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miércoles, 24 de enero de 2018

Sharath sobre la esencia del mantra inicial de Ashtanga Yoga.

El próximo mes de septiembre la comunidad española y portuguesa de Ashtanga Yoga vivirán un momento histórico porque Sharath Jois, nieto de Pattahi Jois, director del Instituto de Ashtanga Yoga en Mysore y Paramagurú de Ashtanga Yoga, llevará a cabo su primer tour por el sur de Europa enseñando cinco días de clases guiadas en las ciudades de Madrid y Odemira.

Ashtanga Yoga Bilbao participará en este acontecimiento, por supuesto, que tendrá lugar entre el 4 y el 14 de septiembre y al que seguramente se le dedicará alguna entrada a la altura en este blog.  Si te interesa, te dejamos este enlace a la página de Mysore House Madrid, quienes organizan la visita a Madrid de Sharath.

Sin embargo, hoy no hablaremos del tour de Sharath en septiembre.  Esta entrada es para, esencialmente, publicar una reflexión de Sharath Jois que ha aparecido recientemente en Internet y que, de nuevo, nos hemos tomado la molestia de traducir para los lectores de este blog.

La presencia de Sharath Jois se está haciendo cada vez más notoria en las redes sociales.  En otros tiempos era muy reacio a aparecer en los medios, llegando a prohibir que se publicasen en Internet extractos de lo que decía en sus conferencias de los sábados e incluso animaba fogosamente a la gente a que no perdiera el tiempo asomándose a las ventanas de Facebook, Twitter y demás.  Ahora, en cambio, y me atrevería a decir que afortunadamente, ha debido cambiar de opinión y es posible seguirlo a través de su perfil de Instagram y de algunos artíulos que se publican de vez en cuando bajo su firma.

A mi modo de ver es de agradecer este cambio porque, si bien es verdad que Internet y las redes sociales no son el mejor sitio para divulgar determinadas enseñanzas que se imparten mucho mejor en distancias cortas, no es menos cierto que Ashtanga Yoga ha adquirido una dimensión inmensa, mundial, y que somos muchos los que seguimos con atención lo que sucede en Mysore y lo que tiene que decir nuestro maestro pero no podemos estar allí para escucharlo.

Y si Krishnamacharya, durante sus años dorados en Mysore bajo el patrocinio del Maharajá, recorrió la India organizando exhibiciones y conferencias para difundir el yoga y dar a conocer sus enseñanzas, se antoja lógico que los maestros modernos ahora hagan uso de las tecnologías para que sus palabras encuentren mayor eco y ayuden a que lo que se sabe del yoga no se limite a ciertas referencias frívolas en los anuncios y las teleseries.  

La verdad es que no sé muy bien si es el propio Sharath en persona el que se encarga de escribir estos artículos que aparecen en Internet o si alguien transcribe sus palabras a partir de lo que ha dicho entrevistas del pasado o conferencias.   Sea cual sea su origen, parece que él aprueba su contenido y les concede su autoría, así que se puede asumir que son palabras suyas.

Hace unos días apareció una interesante reflexión de Sharath en torno al mantra inicial de Ashtanga Yoga que se recita al comenzar todas las clases en esta tradición y, cómo no, nos hemos tomado la molestia de traducirla. Aquí está el enlace a la entrada original.  ¡Que la disfrutéis!



Sharath sobre la esencia del mantra inicial de Ashtanga Yoga.

Me aprendí el mantra inicial cuando comencé a practicar yoga, en torno a los dieciocho años. Shankaracharya, el famoso teólogo indio del siglo VIII, es el autor de este antiguo slokha, u oración, que se puede recitar no sólo para practicar yoga, sino que todo el mundo puede hacerlo. Antes de nuestra práctica cada día lo recitamos para rezar al gurú de manera que sus bendiciones y gran conocimiento espiritual nos guíen paso a paso hacia la eliminación de los obstáculos en nuestro viaje espiritual.

Para entender cómo de importante resulta recitar esta oración en Ashtanga Yoga, primero hay que conocer el significado del verso saṃsāra halāhala mohasantyai. Saṃsāra es un término sánscrito que a grandes rasgos hace referencia a toda la sociedad y a la naturaleza cíclica del mundo. Las perturbaciones que surgen en esto son los obstáculos que impiden nuestro crecimiento.

Saṃsāra proporciona muchas atracciones y distracciones, buenas y malas pero, sobre todo, incrementa las fluctuaciones de la mente. Nos vemos atraídos hacia cosas materiales y situaciones que nos hacen felices durante un tiempo pero que, al final, perturban nuestros pensamientos, lo que nos conduce a la tristeza e incluso a la depresión. En un ciclo sin fin. Esto es a lo que el mantra inicial se refiere con el término halāhala, o veneno, y afecta a nuestra sādhana o disciplina de práctica. Si la mente no se encuentra estable resulta imposible crecer en nuestro viaje espiritual.

Comenzanos el mantra inicial con vande gurunam caranaravinde para mostrarle nuestros respetos al gurú de manera que pueda ayudarnos a atravesar este saṃsāra. El gurú ha sufrido este mismo proceso y a través de la práctica de yoga ha resuelto cómo obtener cierta estabilidad y cómo juzgar las cosas. 


Antes de los grandes medios sociales y el mundo digital, nuestras relaciones involucraban principalmente a la familia, el colegio, el trabajo y la comunidad. Los efectos del saṃsāra eran resultado de estos entornos tan sólo. En la India, cuando era un niño, si quería saber algo de lo que sucedía en América, se tardaba un tiempo en que las noticias viajaran y, entonces, era principalmente a través de periódicos. Había un agujero de comunicación de varias semanas, a veces meses.

Ahora, a través de la tecnología, podemos observar a toda la humanidad, si lo deseamos, siempre que lo deseemos. A medida que el mundo se estrecha, el saṃsāra se vuelve inmenso. A través de nuestros aparatos de comunicación (teléfonos móviles, ordenadores), en un santiamén, sabemos qué ocurre en los más alejados confines del mundo y, a menudo, cosas que no necesitamos saber. Reaccionamos, construimos opiniones y tenemos sentimientos hacia cosas que no están no por lo más remoto cerca de nosotros. Vemos cómo a la gente no le gusta otra gente o sus prácticas religiosas, ideologías, políticas y sistemas de creencias. El resultado es que nos enfrentamos a más gente, más atracciones y, en definitiva, más saṃsāra. Un mayor saṃsāra hace que los pensamientos no deseados se multipliquen en nuestra mente, adentrándose más profundo en nuestra psicología. Todo esto genera sufrimiento y más venenos.

Todos los seres vivos tienen derecho a vivir en paz en este mundo. Las plantas, los insectos, los pájaros, los animales, los humanos... todos tienen el mismo derecho. Tenemos derecho a vivir en una sociedad feliz y saludable, una sociedad pura sin venenos en la que todo el mundo debería ser capaz de ir en pos de su viaje personal y hacer lo que quiera en su práctica personal.

Un viaje espiritual es personal; no debería estar dirigido por una sociedad. Un viaje o práctica espiritual no surge a partir de una religión. No es religioso; tienes que entender eso. La práctica espiritual es para ampliar conciencia. Muchas religiones dividen a la gente, pero la práctica espiritual nos une. Ésta es la razón por la que rezamos al gurú en el canto inicial, para que elimine al saṃsāra del halāhala. Oramos para liberar a la sociedad de estos males y se obtenga mukti o moksha, la liberación de la ignorancia, para acabar con el veneno y comenzar nuestro recorrido espiritual.

Así que, ¿cómo hacemos que saṃsāra sea un lugar armonioso en el que podamos coexistir con todos los seres vivos? ¿Dónde podemos vivir siendo la mejor versión de nosotros mismos? ¿Cómo erradicamos los venenos de nuestro interior de manera que no haya sitio para la negatividad en la sociedad? ¿Cómo fortalecemos nuestra mente, pensamiento y acciones?


Del mismo modo que un viaje espiritual es personal, así son las respuestas a estas preguntas. El verso “Nih sreyase jangalikayamane” establece que tenemos que ser como un médico de la selva o un encantador de serpientes, jangalikaya, quien extrae el veneno de serpiente en la jungla del saṃsāra. También debemos tratar de eliminar el veneno, y las perturbaciones, en nuestras propias vidas. Es un proceso del pensamiento. Tenemos que concentrarnos en nosotros mismos. Si piensas con negatividad, empiezas a malentender que todo en la vida es negativo, y entonces tu mente se vuelve negativa. Es un gran desafío, pero no significa que debas distanciarte de la gente de este mundo. Hay distintos tipos de personas (tanto positivas como negativas) y debemos coexistir con todas. Tenemos que aprender a integrarnos. Debemos dar con una solución en la que todo el mundo permanezca en armonía y salud. 

Al practicar yoga, aprenderemos muchas cosas a través de nuestra propia sādhana. Con el tiempo, la práctica tranquiliza el sistema nervioso y la mente se entrena para no distraerse y para aliviar la negatividad. Cuando la mente se vuelve pura, calmada y estable, entonces nuestras acciones se volverán puras, calmadas y estables.

Ésta es la razón por la que oramos para que nuestro gurú pueda enseñarnos cómo tener una vida en paz y armonía en la que respetemos a los demás y los demás nos respeten a nosotros. Una vez vivamos en ese tipo de entorno, entonces nuestro viaje espiritual alcanzará su máximo nivel.

Al comienzo de un nuevo año deberíamos orar por el nuevo año que acaba de empezar. Nuestro año nuevo en Kannada, Ugadi, comienza en primavera, y en las oraciones siempre decimos que el pasado es el pasado y nos permitimos un nuevo comienzo con buenos pensamientos y buenas intenciones, en paz. Siempre empezamos así pero, por desgracia, la resolución que hacemos al comienzo del año a menudo se ve atrapada en el saṃsāra un poco más adelante y, por lo tanto, nuestros pensamientos se desvían en otra dirección.

Por esto es muy importante que practiquemos yoga y comencemos nuestra práctica orando para que la positividad impregne nuestras vidas. Mediante nuestra práctica diaria fortalecemos las promesas que hacemos, se quedan con nosotros durante todo el año y el año transcurre de manera positiva.

Hay mucha gente con diferentes prácticas y religiones viviendo en este saṃsāra. Si queremos coexistir y vivir felices, tenemos que respetar las prácticas de cada uno como sus propios viajes personales y liberar al mundo de saṃsāra. Esto lo recibimos a través del conocimiento y las bendiciones de nuestro gurú y así es como viviremos en armonía.

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