lunes, 11 de mayo de 2015

¡Ashtanga Yoga al fin en Bilbao!



Si sabes qué es el Ashtanga Yoga y eres de Bilbao, seguro que te has planteado la siguiente pregunta más de una vez: ¿por qué no hay ninguna escuela de Ashtanga Yoga en Bilbao? 

La respuesta no es fácil, porque se da la curiosa circunstancia de que, en España, ciudades pequeñas como Oviedo, Ibiza, Mallorca o Las Palmas tienen escuelas de Ashtanga Yoga consolidadas desde hace años, mientras que en ciudades grandes como Valencia, Zaragoza o Bilbao el Ashtanga Yoga parece no haber cuajado. 

Lo cierto es que a lo largo de los últimos años, durante mi estancia en Madrid, mucha gente me preguntaba: “Oye, tú que eres de ahí; voy a pasar unas vacaciones en el País Vasco y me gustaría practicar Ashtanga, ¿sabes dónde puedo ir?”  Mi respuesta era siempre desalentadora: en Bilbao ha habido y hay algunos intentos intermitentes para crear grupos de práctica esporádica de Ashtanga Yoga pero, desde luego, no hay nada parecido a una escuela dedicada a Ashtanga Yoga con un programa diario de clases por el estilo de lo que se encuentra en Madrid o Barcelona.   

Entonces, ¿qué es lo que sucede?  ¿No será acaso que el Ashtanga Yoga no les gusta a los vascos?

Nada más lejos de la realidad.  A lo largo de los últimos años dentro de la comunidad de Ashtanga Yoga que hay en Madrid he tenido la oportunidad de conocer a muchos y apasionados practicantes vascos que, al regresar a su tierra natal de vacaciones y, ante la ausencia de alternativas, se resignaban a desenrollar la esterilla en algún rincón de su propia casa. 

De hecho, la práctica de Ashtanga Yoga, quizás de manera sorprendente para quien no la conozca, encaja muy bien con la personalidad e idiosincrasia vascas.  De gran exigencia física, requiere seriedad, compromiso y grandes dosis de paciencia, cualidades de las que andamos muy bien dotados.  La práctica, aunque desde fuera resulte vistosa, va de mirar hacia dentro, de trabajar de manera individual con lo que cada uno dispone -y carece- y de aprender a aceptar y afrontar sin desánimo las dificultades.  Durante una práctica de Ashtanga Yoga estilo Mysore no hay lugar a demasiadas conversaciones: se entra en la shala en silencio, como si de un templo se tratara, y durante la clase se escucha poco más que la respiración neumática de los practicantes, así que los vínculos personales que se llegan a forjar dentro de una escuela de Ashtanga Yoga son sólidos y duraderos, pero requieren tiempo, lo cual concuerda con el sentido vasco de la amistad.  Por último, el tiempo de estas latitudes tampoco suele dar muchas excusas para no ir a practicar y quedarse en una terraza disfrutando del sol y tomando unas cañitas.  Por ejemplo, mi amigo Curro de Ashtanga Yoga Conil me contaba hace unos meses en Mysore que allá por Cádiz el solecito diezma sus clases.

Por todo ello, de corazón creo que si hasta ahora no ha habido una escuela de Ashtanga Yoga en Bilbao no es por otro motivo que porque nadie lo ha hecho.  El Ashtanga Yoga está ahí, como el oxígeno, esperando ser respirado por alguien.  El Ashtanga Yoga ha fascinado y mejorado la vida de varias generaciones en todo el mundo, y tal vez Bilbao constituya uno de los campos más propicios para que su semilla germine.  De veras creo que con la apertura de Ashtanga Yoga Bilbao se va a cubrir un vacío del que nuestra ciudad ha adolecido durante demasiado tiempo.  En lo que a mí, Fernando Gorostiza, respecta, la tarea que he asumido supone un gran honor pero, también, una gran responsabilidad.

La escuela Ashtanga Yoga Bilbao a día de hoy, 11 de mayo de 2015, no está abierta, pero no cabe duda de que falta muy poco.  La búsqueda de local comenzará en junio y esperamos haber arrancado para el mes de septiembre.  ¡Te esperamos!

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