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martes, 10 de mayo de 2016

El rascacielos Bailén y el entorno de Ashtanga Yoga Bilbao hoy y en 1950.

El rascacielos Bailén en los tiempos de la estación de la Naja y de los barcos atracados en el Arenal.

En esta ocasión voy a salirme de la temática habitual del blog y dedicar esta entrada al entorno paisajístico que rodea nuestra escuela.

El edificio Bailén en cuya séptima planta se ubica Ashtanga Yoga Bilbao es, como muchos bilbaínos saben, un lugar emblemático de nuestra ciudad que durante varias décadas fue su edificio más alto.  Todavía hoy se lo conoce como el rascacielos Bailén, a pesar de que muchos de los edificios que hay a su alrededor lo superen en altura, y cuando la gente me llama para pedirme detalles sobre la ubicación de la escuela muchos enseguida identifican la famosa torre.

El rascacielos Bailén en el 2016.  Un tranvía moderno pasa justo por delante.

Todavía recuerdo que, de niño, paseando hacia el Arenal con mi padre, solía señalarme el edificio y en una de sus charlas culturales -era arquitecto- me lo describía como un soberbio ejemplo de arquitectura racionalista.  A mí no me terminaba de gustar; estaba mugriento de suciedad y parecía una aburrida torre de defensa antiaérea, pero con su insistencia a lo largo de los años logró que, por lo menos, el edificio no me pasase desapercibido.

Años después regresé a Bilbao.  Mi padre ya no estaba vivo y yo regresaba con unas intenciones insólitas e impensables en etapas anteriores de mi vida: buscar un lugar para abrir una escuela de yoga.  Anduve recorriendo Bilbao durante semanas, viendo locales y poniéndome en contacto con inmobiliarias y particulares que encontraba a través del periódico y por Internet.

El Arenal desde el rascacielos Bailén en los tiempos del trolebús y de las grúas de descarga de barcos.

Y cierto día, según salía del Casco Viejo tras haber efectuado una nueva barrida de locales y primeros pisos en busca de carteles de "se alquila", pasé por delante del viejo rascacielos.  Ya no estaba mugriento; lo habían sometido a un lavado de cara y se alzaba impoluto sobre la ría.  Entré a probar suerte y resultaba que se trataba de un edificio de oficinas que tenía varias en alquiler, aunque no las habían anunciado en ningún sitio.  Necesitaba una grande y, miel sobre hojuelas, la séptima planta estaba libre.  Quedé prendado nada más verla; cumplía todos mis requisitos, pero todos absolutamente, incluidos los más prescindibles como tener buenas vistas y luz natural.  Haría falta una buena obra, pero ni caído del cielo me podía imaginar haber encontrado algo así.  

El resto ya lo conocéis.  Al final aquella vieja oficina tardaría algo menos de tres meses en convertirse en Ashtanga Yoga Bilbao.  No me cabe duda de que mi padre fue quien despertó mi interés en aquel edificio y de alguna manera el culpable de que me hubiese dado por probar suerte ahí durante mi tediosa búsqueda del verano pasado.  Nines suele decirme que quizás haya sido él mismo quien, desde arriba, me haya querido echar una mano, y no la contradigo.  El destino lo labramos nosotros mismos con nuestras decisiones, pero éstas también se pueden "facilitar" y "encauzar".  No deja de ser curioso que los anteriores inquilinos de la séptima planta fueran unos arquitectos, colegas de profesión suyos.  Sea como sea, no me cabe duda de que a mi padre le habría gustado saber que he acabado cumpliendo mi dharma en aquel viejo rascacielos que a él tanto le fascinaba   arquitectónicamente.

El Arenal desde el rascacielos Bailén en el 2016,

Hace unas semanas, rebuscando en los puestos del domingo de la Plaza Nueva, cayeron en nuestras manos sendas fotografías que a día de hoy adornan los vestuarios de Ashtanga Yoga Bilbao.  Se trata de una fotografía del edificio Bailén desde el Arenal y otra del Arenal desde una de las ventanas del edificio Bailén.  Son unas fotografías antiguas sumamente interesantes desde el punto de vista actual, porque en ellas queda representado el Bilbao que fue pero que ya no es.

La construcción del rascacielos Bailén terminó en 1946 y yo nací en 1979.  Yo conocí la estación de la Naja y las vías que cubrían el muelle de Ripa.  Hasta finales de los años 90 y según recuerdo los primeros años 2000 siguieron utilizándose para ir en ferrocarril en dirección Barakaldo.  Pero lo que no conocí fueron grúas de descarga en el Arenal y barcos atracados en sus muelles.  La riada de 1983 hundió el barco Consulado, pero éste estaba atracado en el muelle de Uribitarte frente al Ayuntamiento.  Entre mis recuerdos infantiles tampoco hay sitio para trolebuses y tranvías, aunque los vestigios de viejas vías surcaban como cicatrices muchas calles de Bilbao.  Por todo ello, las fotografías que adornan esta entrada deben de remontarse a la década de 1950 o de 1960.  ¡Que las disfrutéis!  Y si quieres ver los originales, ya sabes, ¡ven a Ashtanga Yoga Bilbao!  Así, además de alegrar tu vista y recrearte en la nostalgia, puedes practicar yoga con nosotros.

2 comentarios:

  1. Siempre te lo digo y siempre lo diré... Tu padre esta muy cerca de ti..
    Me ha gustado mucho, las casualidades no existen, y cada vez pienso que todo estos cambios en nuestras vidas son por algo y que tu padre te ayuda...

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    1. ¡Qué pena que no lo conocieras! Seguro que os habríais llevado genial.

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