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miércoles, 7 de diciembre de 2016

Diario de un viaje a Mysore en los tiempos de Guruji - 2ª parte.

En la puerta del Templo de Oro en Bylakuppe.

Domingo 3 de agosto.

Hoy ha habido clase a las 6:00.  Ha ido todo bien.  Nacho no ha ido porque ha tenido un ataque de pereza.  Javi tuvo ayer un percance con la moto.  Al arrancar en una zona con tierra resbaló y se cayó con la moto.  Tiene un rasponazo en el codo y un golpe en la cadera, pero ha ido a practicar.  Parece que chocó con una señora que iba con el hijo, pero no les pasó nada a ellos porque acababan de arrancar e iba muy lento.


Lunes 4 de agosto.

Anoche fuimos a ver el palacio del Maharajá de Mysore, una de las atracciones que ofrece la ciudad.  Es un edificio bastante impresionante, aunque sólo lo vimos por fuera.  A las 19:00 encendían unas bombillas que lo iluminaban como si fuera el Corte Inglés en Navidad y salía una banda militar a tocar unas marchas.  La iluminación era un tanto cutrecilla, la verdad.  El recinto, que era bastante más grande que el Palacio Real de Madrid, estaba lleno de gente.  Había elefantes y una zona de templos con unos religiosos, unos brahmines metidos dentro que cuidaban las imágenes de algunos dioses a los que los indios iban a adorar y darles unas monedas.  

Luego fuimos a cenar por ahí.  Consultamos una guía y encontramos un hotel que resultó ser repugnante.  Según vi el percal les dije que iba a mirar cómo comían, porque yo no pensaba probar nada de ese lamentable lugar donde la única elección era pollo, mutton (cordero viejo) o el típico plato indio consistente en arroz refinado y verduras.  Al final mis escrúpulos redundaron en el beneficio de todos, porque nos acabamos yendo al hotel Parklane que tenía mucha mejor pinta y donde comimos muy bien.  Pedimos dos platos cada uno que compartimos entre todos.  Yo cogí langostinos salteados con verduras y un plato de champiñones con verduras y una salsa roja.  Todo tenía nombres raros y escogimos al azar.  Por ejemplo, mi segundo plato era "mushroom makhami" o algo así.  Estaba todo bueno, aunque algunos platos eran muy picantes.  Menos mal que les habíamos dicho que no queríamos nada picante.  Pero mezclando lo picante con lo no picante, la cosa se arreglaba.  Tomamos postre y todo (ellos helados y yo yogurt), entrantes, bebidas varias y extra de yogur para reducir el picante de algunos platos y nos salió todo por menos de cuatro euros por cabeza.   

Nacho con Sharath el día del cumpleaños de Guruji.

No estamos faltando ningún día a la práctica, como unos campeones.  Nacho está en navasana, con Sharath ayudándole en marichyasana D y Javi en marichyasana C.   Yo hago la serie entera, con backbendings y todo, lo cual no ha dejado de sorprenderme porque me veía aún muy verde.  Separo mucho los pies pero no levanto talones y Sharath no me dice nada.  No me he pegado ningún castañazo, aunque en la subida suelo retrasar el momento de estirar las rodillas por precaución, para no caerme hacia atrás, y lo que suele pasarme es que me caigo hacia delante sobre las rodillas.  Esto suele pasarme en una o dos de cada tres subidas.  Pero ni tan mal.  Mejor eso que caerme hacia atrás o hacia delante y comerme a alguien.  Luego viene Sharath y me ayuda en lo de bajar con las manos en los hombros y caminar hacia los pies.  No me insiste en que ande mucho, la verdad.  Me figuro que aún estoy muy lejos.  Luego, antes de los finales, se me echa encima en paschimottasana durante, digamos, tres segundos.


Martes 5 de agosto.

Acabo de levantarme.  Como lo hago tan temprano, me estoy dando cuenta de que cada vez está amaneciendo antes.  Ayer entramos bastante fácil a la shala, y tenemos la sensación de que Sharath está a punto de adelantarnos la hora, cosa que no me haría la menor gracia.  La gente aquí parece que arde en deseos de empezar a primera hora, las 04:45.  Hablamos con una chica con cara de flipada sobre eso y nos contó unas cosas muy chachis sobre practicar mientras se alzaba el sol que a mí no me convencen en absoluto.  Levantarme a las 4 supone acostarme a las 20 horas, y eso es algo que no he hecho desde que era un niño pequeño.  Tampoco podríamos desayunar en el Santosha, que abre a las 8, y en general sería un poco mierda.  Cuando Sandra estuvo aquí practicó a las 8 de la mañana todo el mes.  No sé cómo lo consiguió, pero estaría bien saberlo.  Lo curioso es que a nosotros tres Sharath nos tiene ya fichados.  A veces nos cuela, en vez de decir "one more" nos ve y nos señala para que entremos. 

Javi con Sharath en la fiesta del cumpleaños de Guruji.

Miércoles 6 de agosto.

Javi ha pagado un nuevo mes y le han adelantado la hora desde las 07:30 a las 06:30, así que ya me puedo ir haciendo una idea para cuando renueve yo, que será el día 11.  Mi hora actual son las 07:15.  Y eso si no me cambia antes.  No sé si te he dicho que, además, todas estas horas son "shala time", lo cual supone 20 minutos antes de la hora real, porque son según el reloj de la shala, que no se sabe porqué está adelantado 20 minutos.  En realidad, ahora mismo estoy entrando a las 06:55.  A veces es un poco lío saber qué hora es realmente.

Ayer estuvimos hablando de Dios, religión, creencia y moral.  No llegamos a ninguna conclusión clara salvo a lo contradictorios que somos los seres humanos.  


Viernes 8 de agosto. 

He estado cansado esta mañana y me he pegado una siesta matutina.  La culpa la ha tenido la clase de las 6 de la mañana y tener que levantarme a las 5.  No ha sido una clase especialmente dura, pero llevo seis días seguidos de Ashtanga desde el domingo pasado y se hace notar.  Por suerte, mañana es el día de descanso.  Javi y Nacho no han venido y la han hecho en casa.  Como no se atan en marichyasana D tienen que quedarse esperando hasta que el resto de la clase llega a las posturas finales, y se han hartado.
  
En casa está viviendo ahora también María, otra amiga de Ashtanga Yoga Madrid.  A ella no le ha dado el yogi fever.  Tiene un problema en los codos (codo de tenista), motivo por el cual dejó de ir al estudio de Borja las últimas semanas y se está tomando la práctica con serenidad por lo que dice.  Nos ha hecho unas cuantas comidas bastante interesantes, guisos de verduras, tortas de mijo y falafel.  Ha sido un buen fichaje, desde luego.  Tenemos a un quinto inquilino durmiendo en el sofá: Javi, de Pamplona en vez de Madrid.  Se quedará aquí hasta que encuentre casa.  Tiene un jet lag de caballo.  Duerme por el día y por la noche está despierto.  Hoy a las cinco de la mañana cuando me he despertado, estaba en el porche contemplando la noche.

Calles y gente de Mysore.

Sábado 9 de agosto.

Lo de que les paren en marichyasana D es la repera.  Parece que la madre de Sharath no hace lo mismo, y también parece que es más laxa a la hora de enseñar posturas de la segunda serie.  Es como si Sharath fuera el poli malo.  En fin, lo cierto es que mañana volveré a ir solo a la led class porque ni Javi ni Nacho piensan acompañarme.  Menudos vaguetes están hechos, ya les he dicho.

Tenemos como vecina a una chica de Bilbao -ya es casualidad- llamada Amaia que lleva aquí ocho meses.  Fíjate: conoció a Borja cuando estuvo él aquí en enero.  La verdad es que la tía practica muy bien y Sharath le ha dado ya una decena de posturas de la segunda serie cuando apenas había hecho nada de Ashtanga antes de venir aquí.  Pensaba quedarse unos pocos meses pero luego cambió de idea y ha decidido alargar su estancia sine die; dejó su trabajo y está estirando sus ahorros todo lo posible, viviendo en un sitio muy pequeño -y supongo que barato- y comiendo frugalmente.

La verdad es que hemos conocido a unas cuantas personas maravilladas con la India pero que a veces me da que lo único que les fascina es que aquí pueden estarse de vacaciones durante largos periodos de tiempo por cuatro perras.  Hay gente que se apunta a cursos de un mes de masajes, de yoga o de pintura y que pretende volverse luego a Europa y vivir de ello durante seis meses y volver aquí el resto del año.  La práctica de yoga diaria que tengo aquí es dura, claro está, pero más duro es chuparme una jornada de trabajo en Madrid y después ir a clase de Ashtanga por la tarde.  Al fin y al cabo tengo el resto del día para vegetar.  Entiendo que podría apoltronarme fácilmente en esta vida.  Con el dinero que tengo ahora en el banco podría quedarme aquí, digamos medio año más.  Los gastos principales de ese año serían unos 400 euros por la casa y 1.500 euros por las clases.  Con el resto de pelas podría vivir opíparamente a razón de 12 euros al día (una fortuna aquí).  Pero claro, mi vida sería entonces una ilusión perenne, una irrealidad en pleno limbo tercermundista, y además tendría que acostumbrarme a toda esta miseria.  Hay gente que parece que se ha desquiciado, que ha hecho cálculos y se ha dado cuenta de esto mismo que te he dicho y que ha cambiado varias veces su billete de avión y lo que en principio eran dos meses lo ha convertido en seis y luego en doce.  Tengo serias dudas acerca de cuántos de esos lo hacen como un verdadero proyecto de vida y cuántos no han hecho otra cosa que abandonarse al placer de unas vacaciones larguísimas y de ir a una tienda con dos euros y tener la sensación de que eres un Dios al que los dependientes miran arrobados.  La India te permite tumbarte a la bartola y hacer cosas que en España no puedes hacer porque te saldrían carísimas, como ir cada semana o cada día a restaurantes de lujo, estar en un spa recibiendo masajes durante tres horas por 15 euros y comprarte una bicicleta por 10 y una moto por 200.  Cuando veo a gente que se está tirando aquí ocho meses y que se apunta a talleres de pintura, medicina ayurvédica, teacher trainings de yoga, lengua sánscrita y demás, a veces tengo la sensación de que son gente dispersa que no sabe muy bien qué es lo que quiere y que pretende conseguir cosas muy difíciles en un abrir y cerrar de ojos.  Nadie se hace experto en pintura, medicina o yoga en un curso de un mes, pero muchos tienen luego pretensiones de volver a Europa y vivir de ello, y te hablan de lo mucho que han aprendido en las 100 horas de ese curso en cuestión, como si tuvieran un Máster de alguna prestigiosa universidad.

Calle y tiendas de Mysore.

Lunes 11 de agosto.

Ha vuelto Internet esta mañana.  Hoy ha sido mi primer día a las 06:30.  Emocionante.  Las guiadas son a las 06:00, así que ha supuesto un pequeño descanso y todo.  Me ha ido bastante bien.  He hecho bien los tres backbendings, poniéndome de pie sin caer sobre las rodillas.  Luego me he pegado un fantástico desayuno en el Santosha consistente en tortilla de verduras y pan integral con humus y rodajas de tomate y pepino.  Hemos estado un par de japonesas y les he preguntado cosas graciosas sobre el Japón que no tengo ocasión de preguntar nunca a nadie, como a ver si comen ballena, a ver si les gustaría salir con un luchador de sumo, a ver qué opinan del Emperador y si lo veneran a la usanza de sus abuelos, a ver si es cierto que en Japón se emplea el stevia como edulcorante en la industria alimentaria, etc.   Sus respuestas: sí que suelen comer ballena, que sabe parecido al atún, el Emperador se la trae flojísima, más o menos como a nosotros el rey (ya no tienen un cuerpo de kamikazes en el ejército dispuestos a dar su vida por la gloria del emperador, vamos), sí que saldrían con un luchador de sumo porque, aunque está gordo, tiene mucha pasta y siempre acaban con actrices y presentadores de televisión muy atractivas y además, luego, cuando se retiran, adelgazan y se ponen guapos. Y lo del stevia no lo habían oído en su vida.

Hoy tengo que renovar las clases de Ashtanga.  Ya ha hecho un mes desde que estoy aquí.  El fin se acerca.  A ver si tengo suerte y Sharat me deja pagar sólo 15 días.  Me ahorraría unos 125 euros, que no está mal.  A ver si se pone las pilas también y le da por darme alguna posturilla nueva de la segunda serie ahora que estoy a punto de irme.  A fin de cuentas, a veces veo a gente que anda en la segunda serie y que se la ve bastante torpe en las posturas más sustanciosas de la primera.  Aunque bueno, me imagino que es una cuestión de tiempo.  Si te pasas aquí seis meses Sharath me imagino que ya aburrido de verte te da algo nuevo para que no te aburras tú también.  Hoy al lado he tenido a una oriental que hacía la tercera serie y que era la pera.  En un momento determinado, la tía se ha puesto en adho mukha y sin mover las manos de su sitio en ningún momento ha subido al pino, se ha tocado la cabeza con los pies y ha bajado al puente.  A continuación, sin detenerse ni mover las manos de donde estaban, ha subido al pino de nuevo y ha caído a adho mukha, repitiendo la operación muchas veces, como cinco, y siempre manteniendo las manos en el mismo lugar de la esterilla.  Todavía ahora me estoy preguntando si he visto lo que he visto o si ha sido parte de algún sueño.

Tarjeta de estudiante de los tiempos en que la shala de Mysore se conocía como AYRI (Ashtanga Yoga Research Institute); hoy en día y desde la muerte de Guruji se le conoce como KPJAYI (Krishna Pattabhi Jois Ashtanga Yoga Institute).

Martes 12 de agosto.

Lo de Sharath fue gracioso. Me hizo una rebaja tremenda por practicar 15 días: en vez de 17.400 rupias me cobró 15.500; 30 eurillos que me ha perdonado.  Qué generoso.  Luego le pregunté a ver si tenía algún consejo que darme, por eso de que nunca tenemos ocasión de hablar.  Se mostró bastante receptivo y me dijo que algún día por la mañana se lo recordara y que quedaríamos a eso de las 16:00. 

Hoy he hecho unos backbendings perfectos. Me he puesto de pie sin caerme sobre las rodillas todas las veces. He hecho una caída y una subida extra y todo. La repera. Aquí es algo de lo más normal (casi todo el mundo lo hace) pero recuerdo que cuando alguien lo hacía en Madrid daba la impresión de que era algo muy avanzado. Sólo recuerdo a Pilar, a una inglesa llamada Marina y al tailandés que fueran capaces de hacerlo. En realidad no es para tanto y, como todo, tiene truco. Sólo que hasta que lo coges... madre mía. Yo llevaba ya más de un año subiendo y bajando con ayuda.

Mi idea sobre la vuelta es un asunto delicado. Me gusta este ritmo solazado de vida, pero sé que la India no es el sitio donde querría estar siempre. Estoy lejos de muchas cosas y de mucha gente a la que querría tener cerca, así que tampoco me siento que esté echando raíces ni nada. Echo de menos la gente y el estilo de vida de casa, pero no echo de menos la rutina laboral que me espera. Sí que me gustaría poder estar practicando Ashtanga a diario, no volver a tocar un trozo de código informático, pasarme el resto del día escribiendo y que mis compras diarias se redujeran a un par de euros, pero hoy por hoy eso es irrealizable. 


Miércoles 13 de agosto. 

El fin de semana vamos a irnos a hacer una excursión a la Fundación Vicente Ferrer en Anantapur, una ciudad que lleva una ONG española, aprovechando que no hay clase ni el sábado (descanso habitual) ni el domingo (día de de luna).  Iremos en tren, así que me figuro que será una pequeña aventurilla.  Vamos a ir Javi, Nacho y yo.  María tiene clase el sábado y como el mes que viene va a andar sola por la India, prefiere quedarse aquí.  Ayer nos hizo una tortilla de calabacín, por cierto.  A instancias mías sustituímos las patatas por calabacín convirtiendo a la tortilla en un excelente alimento de bajo índice glucémico.

Tienda de saris en Mysore..

Jueves 14 de agosto.

Finalmente no sabemos qué se va a hacer.  El cooperador que teníamos de contacto en Anantapur no ha dado señales de vida y estos no quieren ir sin que nos dé su visto bueno final.  Como alternativa me estoy planteando coger un tren e irme yo por ahí.  He estado viendo a ver cómo llegar a Hampi, que me han dicho que es uno de los sitios más interesantes que hay en el sur de la India.  No te puedes ni imaginar lo caótica que es la información que tienen los indios para consultar sus trenes.   Iría solo, claro está.  Estos parece que se han diluido en sus intenciones y me da que se van a quedar aquí todo el finde.  En realidad se podían haber ido hoy mismo a algún lado, puesto que mañana no tienen intención de ir a la led class de las 6.  No sé qué pasará al final, pero bueno.  Javi tiene también un pequeño problema de salud.  Fueron por ahí un día con las motos y cogió frío.  Tiene un dolor desde hace unos días en la zona uro-genital y está meando oscuro.  Tiene pinta de que tiene cistitis.  Se ha auto-medicado con antibióticos (no sé cómo un médico en España pudo darle antibióticos) pero no ha mejorado y tiene intención de ir al hospital a que le miren si continúa.

El otro Javi, el de Pamplona, es un tipo curioso.  Ha estado durmiendo entre nuestra casa y un hotel de lujo donde se ha estado dejando un ojo de la cara cada día.  Finalmente encontró una casa nueva al lado de la shala, pagó el mes entero pero el primer día que iba a pasar la noche en su nueva casa vio unas cucarachas y salió corriendo.  Ha vuelto al hotel y dice que no quiere saber nada de esa casa por la que ya ha pagado todo el mes.  María fue a verlo al hotel, donde estaba disfrutando de una habitación con cama doble, dos cuartos de baño, cocina, salón y televisor todo último modelo (le cuesta 2000 rupias al día, 30 euros), y parece que Javi pretende encontrar una casa con características similares.  ¡Que siga buscando!

Farmacia y dependiente.

Viernes 15 de agosto.

Javi tuvo nuevos problemas y lo tuvimos que llevar al hospital a que lo mirasen.  Se sentía mal, bebía mucha agua pero apenas meaba y sólo sangre.  Fuimos todos en familia.  El hospital indio no resultó tan horrible como me figuraba al principio.  Al menos, tenía pinta de limpio.  Si mi experiencia en urgencias del Gregorio Marañón por mi apendicitis me recordó a lo que debió ser un hospital de campaña alemán en Stalingrado, éste parecía una pequeña clínica privada.  No había mucha gente y en seguida lo llevaron a la zona de urgencias donde había cuatro enfermeras sólo para él.  La cosa se solventó con relativa sencillez: le metieron antibióticos en vena, le dieron unos antiinflamatorios y le recetaron unos antibióticos en pastillas potentes para que los tomase durante los próximos cinco días.  Volvió a casa y se quedó durmiendo.  Ahora parece que está bien.  Para cuando volvimos a casa eran las seis, demasiado tarde como para coger ningún tren.  Luego por la noche fuimos a una fiesta de cumpleaños de gente que no conocíamos.  

Hoy voy a ir a una de las atracciones turísticas de Mysore: Chamundi hill.  Es una colina que no sé muy bien qué tiene.  Supongo que templos o algo por estilo.  Tiene una subida bastante pronunciada con una escalera de varios cientos o miles de escalones.  

La verdad es que ayer estaba bastante cansado.  Cuando acabé la práctica volví a casa y me eché a dormir.  Seis días de práctica a la semana a las seis de la mañana se hace muy duro.  Al principio de la semana empiezo bien, pero luego voy notando los estragos: piernas y espalda cargadas, sobre todo.  No es que me duela horrores, pero sí veo que el jueves no responden con la misma intensidad con que lo hacen el lunes, y luego en casa cuando estoy sentado noto que las piernas están cansadas y que me piden que me tumbe.  Igual está también el hecho de que voy en bici a todos los lados, una bici que no tiene marchas y que cuando hay cuestas me obliga a tirar de piernas.  Estos dos días de parada -sábado+luna- vendrán bien.


Martes 19 de agosto - Desmadre y Hampi.

Ha sido un fin de semana de lo más excepcional.   Todo empezó el viernes.  Por la noche había una fiesta en la casa de un portugués, pero no teníamos la dirección exacta y no supimos llegar, así que nuestra velada terminó sin grandes novedades.  

Esto de las fiestas de los viernes por la noche es un aspecto bastante escandaloso de la vida de los extranjeros en Mysore.  Aprovechando que el sábado no se practica, todos los viernes por la noche se organiza en una casa distinta una fiesta que parece más un guateque universitario que la víspera del descanso de unos dedicados estudiantes de yoga que han peregrinado hasta la India para estudiar con su gurú.  En esas fiestas abundan el alcohol y la marihuana y muchos yoguis que durante toda la semana se comportan con gran disciplina acaban seriamente perjudicados.  Nosotros hemos estado presentes en varias de esas fiestas más que nada por socializarnos, pero debo decir que esos ambientes nos quedan ya un poco lejanos y que los representantes de Ashtanga Yoga Madrid en Mysore no han perdido en ningún momento las formas.  El asunto lo he abordado con algunas personas y en más de una ocasión he obtenido respuestas ásperas: en verdad no entiendo cómo se puede abandonar a la molicie gente que seis días a la semana dedica toda su energía a prácticas que apuntan hacia la espiritualidad.  Algunos no están de acuerdo con esto y me llegaron a decir que seguramente a Sharath le parezca muy bien fumar marihuana.  Los acontecimientos de este pasado fin de semana resultaron bastante esclarecedores.  En cualquier caso, me da la sensación de que muchos no están aquí por gusto y que lo que hacen es ponerse una máscara para fingir disfrutar algo que en realidad hacen forzados.

Bebiendo agua embotellada como si no hubiera un mañana.

En la última fiesta, a la que no logramos llegar, la cosa se salió de madre.  Es habitual que los invitados a la fiesta traigan algo, comida a bebida, a la casa del anfitrión para el disfrute de todos.  Pues bien, a una persona muy inteligente se le ocurrió elaborar un pastel de chocolate con marihuana y lo dejó a la vista de todo el mundo sin ningún aviso respecto a los ingredientes que contenía.  El resultado fue que varias personas -al menos dos- terminaron en el hospital, que la policía hizo una investigación y que acabaron informando a Sharath de lo que había pasado con sus cándidos estudiantes de yoga.

Sharath convocó a la gente a una conferencia urgente.  Primero hizo pedir disculpas en público al responsable de haber hecho el pastel de chocolate con marihuana, un profesor autorizado, lo expulsó de la escuela y le retiró la autorización.  Luego dio -nos dio- un severo rapapolvo por, según dijo, haber puesto en riesgo lo que su abuelo había construido con gran cariño a lo largo de tanto tiempo.  Le parecía increíble que organizásemos fiestas en las noches de lo que debían ser días de descanso y que hubiese alcohol y drogas.  Resulta que uno de los grandes acontecimientos de la fiesta tuvo lugar cuando una chica asiática hizo un espectáculo de pole dancing, lo cual también llegó a oídos de Sharath y nos acusó de conducta indebida y de no respetar las costumbres de la India con un espectáculo de índole sexual.  Acusó a los estudiantes de no entender lo que es el yoga y dijo que teníamos que leer y aprender mucho todavía.  Prohibió tajantemente toda clase de fiestas.  Los días de descanso son para descansar.  

Sharath tiene toda la razón, pero siendo abogado del diablo se me ocurre que quizás tendría que haberse esforzado un poco más en conocer a sus alumnos y saber cómo son realmente.  Esa clase de fiestas tienen toda la pinta de llevar institucionalizadas durante muchísimo tiempo y Sharath ha sido el último en darse cuenta de su existencia.  Un gurú tendría que conocer mejor a sus alumnos y no limitarse a impartirles una clase de asanas por la mañana, una conferencia semanal y punto.

Yo no me enteré de todo esto hasta ayer, porque finalmente decidí hacer esa excursión a Hampi y pasé fuera todo el fin de semana.  Nadie me quiso acompañar pero yo quería hacer alguna cosa excepcional antes de irme después de no haberme movido de Mysore en toda mi estancia y me fui solo.  Hampi es un lugar situado al norte del estado de Karnataka donde se ubican las ruinas de la capital del Imperio Viyanagara, un poderoso imperio hindú que fue derrotado hace cinco siglos por una confederación de caudillos musulmanes y cuya capital quedó arrasada, dejando un montón de restos arqueológicos que lo convierten en uno de los mayores hitos turísticos de la zona.

Con un pastorcillo y su perro en las ruinas de Hampi.

Por lo visto, en la India las aventuras empiezan desde el momento en que te subes a un transporte público.  Desde Mysore fui en tren a Bangalore, en un viaje de cuatro horas de pie sobre un traqueteante ferrocarril.  Se trataba de un tren con alrededor de una docena de vagones.  Los diez primeros tenían bastante buen aspecto, pero no me dejaron ocupar ninguna plaza.  No sé muy bien porque y nadie me lo ha sabido explicar, pero los indios, y no me refiero a funcionarios del ferrocarril, sino a los propios viajeros, me expulsaron de malos modos a los dos vagones de cola, que estaban enganchados aparte, atestados de indios pobres y apestaban.  Sospecho que era un tema de castas y que los vagones de delante estaban reservados para las superiores, con las que yo tampoco podía mezclarme.

En Bangalore cogí un billete para el tren que salía hacia el norte.  Hospet, el pueblo al lado de Hampi con parada de ferrocarril, estaba a unas diez horas.  Mi billete era de la categoría más alta: A, siendo la más baja la H.  Tenía a mi disposición una cama en una habitación con cuatro literas.  Mis compañeros de habitación eran tres indios ejecutivos.  Mientras esperaba en la parada de tren vi ratas en las vías y jaurías de perros que correteaban entre los trenes.  Cazando ratas, supongo.  Cuando llegó el tren atisbé lo que debían ser las plazas para los billetes de categoría H: vagones sin asientos, como trenes de ganado, en los que la gente se metía y se acomodaba en el suelo.

Al llegar a Hospet me asediaron indios que se subieron al tren en marcha ofreciéndome hoteles y guías turísticas a las ruinas de Hampi.  En la guía Lonely Planet recomendaban un hotel, el Priyadarshini, por su relación calidad-precio, y allá que me dirigí subiéndome en el primer rickshaw que encontré.  Hospet es una aldea muy pobre en la que da impresión caminar solo.  Todo el pueblo parece estar echado en las cunetas intentando vender judias, papayas, arroz y lo que sea.  Las casas destartaladas, manadas de cerdos revolviendo en la basura que se amontona por todos lados... no es un lugar desde el que enviarías una postal.  Me fui a la estacion de autobuses y al final me dejé engatusar por un indio que se ofreció a llevarme a Hampi en su rickshaw, enseñármelo todo y traerme de vuelta por 500 rupias.

Establos de elefantes en Hampi.
Uno de los templos más famosos de las ruinas de Hampi.

Y a unos minutos de las anteriores maravillas arqueológicas, éste es el panorama de una cuneta en Hospet. 

Al final no fue un guía turístico demasiado bueno, pero fue una experiencia curiosas.  Las ruinas eran muy interesantes y mereció mucho la pena el viaje.  Había muchos templos de decoración exquisita, palacios de nobles, del rey y de la reina, baños escalonados, restos de murallas de la antigua ciudad, establos de elefantes...  Quise volver a Mysore esa misma noche, pero en la estación de tren me dijeron que no quedaban billetes para Bangalore y tuve que quedarme un día más.  Aproveché para volver a Hampi, pero esta vez sin guía turístico.  Alquilé una bicicleta y volví a recorrer todo pero a mi aire, mucho mejor.

Llegué un día más tarde de lo debido y me perdí la clase del lunes con Sharath además de su rapapolvo por la fiesta.  El martes me preguntó a ver dónde había estado.  ¡Curioso que me echase de menos!  Parece que las historias acerca de su proverbial memoria son ciertas.


Viernes 22 de agosto.

Mañana es día de descanso, aunque no hay nada especial pensado.  Hemos estado cenando en el Green Hotel como una docena de personas, todos hispano-hablantes (españoles, mejicanos, chilenos y una pareja de italianos que saben español) y nos han dado las once de la noche.  Los indios no sabían qué hacer para deshacerse de nosotros.  Han estado hablando de ir mañana a ver una película india en un cine indio, pero a mí no me parece una buena idea porque no entenderé nada.  


Sábado 23 de agosto.

Al final, sí que vamos a ir al sitio budista de Bylakuppe.  Iremos Javi y yo.   Parece que a Nacho le dio envidia mi excursión a Hampi y me ha dicho que igual va el finde que viene, cuando yo me haya ido ya.  Ya podía haber ido cuando se me ocurrió a mí, la verdad.  Así no habría ido solo.  Él tiene un poco de fobia a dormir en un tren.  Dice que con el traqueteo no puede dormir.  Lógicamente, con el traqueteo y el ruido se duerme peor, pero cuando estás cansado te acabas durmiendo incluso si estás en medio de un bombardeo.  Bueno, al menos a mí me pasa así.  Cuando vivía en Bilbao solían sorprenderse en casa por mi capacidad de permanecer dormido mientras la aspiradora funcionaba a todo volumen a mi alrededor.

Ya sólo quedan seis noches más.  Por un lado tengo ganas de volver, aunque me figuro que el trabajo no tardará en hacerme echar de menos estas vacaciones.  
  
Mañana tenemos una bonita clase a las 6 de la mañana.  Luego desayunaré y después saldremos para Bylakuppe que está a hora y media de distancia en coche.  Hemos contratado a un tío que nos llevará en coche, nos llevará a todos los sitios interesantes y nos traerá de vuelta al anochecer.  Todo por 1.500 rupias (25 euros).  

Javi en el Golden Temple.

Domingo 24 de agosto.

El templo de oro budista de Bylakuppe era fascinante.  Resulta que es un asentamiento de 10.000 refugiados tibetanos a los que el gobierno indio cedió unos terrenos.  Cuando hemos hablado estaba en el Golden Temple vacío, pero luego a las 13:00 han empezado a sonar los gongs y los monjes han salido de sus celdas para ir a orar.  Se ponían a recitar sus oraciones cantando, dando golpes a esos tambores y sonando las trompetas.  La gente podía permanecer dentro del templo y he sacado fotos y un par de vídeos.  Además de ese templo había otros dos más pequeños donde otros monjes oraban.  No sé qué diferencia había entre los tres templos.  En el primero, donde cabía más gente, parece que estaban los más jóvenes.  En el segundo había sólo adultos, mientras que en el tercero una heterogénea mezcla de ocho personas.  Parecía como si estos últimos hubieran sido castigados.

Luego nos hemos ido a una especie de parquecillo en la jungla al lado de un río donde hemos estado alrededor de una hora.  Las fotos más interesantes son las que hemos sacado desde un puente colgante tipo Indiana Jones y las de un grupo de ciervos a los que se podía dar de comer pepinos.  Javi se ha acercado tanto a una mona que al final la mona le ha enseñado los dientes y le ha gruñido, asustándonos.  Tenía pinta de estar preñada, igual por eso no estaba de muy buenas pulgas.

Estatuas de Buda en Bylakuppe.


Martes 26 de agosto.

He ido a hablar con Sharath.  Ha sido cosa de cinco minutos y yo he hablado más que él.  Según parece, mi práctica de la primary series es "fine""perfect", según sus propias palabras.  Dice que tengo que seguir haciendo backbendings pero que no ve ningún problema.  Me ha dicho que ahora haré pashasana y la "próxima vez". más posturas de la serie intermedia.  Me he despedido de él y de su madre (que andaba por ahí) por adelantado, aunque todavía lo veré dos días más.

He estado en el hotel Lalitha Mahal y he hecho bastantes compras.  Me he gastado casi 300 euros.  Ya no habrá más compras, así que ya no tengo que hacer más recorridos por la ciudad.  Ya sólo me queda preparar la maleta.  Mañana a las 10:00 de la mañana voy a hacer otra cosa: ir al dentista.  Me voy a hacer una limpieza de dientes por 500 rupias (menos de 8 euros).  Cerca de la shala hay una clínica dental y he ido a ver qué pinta tenía.  El sitio parecía higiénico y me han dicho que utilizan aparato con ultrasonidos, que es la forma buena (antes se usaba una cosa que iba raspando mecánicamente), así que voy a ir y a ahorrarme un pico.  Ya no recuerdo lo que costaba en Madrid, aunque supongo que 50 euros o más.  


Miércoles 27 de agosto.

Hoy he hecho pashasana, la primera postura de la serie intermedia.  Sharath me ha atado en la postura, pero cuando me ha soltado me he caído para atrás.  Me han dicho que tengo que ponerme en cuclillas sobre los pies con los talones levantados.  Yo los tenía en el suelo y parece que así la postura es imposible.  Mañana lo probaré de nuevo.  Sólo quedan un par de días.  


Jueves 28 de agosto.

Ya tengo casi preparada la maleta y he quedado con un taxista.  Finalmente he pasado de andar yendo en tren a Bangalore y luego buscar algún medio de transporte que me lleve al aeropuerto.  Vendrá un tío a la puerta de casa y tres horas después me dejará en la puerta del aeropuerto.  ¡Vuelvo a casa!

2 comentarios:

  1. Muchas gracias Fernando por compartir un diario tan personal, lo he disfrutado mucho ;)

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  2. Me ha encantado, viene muy bien para saber un poco que te puedes encontrar por allí. Muchas gracias

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