicho terreno no existía ninguna edificación, por lo que no se trataba de una solución a corto plazo.

La comunidad internacional de Ashtanga Yoga se resignaba a la evidencia: no habría temporada en Mysore este año, al menos no con Sharath, y para muchos entre los que me incluyo, Saraswathi no es una opción.  Más que nada porque Sharath es nuestro -mi- profesor, y si nos tomamos el esfuerzo y sacrificio de trasladarnos hasta otro continente es para estar con él, no con segundas opciones por muy respetables que sean.

Y de pronto, durante los primeros días de septiembre, saltó la noticia: Sharath sí enseñaría esta temporada, pero sólo durante los meses de diciembre y enero.  Se abría un plazo de cinco días a partir del 15 de septiembre para que los aspirantes enviasen su solicitud, que obligatoriamente debía ser por los dos meses completos; no se aceptaban estancias parciales.


A pesar del entusiasmo inicial, en Ashtanga Yoga Bilbao nos dimos cuenta en seguida de que no podríamos ir.  Estamos formando asistentes, pero todavía no hay nadie en Bilbao que nos pueda suplir en las clases y el funcionamiento de la escuela depende por completo de Nines y de mí.  Quizás pudiéramos haber ido a India en meses alternos: un mes yo y otro mes Nines o viceversa, pero Sharath no aceptaba dicha posibilidad.  También podía haber sido Nines la que se hubiera ido los dos meses, pero se acababa de matricular a un curso de osteopatía que empezaba en octubre y no parecía prudente ausentarse todo ese tiempo nada más comenzarlo.  A mí simplemente se me antoja irresponsable abandonar la escuela en diciembre y enero; mi plan desde que estoy en Bilbao ha sido ir a Mysore sólo en el mes de diciembre o, alternativamente, asistir a los cursos para profesores autorizados que Sharath organiza algunos años durante los meses de julio y agosto.  Hasta la fecha, por mala suerte o porque así lo ha querido la providencia, no he sido aceptado a lo uno ni a lo otro.  Y a la vista de las circunstancias, este año ni siquiera lo intentaría.

Al final se celebró la "tómbola" de las solicitudes o de las "aplicaciones", como muchos dicen en una mala traducción literal del inglés "application".  El 15 de septiembre a las 00:00 horas indias miles de personas de todo el mundo se lanzaron en tromba sobre la web del KPJAYI en busca de una de las alrededor de 300 plazas que habría disponibles.  En cuestión de minutos el cupo quedó cubierto y muchos se quedaron fuera.  Si ya había problemas cuando la temporada constaba de seis meses, ¡qué no sucedería ahora con sólo dos! 

Algunos amigos y conocidos han tenido suerte: su solicitud pasó el filtro y unos cuantos días después recibieron la confirmación: irán a Mysore este año a estudiar con Sharath.  El resto, muchos más, que queriendo ir no llegamos a enviar la solicitud o habiéndolo hecho recibieron el protocolario email con el rechazo, nos quedaremos en casa.  Otro año será.

No obstante, y pese a que este año Ashtanga Yoga Bilbao no estará en la India, se me ha ocurrido una idea para que de todos modos los lectores del blog puedan leer una crónica de un viaje a Mysore esta temporada.  Lo que haré será publicar una crónica de tres capítulos para el viaje que hice en el año 2013, entre finales de octubre y primeros de enero del 2014.  En realidad fueron tres correos electrónicos que envié a familiares y amigos relatando mis vivencias: el primero tras la primera semana de estancia en India, el segundo al cabo de un mes y el último el mismo día que partía de regreso a España.  Serán, por lo tanto, tres entregas, y las publicaré en el mismo día en que fueron enviadas, pero cuatro años más tarde.

Un aspecto interesante de esta crónica es que, a diferencia de los demás viajes, en aquella ocasión llegué a India completamente solo.  Una amiga -Tanya- vendría al cabo de algunas semanas y Nines lo haría en Navidad.  Yo sería su avanzadilla y el encargado, entre otras cosas, de encontrar un hogar para todos.  En crónicas anteriores llegaba a mesa puesta, así que la de este viaje puede resultar de utilidad a aquellas personas que viajan por primera vez a Mysore y no saben cómo desenvolverse.

Espero que la disfrutéis.  Salí de Madrid el 31 de octubre -hoy- y llegué a Mysore el 1 de noviembre; el primer email lo envié una semana después así que... ¡estad atentos a las crónicas!

lunes, 16 de octubre de 2017

¿Por qué no se practica Ashtanga Yoga en días de luna llena y nueva?

Cartel de Ashtanga Yoga Bilbao con las fechas de la luna llena y luna nueva del mes de octubre'17.   Diseñado por Nines Blázquez.

Hay un tópico en la tradición de Ashtanga Yoga que causa asombro a los recién llegados y que los practicantes veteranos asumen con cotidianidad aunque a menudo no le sepan dar respuesta: ¿qué sentido tiene descansar en los días de luna llena y luna nueva? 

A veces, las razones que se aducen son de lo más peregrinas.  Parece que existe una especie de maldición que obliga a las personas a mantenerse alejadas de toda actividad física en los días de luna llena y luna nueva.  Incumplir la regla supone arriesgarse a contraer graves lesiones y la simple mención de practicar yoga en un día de luna es anatema en determinados círculos puristas.  El sentimiento de culpa por practicar cuando no se debe es muy cierto y algunas personas incluso afirman sentir en sus propias carnes la inestabilidad de los días de luna, cual si de calendarios lunares vivientes se trataran.

No menospreciaré las sensibilidades individuales, aunque tampoco creo que se deba dejar de lado el poder de la sugestión y de la presión del entorno.  En primer lugar confesaré mi pecado: durante muchos años practiqué Ashtanga Yoga sin prestar atención a los días de luna.  A pesar de lo que pueda verse hoy, la realidad es que los profesores que había en Madrid cuando yo llegué en 2006 no comenzaron a cerrar sus clases en días de luna hasta los años 2010-2011.  Me consta que ellos mismos en su intimidad respetaban el obligado descanso, pero por razones comerciales, intuyo, sus escuelas permanecían abiertas y muchos de sus alumnos entrábamos y salíamos completamente ajenos de que habíamos quebrantado una de las grandes normas de la tradición.

Los que todavía no estaban autorizados en aquellos tiempos seguramente ignoren este dato que me contó Borja: estando Pattabhi Jois vivo, las escuelas autorizadas recibieron una comunicación en la que se les instaba a: 1) respetar el descanso de los días de luna, 2) respetar el descanso de los sábados y 3) renunciar a impartir cualquier tipo de curso de formación de profesores.  Se concedía determinado tiempo de adaptación, pero en la misma comunicación se advertía de que una vez transcurrido el plazo las páginas web de las escuelas autorizadas serían revisadas y, en el caso de descubrirse que no se habían acatado las normas, serían eliminadas de la lista oficial.  Así que esto de las lunas tal vez parezca una tontería, incluso se puede argumentar que hay muchos estilos de yoga y que sólo en el que enseñó Pattabhi Jois se implantó una regla semejante, pero lo cierto es que a Guruji, a Pattabhi Jois, el asunto en cuestión le importaba, y mucho.  Entonces... ¿por qué?


Tim Miller.

Porqué energético.

La explicación más extendida y que muchas escuelas de Ashtanga Yoga solemos tomar como referencia, la da Tim Miller, uno de los primeros estudiantes occidentales de Guruji y que dirige desde hace décadas su escuela en Carlsbad, CaliforniaEl texto de su página web dice así:

Como todas las cosas de naturaleza acuosa (el cuerpo humano se compone de alrededor de un 70% de agua), nos afectan las fases de la luna.  Las fases de la luna quedan determinadas por la posición de la luna respecto al sol.  Las lunas llenas tienen lugar cuando están en oposición y las lunas nuevas cuando se encuentran en conjunción.  Tanto la luna como el sol ejercen una atracción gravitatoria sobre la tierra que puede compararse con el ciclo de la respiración.  La energía de la luna llena se corresponde con el final de la inhalación, cuando la fuerza de prana es mayor.  Ésta es una fuerza expansiva en sentido ascendente que hace que nos sintamos energéticos y emocionales, pero poco estables.  Los Upanishads indican que el prana principal reside en la cabeza.  Durante la luna llena tendemos a ser más testarudos. 

La energía de la luna nueva se corresponde con el final de la exhalación cuando la fuerza de apana es mayor.  Apana es una fuerza contractiva en sentido descendente que hace que nos sintamos en calma y asentados, pero densos y poco proclives al esfuerzo físico.   

El Almanaque de los Granjeros recomienda plantar semillas en luna nueva cuando la fuerza de enraizamiento es mayor y transplantar en luna llena, cuando la fuerza de florecimiento es mayor.  La práctica de Ashtanga Yoga al cabo del tiempo hace que nos sintamos más sintonizados con los ciclos naturales.  Respetar los días de luna es una manera de observar y honrar los ritmos de la naturaleza para que podamos vivir en mayor armonía con ella.

Sharath Jois ajusta en pashasana a Tim Miller en una fotografía reciente.  Dos generaciones de maestro-discípulo que se tocan.

La explicación de Tim Miller es muy bonita y encierra cierta lógica, aunque conviene tratarla con cautela porque sus argumentos son cuando menos refutables.  La luna sin duda influye en las mareas y afecta a la vida en la tierra y por ende a las personas, pero desde los puntos de vista científico y estadístico no hay evidencias que establezcan una correlación decisiva en el sentido que se establece en la tradición de Ashtanga Yoga.  Pese a que algunos datos sugieran que la fertilidad, el sueño y determinados comportamientos humanos se puedan ver afectados por la luna en cierta medida, desde luego no hay nada que aconseje suspender toda actividad física so riesgo de lesión.  Si así fuera, los trabajos físicos y competiciones deportivas que tienen lugar cada día a lo largo y ancho del mundo deberían tener los ciclos lunares en cuenta y su influencia estaría perfectamente comprobada más allá de la mera percepción subjetiva y circunscrita a determinado arte. 

Si por efecto de su atracción gravitatoria la luna nos influye, qué no hará el sol, que además de atarnos con su gravedad afecta de forma crucial a la temperatura de la Tierra y a sus estaciones.  La sensibilidad de las personas a los ciclos lunares puede ser más o menos discutible, pero a los ciclos solares estamos sujetos desde la misma biología.  En el centro del cerebro está la glándula pineal, que es sensible a la luz y que segrega dos hormonas, la melatonina y la serotonina, mediante las cuales se regulan los periodos de descanso y actividad.  A nivel celular existe además un reloj biológico interno que establece ciclos de veinticuatro horas y que sin duda se ha establecido al cabo de millones de años de evolución bajo el influjo del astro rey.

En cierto modo, por lo tanto, y atendiendo al sentido energético y biológico, quizás tendría mucho más sentido respetar los ciclos solares.  De hecho, ya he comentado en otras ocasiones que se recomienda practicar yoga antes de la salida del sol, en la hora conocida como Brahmamuhurta.  Entonces, ya puestos, ¿no deberían de honrarse también los ciclos solares y modificar la hora de práctica en función de la época del año?  No amanece a la misma hora en invierno que en verano y según nos alejamos del Ecuador el contraste es más acusado.  En algunas partes de Escandinavia hay momentos del año en que no anochece ni amanece en absoluto: ¿cómo se determina en latitudes extremas la hora de Brahma propicia para comenzar la práctica de yoga?  Pattabhi Jois, cuyo padre era astrólogo, reconocía la trascendental importancia del sol, expresión tangible del poder de Dios sin la cual la vida no resulta posible, pero a la hora de establecer prohibiciones lo hacía solamente en lo que respectaba a la luna y no atendía en cambio a estaciones solares.  En breve veremos porqué.

En realidad, el respeto a los días de luna es una costumbre que empieza y termina en la tradición de Ashtanga Yoga.  A pesar de que dentro del yoga en general se dé importancia a la astrología y a los ciclos astronómicos, que yo sepa ésta es la única escuela en la que se suspenden las clases en luna llena y nueva.  El maestro de Pattabhi Jois fue Tirumalai Krishnamacharya, con quien Guruji estuvo aprendiendo durante más de veinte años.  Pattabhi Jois siempre decía que todo lo que enseñaba lo había aprendido de su gurú, lo que sugiere que tal vez la costumbre de cerrar en días de luna llena y nueva la aprendiera del propio Krishnamacharya.  No obstante, la realidad es que Krishnamacharya enseñó yoga durante muchas décadas, que tuvo muchos discípulos que a su vez se convertirían en maestros de yoga y que entre todos ellos tan sólo Pattabhi Jois estableció el obligado descanso de las lunas; ni Indra Devi, BKS Iyengar, A.G. Mohan ni Desikachar lo hicieron.  Y a decir verdad, no tiene sentido que una supuesta enseñanza recibida de su maestro y que a Pattabhi Jois le resultaba tan importante como para llegar al extremo de amenazar a sus profesores con la retirada de la lista oficial, fuera pasada por alto por tantos otros discípulos, así que a la fuerza tiene que haber algo más que complemente el razonamiento energético, posible, plausible, pero no suficiente.


Eddie Stern.

Porqué histórico.

La siguiente explicación se la debemos a Eddie Stern, estudiante de Guruji desde 1991, director de una escuela de Ashtanga Yoga en Brooklyn, New York, reputado experto indiólogo y autor de varios libros.  En cierta ocasión escribió una carta para dar respuesta a la misma pregunta que da título a esta entrada y cuyo contenido está disponible en Internet.  Sus palabras son tan esclarecedoras que me limitaré a traducirlas: 

(...) el motivo por el que Pattabhi Jois respetaba descansar estos días es bastante simple.  Como sabes, la Pathasala del Maharaja (la Universidad de Sánscrito) cerraba las clases cada mes en los días de luna y el día anterior y posterior.  Los estudiantes podían proseguir los estudios, pero no se enseñaban nuevas lecciones.  Una razón para esto es que en amavasya y purnima (luna nueva y llena), tenían que llevar a cabo ciertos rituales tanto los estudiantes como los profesores, que eran todos brahmines (la casta sacerdotal) -por ejemplo, el pitr partana que tiene que ser hecho en amavasya y el baño ritual el día después de las lunas- todas estas cosas requieren tiempo para ser ejecutadas.  Igualmente, aunque no he podido encontrar nunca la referencia, Pattabhi Jois solía citarnos -también escuché esto mismo de labios de mi profesor del Bhagavad Gita en Mysore, el Profesor Narayanacharya,- que si un profesor enseña nuevas materias en los días de luna, su conocimiento decaerá, y el día anterior o siguiente, el conocimiento del estudiante decaerá.

Cuando hablaba con el astrólogo de Pattabhi Jois mientras lo entrevistaba para el libro "Guruji", estuvo de acuerdo con la idea de que tiene algo que ver con el concepto de "como es arriba, es abajo": de acuerdo con la tradición védica nuestra mente es como la luna y crece, disminuye y retiene información siguiendo el mismo ciclo dado que la luna en el cielo ejerce una atracción gravitatoria sobre la tierra.

Dado que Pattabhi Jois fue estudiante en la Pathasala del Maharaja y fue el profesor de yoga de la universidad desde 1937 hasta 1973, dejar de enseñar esos días se convirtió en un hábito y en una norma para él.  Dado que él tenía la visión de que el yoga era una práctica de origen védico y que había que acceder al conocimiento de los Upanishads a través de la puerta de las asanas y el pranayama, asignó a la enseñanza de yoga las mismas reglas que aplicaba a la enseñanza de los Vedas.  Solía añadir que en los días de luna llena y nueva había una conjunción especial de nakshatras (sectores astrológicos) que hacían que fuera más fácil lesionarse y que la lesión tardaría más tiempo en curarse.  Nunca he podido verificar esto a través del jyotish (la astrología hindú); quizás esto es algo que aprendiera de su padre, quien era un experto jyotishi (astrólogo).

Pattabhi Jois sabía bastante sobre astrología también - el nombre Jois es de hecho una simplificación de la palabra Jyotish, y la astrología estaba muy arraigada en su tradición familiar.  Digo esto para resaltar el hecho de que Pattabhi Jois había desarrollado ciertos hábitos desde los catorce años de edad.  Resulta interesante conocer estos hábitos, y aunque no seamos brahmines o siquiera indios, como estudiantes suyos es bueno entender porqué hacía ciertas cosas y aceptar que si él sentía que eran lo suficientemente importantes para acatarlas, entonces también son aplicables a nosotros.  ¡Pero no hagamos montañas de un grano de arena ni nos inventemos toda clase de ideas fantásticas!


Eddie Stern en bhairavasana.

Ahora contaré una historia para ilustrar lo que ocurre cuando nosotros (por ejemplo, los estudiantes de Ashtanga Yoga) no nos tomamos el tiempo necesario para investigar las cosas simples de forma racional.

Un maestro solía dar clases sobre el Bhagavad Gita cada tarde bajo un árbol cerca de un pueblo.  Tenía una mascota: un gato, y el gato a veces correteaba travieso entre la gente, causando molestias.  En consecuencia, el sabio comenzó a atar al gato al árbol durante la clase.  Después de un tiempo el maestro falleció.  Uno de sus discípulos tomó el relevo y continuó las clases sobre el Bhagavad Gita bajo el árbol, y siguió atando el gato al árbol.  Un tiempo después el gato falleció, y el discípulo compró otro gato.  Tres generaciones más tarde un discípulo escribió una redacción acerca de la sagrada tradición de atar un gato al árbol mientras se imparte una clase sobre el Bhagavad Gita.

Así que, dicho todo esto, creo que por respeto a Pattabhi Jois, sus métodos y enseñanzas, es bueno que sus estudiantes sigamos la regla del día de luna, si nos resulta posible.  El propósito de cumplir con estas cosas y someterse a un linaje es crear humildad, atención y cierto tipo de disciplina en el estudiante.  Seguramente no vayamos al Infierno si practicamos estos días; Saraswathi, la hija de Pattabhi Jois (quien fue la primera y única mujer que practicó yoga con él en la Universidad de Sánscrito) solía enseñar a sus estudiantes de lunes a viernes y se tomaba libre el fin de semana, y decía que los días de luna simplemente no enseñaba nada nuevo.  También, comentaba que sus estudiantes no practicaban todos los días de la semana, pero para aquellos de nosotros que lo hacemos, un día de descanso adicional cada dos semanas resulta bueno para el cuerpo.

Someterse a un linaje tiene su propio encanto y efecto en nuestro carácter, así que ¿por qué no intentarlo?  No creo que todos los estudiantes de yoga deban abstenerse de practicar estos días, sino que ellos también deberían obedecer las reglas de sus profesores y con suerte, orientando nuestras mentes hacia principios más elevados, quizás podamos todos hallar felicidad en nuestras prácticas.  ¡En los días de luna o fuera de ellos!


Fotograma de una famosa clase guiada con Guruji en la que aparecen tanto Tim Miller como Eddie Stern.

Porqué práctico.

Desde Ashtanga Yoga Bilbao, cómo no, secundamos las magistrales palabras de Eddie Stern.  De hecho, casi se puede decir que el verdadero propósito de esta entrada no era otro que divulgar su traducción.  Muchos estudiantes de Ashtanga Yoga Bilbao nos preguntan acerca de los días de luna.  A veces bromeo diciendo que "en Ashtanga Yoga somos un poco como los hombres-lobo" y otras me tomo el tiempo de transmitirles la esencia de este texto.  En lo sucesivo emplearé esta entrada como referencia y remitiré a ella a todos aquellos que nos saquen a colación el asunto.

El último punto que menciona Eddie Stern es lo que denomino la "explicación práctica".  En Ashtanga Yoga Bilbao, como me imagino sucede en la mayoría de escuelas bisoñas, los estudiantes acuden a clases unas dos o tres veces por semana.  Algunos vienen, sí, todos los días, pero son los menos.  En el momento actual, y a pesar de que ofrezcamos una oferta de iniciación tipo "tarifa plana" que durante los dos primeros meses les permite asistir a todas las clases que quieran, lo habitual es que incluso durante ese bimestre inicial la gente tenga un grado de implicación moderado.  En cierto modo tiene sentido y más aún en una cultura como la nuestra: las personas tienen obligaciones laborales y familiares y la práctica de yoga ocupa un lugar secundario en su escala de prioridades, algo relacionado con el tiempo libre del que, llegado el caso, se puede prescindir.

Desde el punto de vista más tradicional, no obstante, esto no es así.  Cuando una persona viaja a Mysore a estudiar yoga con Sharath Jois, al igual que anteriormente sucediera con Guruji (ignoraré lo que Eddie Stern comenta respecto a Saraswathi, a quien no tengo el gusto de conocer como maestra), no se concibe otra cosa que esa persona vaya a practicar todos los días.  Para un maestro indio el yoga no es un vulgar entretenimiento, una manera frívola de llenar el tiempo o hacer ejercicio como el que va al gimnasio y si no le apetece deja de ir, sino que es algo muy serio.  Cuando practicas con Sharath se espera de ti que acudas a clase todos los días, de lunes a domingo incluidos festivos, el día de Navidad, el día de Año Nuevo y tu propio cumpleaños.  Con disciplina, con gusto y sin excusas.  En algún sitio leí que antaño en la India se asimilaba el yoga a una piedra preciosa que no estaba al alcance de todo el mundo: el maestro debía asegurarse de que el discípulo estaba a la altura de las valiosas enseñanzas que iba a recibir.  Si no, sería como entregarle un diamante a un cerdo: se lo comería con glotonería, sin apreciarlo, y luego iría a echar la siesta sobre el fango.  Por eso, en Mysore, si faltas un solo día a clase, más te vale tener una buena excusa, como que has estado ingresado en el hospital o algo parecido.  Si no, espérate a recibir un severo rapapolvo.  "Perezoso" o "no tienes disciplina" es lo más suave que Sharath te dirá.  Me consta que BNS Iyengar, un antiguo discípulo de Krishnamacharya que ronda los cien años de edad y que todavía hoy enseña en su escuela en el centro de Mysore, llega al extremo de expulsar, devolviéndoles el dinero que pagaron, a estudiantes a los que considera no aptos para seguir en sus clases.

Moon day?  Take rest!  ¿Día de luna?  ¡Descansa!

Por lo tanto, se comprende que no le encuentren sentido al descanso de las lunas aquellas personas matriculadas en Ashtanga Yoga Bilbao y que tienen intención de acudir a las clases una, dos o tres veces por semana.  Si van a practicar los martes y los jueves y una luna nueva casualmente coincide en jueves, esa semana tan sólo habrán practicado un día.  De lo que esas personas tienen que darse cuenta es que, como se ha dicho, esta práctica fue pensada para ser hecha seis días a la semana, haga frío o calor, sea diciembre o junio y le apetezca a uno o no.  Cuando se practica de esa manera, el cuerpo en verdad agradece el día de descanso adicional que cada dos semanas proporcionan los días de luna.  Éste es el sentido práctico de los descansos lunares, que en cierto modo se fusiona con el histórico porque sólo se comprende a la luz de cómo enseñaba Pattabhi Jois.

En Ashtanga Yoga Bilbao no pretendemos juzgar a nuestros estudiantes ni echarles rapapolvos.  Nosotros estaríamos encantados de que la gente estuviera tan motivada que quisiera venir a practicar cada día.  Pero tampoco somos unos radicales ni unos ilusos.  Entendemos que cada cual tiene que recorrer su propio camino, que su práctica se puede hallar en diversas etapas de implicación y maduración y que la "manera tradicional" se debe adaptar a las personas y no viceversa.  Nuestra aspiración ha sido, sí, traer a Bilbao este sistema de yoga con todas sus peculiaridades e idiosincrasia, con lo bueno y lo menos bueno; tal y como es en realidad, sin disfraces ni edulcorantes.  Y dentro de esta aspiración, el respeto al descanso en los días de luna llena y nueva ha sido un elemento más a tener en cuenta.   

Por otro lado, está bien que hagamos las cosas como a Guruji le gustaba pero, ya lo dice Eddie Stern tampoco hay que tomarse las cosas a la tremenda.  Nosotros por lo general descansamos en días de luna, aunque a veces nos hemos saltado la regla porque teníamos un viaje o algún otro compromiso y nos venía mejor hacer el descanso otro día.  Y no ha pasado nada.

Un dato adicional: durante mi estancia de diez años en Madrid los talleres con Peter Sanson, el profesor neozelandés del que he escrito en otra entrada de este blog, a veces coincidieron con días de luna.  Durante sus tour internacionales Sharath sincroniza las semanas de clases en las diferentes localizaciones con los días de luna de manera que los días de descanso le toquen justo en el tránsito de un sitio a otro.  Pero Peter Sanson y los organizadores de su tour europeo no se pueden permitir tantos lujos y, algunos años, en medio del taller caía un día de luna.  Recuerdo que en esas ocasiones la clase se celebró y sin incidentes que reseñar: ni hubo que lamentar lesiones ni surgieron demonios de los abismos.  Lo que yo hice, y me imagino que hicieron también los demás, fue disfrutar de la presencia de Peter y descansar otro día.  Sin más.

Con esto doy por concluida la explicación.  Si has llegado hasta aquí, ¡enhorabuena!  De ahora en adelante, este artículo será la referencia que en Ashtanga Yoga Bilbao aclarará el sentido del cierre de clases por los días de luna.  El post sólo puede concluir con el debido y sincero agradecimiento a Tim Miller y Eddie Stern, a quienes no tengo el honor de conocer en persona pero cuyos elocuentes textos a menudo me han ayudado a entender muchas cosas sobre yoga y que espero en esta ocasión también te hayan ayudado a ti.