lunes, 19 de diciembre de 2016

¡Ashtanga Yoga Bilbao te desea feliz Navidad!


Desde Ashtanga Yoga Bilbao queremos desearte una feliz Navidad y un espléndido año 2017 a través de este Christmas navideño diseñado por Nines Blázquez con una interpretación navideña de uthitta hasta padangustasana.  Si estás leyendo esto, tanto si eres estudiante de Ashtanga Yoga Bilbao como si lo has sido en el pasado, piensas serlo en el futuro o simplemente nos sigues a través de este blog, la pagina web, nuestra lista de correo o las redes sociales, te damos las gracias por tu interés en este ilusionante proyecto que está a punto de cumplir 15 meses de existencia y del que de algún modo u otro tú también formas parte.

Si todo ha ido bien ahora debemos estar en Mysore, seguramente con jet lag después de un largo viaje de 4,5 horas en autobús desde Bilbao hasta Madrid, 15 horas en sendos aviones Madrid-Nueva Delhi y Nueva Delhi-Bangalore y por fin 4 horas en coche hasta Mysore.  Próximamente daremos señales de que hemos llegado sanos y salvos y publicaremos alguna foto de lo que serán unas tropicales navidades.  ¡Presta atención al blog y a las redes sociales!

Cómo no, nos gustaría animarte para que durante estas semanas continúes tu práctica de Ashtanga Yoga.  Una de las grandes ventajas del estilo Mysore estriba en que en realidad no necesitas una escuela ni un profesor para mantener la práctica; tan sólo te hace falta un espacio, tiempo y motivación.  Sabemos por experiencia lo difícil que puede resultar la práctica en solitario, así que te vamos a dar algunos consejos al respecto:


  • No te impongas ninguna meta en cuanto a qué hacer o hasta dónde; empieza con los saludos al sol y continúa paso a paso.  Si te aburres o se te echa el techo encima, termina la práctica y vuelve a intentarlo al día siguiente.  Más vale media hora cada día que dos horas de vez en cuando.
  • Procura practicar nada más levantarte, y levántate antes de que lo haga el resto de la gente de casa.  Si lo dejas para más tarde, es probable que te surjan obligaciones, recados, citas o compromisos que te impidan desenrollar la esterilla.  Tampoco hace falta que te levantes a las cinco de la mañana, pero te aconsejamos que escojas una hora prudente antes de que comiencen a surgir los quehaceres del día y antes de que el resto de la gente de casa se haya puesto en marcha.  Dentro de pocos días tendrá lugar el solsticio de invierno, lo cual significa que en esta época del año es cuando amanece más tarde: después de las ocho.  Por tanto, las ocho es una hora estupenda para que el sol te encuentre saludándolo sobre la esterilla.  ¡Pocas cosas despiertan más y te dejan más lleno de energía que hacer los saludos al sol bajo sus primeros rayos!
  • El rito hace el hábito.  Practica a la misma hora, en el mismo sitio, con el mismo tipo de ropa, con la misma toalla al lado y quizás con una vela encendida, alguna imagen religiosa o la foto de un ser querido ausente.  Esos pequeños detalles ayudan mucho psicológicamente.
  • Si te resulta posible, aprovecha el estímulo de la práctica en compañía.  Si tienes un amigo o familiar que practica Ashtanga Yoga o mejor aún, si tu pareja lo hace, sería estupendo que compartieseis la práctica.  Podéis quedar en algún sitio o levantaros juntos para practicar.  La compañía es una gran motivación, a veces decisiva, para no dejarse llevar por la pereza.
  • Para aportar algo de variedad a mi práctica en solitario, una vez a la semana suelo hacer una clase guiada con un audio de Sharath Jois.  Hay disponibles en Internet varios audios y vídeos de Sharath y hasta de Pattabhi Jois guiando la primera serie de Ashtanga Yoga.  Los vídeos de Youtube, por ejemplo, se pueden convertir fácilmente en mp3 para reproducirlos en un equipo de música.  Si eres alumno de nuestra escuela puedes ponerte en contacto con nosotros y te podemos hacer llegar uno de ellos.

Y recuerda... ¡nos vemos en Ashtanga Yoga Bilbao a partir del 9 de enero!

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Diario de un viaje a Mysore en los tiempos de Guruji - 2ª parte.

En la puerta del Templo de Oro en Bylakuppe.

Domingo 3 de agosto.

Hoy ha habido clase a las 6:00.  Ha ido todo bien.  Nacho no ha ido porque ha tenido un ataque de pereza.  Javi tuvo ayer un percance con la moto.  Al arrancar en una zona con tierra resbaló y se cayó con la moto.  Tiene un rasponazo en el codo y un golpe en la cadera, pero ha ido a practicar.  Parece que chocó con una señora que iba con el hijo, pero no les pasó nada a ellos porque acababan de arrancar e iba muy lento.


Lunes 4 de agosto.

Anoche fuimos a ver el palacio del Maharajá de Mysore, una de las atracciones que ofrece la ciudad.  Es un edificio bastante impresionante, aunque sólo lo vimos por fuera.  A las 19:00 encendían unas bombillas que lo iluminaban como si fuera el Corte Inglés en Navidad y salía una banda militar a tocar unas marchas.  La iluminación era un tanto cutrecilla, la verdad.  El recinto, que era bastante más grande que el Palacio Real de Madrid, estaba lleno de gente.  Había elefantes y una zona de templos con unos religiosos, unos brahmines metidos dentro que cuidaban las imágenes de algunos dioses a los que los indios iban a adorar y darles unas monedas.  

Luego fuimos a cenar por ahí.  Consultamos una guía y encontramos un hotel que resultó ser repugnante.  Según vi el percal les dije que iba a mirar cómo comían, porque yo no pensaba probar nada de ese lamentable lugar donde la única elección era pollo, mutton (cordero viejo) o el típico plato indio consistente en arroz refinado y verduras.  Al final mis escrúpulos redundaron en el beneficio de todos, porque nos acabamos yendo al hotel Parklane que tenía mucha mejor pinta y donde comimos muy bien.  Pedimos dos platos cada uno que compartimos entre todos.  Yo cogí langostinos salteados con verduras y un plato de champiñones con verduras y una salsa roja.  Todo tenía nombres raros y escogimos al azar.  Por ejemplo, mi segundo plato era "mushroom makhami" o algo así.  Estaba todo bueno, aunque algunos platos eran muy picantes.  Menos mal que les habíamos dicho que no queríamos nada picante.  Pero mezclando lo picante con lo no picante, la cosa se arreglaba.  Tomamos postre y todo (ellos helados y yo yogurt), entrantes, bebidas varias y extra de yogur para reducir el picante de algunos platos y nos salió todo por menos de cuatro euros por cabeza.   

Nacho con Sharath el día del cumpleaños de Guruji.

No estamos faltando ningún día a la práctica, como unos campeones.  Nacho está en navasana, con Sharath ayudándole en marichyasana D y Javi en marichyasana C.   Yo hago la serie entera, con backbendings y todo, lo cual no ha dejado de sorprenderme porque me veía aún muy verde.  Separo mucho los pies pero no levanto talones y Sharath no me dice nada.  No me he pegado ningún castañazo, aunque en la subida suelo retrasar el momento de estirar las rodillas por precaución, para no caerme hacia atrás, y lo que suele pasarme es que me caigo hacia delante sobre las rodillas.  Esto suele pasarme en una o dos de cada tres subidas.  Pero ni tan mal.  Mejor eso que caerme hacia atrás o hacia delante y comerme a alguien.  Luego viene Sharath y me ayuda en lo de bajar con las manos en los hombros y caminar hacia los pies.  No me insiste en que ande mucho, la verdad.  Me figuro que aún estoy muy lejos.  Luego, antes de los finales, se me echa encima en paschimottasana durante, digamos, tres segundos.


Martes 5 de agosto.

Acabo de levantarme.  Como lo hago tan temprano, me estoy dando cuenta de que cada vez está amaneciendo antes.  Ayer entramos bastante fácil a la shala, y tenemos la sensación de que Sharath está a punto de adelantarnos la hora, cosa que no me haría la menor gracia.  La gente aquí parece que arde en deseos de empezar a primera hora, las 04:45.  Hablamos con una chica con cara de flipada sobre eso y nos contó unas cosas muy chachis sobre practicar mientras se alzaba el sol que a mí no me convencen en absoluto.  Levantarme a las 4 supone acostarme a las 20 horas, y eso es algo que no he hecho desde que era un niño pequeño.  Tampoco podríamos desayunar en el Santosha, que abre a las 8, y en general sería un poco mierda.  Cuando Sandra estuvo aquí practicó a las 8 de la mañana todo el mes.  No sé cómo lo consiguió, pero estaría bien saberlo.  Lo curioso es que a nosotros tres Sharath nos tiene ya fichados.  A veces nos cuela, en vez de decir "one more" nos ve y nos señala para que entremos. 

Javi con Sharath en la fiesta del cumpleaños de Guruji.

Miércoles 6 de agosto.

Javi ha pagado un nuevo mes y le han adelantado la hora desde las 07:30 a las 06:30, así que ya me puedo ir haciendo una idea para cuando renueve yo, que será el día 11.  Mi hora actual son las 07:15.  Y eso si no me cambia antes.  No sé si te he dicho que, además, todas estas horas son "shala time", lo cual supone 20 minutos antes de la hora real, porque son según el reloj de la shala, que no se sabe porqué está adelantado 20 minutos.  En realidad, ahora mismo estoy entrando a las 06:55.  A veces es un poco lío saber qué hora es realmente.

Ayer estuvimos hablando de Dios, religión, creencia y moral.  No llegamos a ninguna conclusión clara salvo a lo contradictorios que somos los seres humanos.  


Viernes 8 de agosto. 

He estado cansado esta mañana y me he pegado una siesta matutina.  La culpa la ha tenido la clase de las 6 de la mañana y tener que levantarme a las 5.  No ha sido una clase especialmente dura, pero llevo seis días seguidos de Ashtanga desde el domingo pasado y se hace notar.  Por suerte, mañana es el día de descanso.  Javi y Nacho no han venido y la han hecho en casa.  Como no se atan en marichyasana D tienen que quedarse esperando hasta que el resto de la clase llega a las posturas finales, y se han hartado.
  
En casa está viviendo ahora también María, otra amiga de Ashtanga Yoga Madrid.  A ella no le ha dado el yogi fever.  Tiene un problema en los codos (codo de tenista), motivo por el cual dejó de ir al estudio de Borja las últimas semanas y se está tomando la práctica con serenidad por lo que dice.  Nos ha hecho unas cuantas comidas bastante interesantes, guisos de verduras, tortas de mijo y falafel.  Ha sido un buen fichaje, desde luego.  Tenemos a un quinto inquilino durmiendo en el sofá: Javi, de Pamplona en vez de Madrid.  Se quedará aquí hasta que encuentre casa.  Tiene un jet lag de caballo.  Duerme por el día y por la noche está despierto.  Hoy a las cinco de la mañana cuando me he despertado, estaba en el porche contemplando la noche.

Calles y gente de Mysore.

Sábado 9 de agosto.

Lo de que les paren en marichyasana D es la repera.  Parece que la madre de Sharath no hace lo mismo, y también parece que es más laxa a la hora de enseñar posturas de la segunda serie.  Es como si Sharath fuera el poli malo.  En fin, lo cierto es que mañana volveré a ir solo a la led class porque ni Javi ni Nacho piensan acompañarme.  Menudos vaguetes están hechos, ya les he dicho.

Tenemos como vecina a una chica de Bilbao -ya es casualidad- llamada Amaia que lleva aquí ocho meses.  Fíjate: conoció a Borja cuando estuvo él aquí en enero.  La verdad es que la tía practica muy bien y Sharath le ha dado ya una decena de posturas de la segunda serie cuando apenas había hecho nada de Ashtanga antes de venir aquí.  Pensaba quedarse unos pocos meses pero luego cambió de idea y ha decidido alargar su estancia sine die; dejó su trabajo y está estirando sus ahorros todo lo posible, viviendo en un sitio muy pequeño -y supongo que barato- y comiendo frugalmente.

La verdad es que hemos conocido a unas cuantas personas maravilladas con la India pero que a veces me da que lo único que les fascina es que aquí pueden estarse de vacaciones durante largos periodos de tiempo por cuatro perras.  Hay gente que se apunta a cursos de un mes de masajes, de yoga o de pintura y que pretende volverse luego a Europa y vivir de ello durante seis meses y volver aquí el resto del año.  La práctica de yoga diaria que tengo aquí es dura, claro está, pero más duro es chuparme una jornada de trabajo en Madrid y después ir a clase de Ashtanga por la tarde.  Al fin y al cabo tengo el resto del día para vegetar.  Entiendo que podría apoltronarme fácilmente en esta vida.  Con el dinero que tengo ahora en el banco podría quedarme aquí, digamos medio año más.  Los gastos principales de ese año serían unos 400 euros por la casa y 1.500 euros por las clases.  Con el resto de pelas podría vivir opíparamente a razón de 12 euros al día (una fortuna aquí).  Pero claro, mi vida sería entonces una ilusión perenne, una irrealidad en pleno limbo tercermundista, y además tendría que acostumbrarme a toda esta miseria.  Hay gente que parece que se ha desquiciado, que ha hecho cálculos y se ha dado cuenta de esto mismo que te he dicho y que ha cambiado varias veces su billete de avión y lo que en principio eran dos meses lo ha convertido en seis y luego en doce.  Tengo serias dudas acerca de cuántos de esos lo hacen como un verdadero proyecto de vida y cuántos no han hecho otra cosa que abandonarse al placer de unas vacaciones larguísimas y de ir a una tienda con dos euros y tener la sensación de que eres un Dios al que los dependientes miran arrobados.  La India te permite tumbarte a la bartola y hacer cosas que en España no puedes hacer porque te saldrían carísimas, como ir cada semana o cada día a restaurantes de lujo, estar en un spa recibiendo masajes durante tres horas por 15 euros y comprarte una bicicleta por 10 y una moto por 200.  Cuando veo a gente que se está tirando aquí ocho meses y que se apunta a talleres de pintura, medicina ayurvédica, teacher trainings de yoga, lengua sánscrita y demás, a veces tengo la sensación de que son gente dispersa que no sabe muy bien qué es lo que quiere y que pretende conseguir cosas muy difíciles en un abrir y cerrar de ojos.  Nadie se hace experto en pintura, medicina o yoga en un curso de un mes, pero muchos tienen luego pretensiones de volver a Europa y vivir de ello, y te hablan de lo mucho que han aprendido en las 100 horas de ese curso en cuestión, como si tuvieran un Máster de alguna prestigiosa universidad.

Calle y tiendas de Mysore.

Lunes 11 de agosto.

Ha vuelto Internet esta mañana.  Hoy ha sido mi primer día a las 06:30.  Emocionante.  Las guiadas son a las 06:00, así que ha supuesto un pequeño descanso y todo.  Me ha ido bastante bien.  He hecho bien los tres backbendings, poniéndome de pie sin caer sobre las rodillas.  Luego me he pegado un fantástico desayuno en el Santosha consistente en tortilla de verduras y pan integral con humus y rodajas de tomate y pepino.  Hemos estado un par de japonesas y les he preguntado cosas graciosas sobre el Japón que no tengo ocasión de preguntar nunca a nadie, como a ver si comen ballena, a ver si les gustaría salir con un luchador de sumo, a ver qué opinan del Emperador y si lo veneran a la usanza de sus abuelos, a ver si es cierto que en Japón se emplea el stevia como edulcorante en la industria alimentaria, etc.   Sus respuestas: sí que suelen comer ballena, que sabe parecido al atún, el Emperador se la trae flojísima, más o menos como a nosotros el rey (ya no tienen un cuerpo de kamikazes en el ejército dispuestos a dar su vida por la gloria del emperador, vamos), sí que saldrían con un luchador de sumo porque, aunque está gordo, tiene mucha pasta y siempre acaban con actrices y presentadores de televisión muy atractivas y además, luego, cuando se retiran, adelgazan y se ponen guapos. Y lo del stevia no lo habían oído en su vida.

Hoy tengo que renovar las clases de Ashtanga.  Ya ha hecho un mes desde que estoy aquí.  El fin se acerca.  A ver si tengo suerte y Sharat me deja pagar sólo 15 días.  Me ahorraría unos 125 euros, que no está mal.  A ver si se pone las pilas también y le da por darme alguna posturilla nueva de la segunda serie ahora que estoy a punto de irme.  A fin de cuentas, a veces veo a gente que anda en la segunda serie y que se la ve bastante torpe en las posturas más sustanciosas de la primera.  Aunque bueno, me imagino que es una cuestión de tiempo.  Si te pasas aquí seis meses Sharath me imagino que ya aburrido de verte te da algo nuevo para que no te aburras tú también.  Hoy al lado he tenido a una oriental que hacía la tercera serie y que era la pera.  En un momento determinado, la tía se ha puesto en adho mukha y sin mover las manos de su sitio en ningún momento ha subido al pino, se ha tocado la cabeza con los pies y ha bajado al puente.  A continuación, sin detenerse ni mover las manos de donde estaban, ha subido al pino de nuevo y ha caído a adho mukha, repitiendo la operación muchas veces, como cinco, y siempre manteniendo las manos en el mismo lugar de la esterilla.  Todavía ahora me estoy preguntando si he visto lo que he visto o si ha sido parte de algún sueño.

Tarjeta de estudiante de los tiempos en que la shala de Mysore se conocía como AYRI (Ashtanga Yoga Research Institute); hoy en día y desde la muerte de Guruji se le conoce como KPJAYI (Krishna Pattabhi Jois Ashtanga Yoga Institute).

Martes 12 de agosto.

Lo de Sharath fue gracioso. Me hizo una rebaja tremenda por practicar 15 días: en vez de 17.400 rupias me cobró 15.500; 30 eurillos que me ha perdonado.  Qué generoso.  Luego le pregunté a ver si tenía algún consejo que darme, por eso de que nunca tenemos ocasión de hablar.  Se mostró bastante receptivo y me dijo que algún día por la mañana se lo recordara y que quedaríamos a eso de las 16:00. 

Hoy he hecho unos backbendings perfectos. Me he puesto de pie sin caerme sobre las rodillas todas las veces. He hecho una caída y una subida extra y todo. La repera. Aquí es algo de lo más normal (casi todo el mundo lo hace) pero recuerdo que cuando alguien lo hacía en Madrid daba la impresión de que era algo muy avanzado. Sólo recuerdo a Pilar, a una inglesa llamada Marina y al tailandés que fueran capaces de hacerlo. En realidad no es para tanto y, como todo, tiene truco. Sólo que hasta que lo coges... madre mía. Yo llevaba ya más de un año subiendo y bajando con ayuda.

Mi idea sobre la vuelta es un asunto delicado. Me gusta este ritmo solazado de vida, pero sé que la India no es el sitio donde querría estar siempre. Estoy lejos de muchas cosas y de mucha gente a la que querría tener cerca, así que tampoco me siento que esté echando raíces ni nada. Echo de menos la gente y el estilo de vida de casa, pero no echo de menos la rutina laboral que me espera. Sí que me gustaría poder estar practicando Ashtanga a diario, no volver a tocar un trozo de código informático, pasarme el resto del día escribiendo y que mis compras diarias se redujeran a un par de euros, pero hoy por hoy eso es irrealizable. 


Miércoles 13 de agosto. 

El fin de semana vamos a irnos a hacer una excursión a la Fundación Vicente Ferrer en Anantapur, una ciudad que lleva una ONG española, aprovechando que no hay clase ni el sábado (descanso habitual) ni el domingo (día de de luna).  Iremos en tren, así que me figuro que será una pequeña aventurilla.  Vamos a ir Javi, Nacho y yo.  María tiene clase el sábado y como el mes que viene va a andar sola por la India, prefiere quedarse aquí.  Ayer nos hizo una tortilla de calabacín, por cierto.  A instancias mías sustituímos las patatas por calabacín convirtiendo a la tortilla en un excelente alimento de bajo índice glucémico.

Tienda de saris en Mysore..

Jueves 14 de agosto.

Finalmente no sabemos qué se va a hacer.  El cooperador que teníamos de contacto en Anantapur no ha dado señales de vida y estos no quieren ir sin que nos dé su visto bueno final.  Como alternativa me estoy planteando coger un tren e irme yo por ahí.  He estado viendo a ver cómo llegar a Hampi, que me han dicho que es uno de los sitios más interesantes que hay en el sur de la India.  No te puedes ni imaginar lo caótica que es la información que tienen los indios para consultar sus trenes.   Iría solo, claro está.  Estos parece que se han diluido en sus intenciones y me da que se van a quedar aquí todo el finde.  En realidad se podían haber ido hoy mismo a algún lado, puesto que mañana no tienen intención de ir a la led class de las 6.  No sé qué pasará al final, pero bueno.  Javi tiene también un pequeño problema de salud.  Fueron por ahí un día con las motos y cogió frío.  Tiene un dolor desde hace unos días en la zona uro-genital y está meando oscuro.  Tiene pinta de que tiene cistitis.  Se ha auto-medicado con antibióticos (no sé cómo un médico en España pudo darle antibióticos) pero no ha mejorado y tiene intención de ir al hospital a que le miren si continúa.

El otro Javi, el de Pamplona, es un tipo curioso.  Ha estado durmiendo entre nuestra casa y un hotel de lujo donde se ha estado dejando un ojo de la cara cada día.  Finalmente encontró una casa nueva al lado de la shala, pagó el mes entero pero el primer día que iba a pasar la noche en su nueva casa vio unas cucarachas y salió corriendo.  Ha vuelto al hotel y dice que no quiere saber nada de esa casa por la que ya ha pagado todo el mes.  María fue a verlo al hotel, donde estaba disfrutando de una habitación con cama doble, dos cuartos de baño, cocina, salón y televisor todo último modelo (le cuesta 2000 rupias al día, 30 euros), y parece que Javi pretende encontrar una casa con características similares.  ¡Que siga buscando!

Farmacia y dependiente.

Viernes 15 de agosto.

Javi tuvo nuevos problemas y lo tuvimos que llevar al hospital a que lo mirasen.  Se sentía mal, bebía mucha agua pero apenas meaba y sólo sangre.  Fuimos todos en familia.  El hospital indio no resultó tan horrible como me figuraba al principio.  Al menos, tenía pinta de limpio.  Si mi experiencia en urgencias del Gregorio Marañón por mi apendicitis me recordó a lo que debió ser un hospital de campaña alemán en Stalingrado, éste parecía una pequeña clínica privada.  No había mucha gente y en seguida lo llevaron a la zona de urgencias donde había cuatro enfermeras sólo para él.  La cosa se solventó con relativa sencillez: le metieron antibióticos en vena, le dieron unos antiinflamatorios y le recetaron unos antibióticos en pastillas potentes para que los tomase durante los próximos cinco días.  Volvió a casa y se quedó durmiendo.  Ahora parece que está bien.  Para cuando volvimos a casa eran las seis, demasiado tarde como para coger ningún tren.  Luego por la noche fuimos a una fiesta de cumpleaños de gente que no conocíamos.  

Hoy voy a ir a una de las atracciones turísticas de Mysore: Chamundi hill.  Es una colina que no sé muy bien qué tiene.  Supongo que templos o algo por estilo.  Tiene una subida bastante pronunciada con una escalera de varios cientos o miles de escalones.  

La verdad es que ayer estaba bastante cansado.  Cuando acabé la práctica volví a casa y me eché a dormir.  Seis días de práctica a la semana a las seis de la mañana se hace muy duro.  Al principio de la semana empiezo bien, pero luego voy notando los estragos: piernas y espalda cargadas, sobre todo.  No es que me duela horrores, pero sí veo que el jueves no responden con la misma intensidad con que lo hacen el lunes, y luego en casa cuando estoy sentado noto que las piernas están cansadas y que me piden que me tumbe.  Igual está también el hecho de que voy en bici a todos los lados, una bici que no tiene marchas y que cuando hay cuestas me obliga a tirar de piernas.  Estos dos días de parada -sábado+luna- vendrán bien.


Martes 19 de agosto - Desmadre y Hampi.

Ha sido un fin de semana de lo más excepcional.   Todo empezó el viernes.  Por la noche había una fiesta en la casa de un portugués, pero no teníamos la dirección exacta y no supimos llegar, así que nuestra velada terminó sin grandes novedades.  

Esto de las fiestas de los viernes por la noche es un aspecto bastante escandaloso de la vida de los extranjeros en Mysore.  Aprovechando que el sábado no se practica, todos los viernes por la noche se organiza en una casa distinta una fiesta que parece más un guateque universitario que la víspera del descanso de unos dedicados estudiantes de yoga que han peregrinado hasta la India para estudiar con su gurú.  En esas fiestas abundan el alcohol y la marihuana y muchos yoguis que durante toda la semana se comportan con gran disciplina acaban seriamente perjudicados.  Nosotros hemos estado presentes en varias de esas fiestas más que nada por socializarnos, pero debo decir que esos ambientes nos quedan ya un poco lejanos y que los representantes de Ashtanga Yoga Madrid en Mysore no han perdido en ningún momento las formas.  El asunto lo he abordado con algunas personas y en más de una ocasión he obtenido respuestas ásperas: en verdad no entiendo cómo se puede abandonar a la molicie gente que seis días a la semana dedica toda su energía a prácticas que apuntan hacia la espiritualidad.  Algunos no están de acuerdo con esto y me llegaron a decir que seguramente a Sharath le parezca muy bien fumar marihuana.  Los acontecimientos de este pasado fin de semana resultaron bastante esclarecedores.  En cualquier caso, me da la sensación de que muchos no están aquí por gusto y que lo que hacen es ponerse una máscara para fingir disfrutar algo que en realidad hacen forzados.

Bebiendo agua embotellada como si no hubiera un mañana.

En la última fiesta, a la que no logramos llegar, la cosa se salió de madre.  Es habitual que los invitados a la fiesta traigan algo, comida a bebida, a la casa del anfitrión para el disfrute de todos.  Pues bien, a una persona muy inteligente se le ocurrió elaborar un pastel de chocolate con marihuana y lo dejó a la vista de todo el mundo sin ningún aviso respecto a los ingredientes que contenía.  El resultado fue que varias personas -al menos dos- terminaron en el hospital, que la policía hizo una investigación y que acabaron informando a Sharath de lo que había pasado con sus cándidos estudiantes de yoga.

Sharath convocó a la gente a una conferencia urgente.  Primero hizo pedir disculpas en público al responsable de haber hecho el pastel de chocolate con marihuana, un profesor autorizado, lo expulsó de la escuela y le retiró la autorización.  Luego dio -nos dio- un severo rapapolvo por, según dijo, haber puesto en riesgo lo que su abuelo había construido con gran cariño a lo largo de tanto tiempo.  Le parecía increíble que organizásemos fiestas en las noches de lo que debían ser días de descanso y que hubiese alcohol y drogas.  Resulta que uno de los grandes acontecimientos de la fiesta tuvo lugar cuando una chica asiática hizo un espectáculo de pole dancing, lo cual también llegó a oídos de Sharath y nos acusó de conducta indebida y de no respetar las costumbres de la India con un espectáculo de índole sexual.  Acusó a los estudiantes de no entender lo que es el yoga y dijo que teníamos que leer y aprender mucho todavía.  Prohibió tajantemente toda clase de fiestas.  Los días de descanso son para descansar.  

Sharath tiene toda la razón, pero siendo abogado del diablo se me ocurre que quizás tendría que haberse esforzado un poco más en conocer a sus alumnos y saber cómo son realmente.  Esa clase de fiestas tienen toda la pinta de llevar institucionalizadas durante muchísimo tiempo y Sharath ha sido el último en darse cuenta de su existencia.  Un gurú tendría que conocer mejor a sus alumnos y no limitarse a impartirles una clase de asanas por la mañana, una conferencia semanal y punto.

Yo no me enteré de todo esto hasta ayer, porque finalmente decidí hacer esa excursión a Hampi y pasé fuera todo el fin de semana.  Nadie me quiso acompañar pero yo quería hacer alguna cosa excepcional antes de irme después de no haberme movido de Mysore en toda mi estancia y me fui solo.  Hampi es un lugar situado al norte del estado de Karnataka donde se ubican las ruinas de la capital del Imperio Viyanagara, un poderoso imperio hindú que fue derrotado hace cinco siglos por una confederación de caudillos musulmanes y cuya capital quedó arrasada, dejando un montón de restos arqueológicos que lo convierten en uno de los mayores hitos turísticos de la zona.

Con un pastorcillo y su perro en las ruinas de Hampi.

Por lo visto, en la India las aventuras empiezan desde el momento en que te subes a un transporte público.  Desde Mysore fui en tren a Bangalore, en un viaje de cuatro horas de pie sobre un traqueteante ferrocarril.  Se trataba de un tren con alrededor de una docena de vagones.  Los diez primeros tenían bastante buen aspecto, pero no me dejaron ocupar ninguna plaza.  No sé muy bien porque y nadie me lo ha sabido explicar, pero los indios, y no me refiero a funcionarios del ferrocarril, sino a los propios viajeros, me expulsaron de malos modos a los dos vagones de cola, que estaban enganchados aparte, atestados de indios pobres y apestaban.  Sospecho que era un tema de castas y que los vagones de delante estaban reservados para las superiores, con las que yo tampoco podía mezclarme.

En Bangalore cogí un billete para el tren que salía hacia el norte.  Hospet, el pueblo al lado de Hampi con parada de ferrocarril, estaba a unas diez horas.  Mi billete era de la categoría más alta: A, siendo la más baja la H.  Tenía a mi disposición una cama en una habitación con cuatro literas.  Mis compañeros de habitación eran tres indios ejecutivos.  Mientras esperaba en la parada de tren vi ratas en las vías y jaurías de perros que correteaban entre los trenes.  Cazando ratas, supongo.  Cuando llegó el tren atisbé lo que debían ser las plazas para los billetes de categoría H: vagones sin asientos, como trenes de ganado, en los que la gente se metía y se acomodaba en el suelo.

Al llegar a Hospet me asediaron indios que se subieron al tren en marcha ofreciéndome hoteles y guías turísticas a las ruinas de Hampi.  En la guía Lonely Planet recomendaban un hotel, el Priyadarshini, por su relación calidad-precio, y allá que me dirigí subiéndome en el primer rickshaw que encontré.  Hospet es una aldea muy pobre en la que da impresión caminar solo.  Todo el pueblo parece estar echado en las cunetas intentando vender judias, papayas, arroz y lo que sea.  Las casas destartaladas, manadas de cerdos revolviendo en la basura que se amontona por todos lados... no es un lugar desde el que enviarías una postal.  Me fui a la estacion de autobuses y al final me dejé engatusar por un indio que se ofreció a llevarme a Hampi en su rickshaw, enseñármelo todo y traerme de vuelta por 500 rupias.

Establos de elefantes en Hampi.
Uno de los templos más famosos de las ruinas de Hampi.

Y a unos minutos de las anteriores maravillas arqueológicas, éste es el panorama de una cuneta en Hospet. 

Al final no fue un guía turístico demasiado bueno, pero fue una experiencia curiosas.  Las ruinas eran muy interesantes y mereció mucho la pena el viaje.  Había muchos templos de decoración exquisita, palacios de nobles, del rey y de la reina, baños escalonados, restos de murallas de la antigua ciudad, establos de elefantes...  Quise volver a Mysore esa misma noche, pero en la estación de tren me dijeron que no quedaban billetes para Bangalore y tuve que quedarme un día más.  Aproveché para volver a Hampi, pero esta vez sin guía turístico.  Alquilé una bicicleta y volví a recorrer todo pero a mi aire, mucho mejor.

Llegué un día más tarde de lo debido y me perdí la clase del lunes con Sharath además de su rapapolvo por la fiesta.  El martes me preguntó a ver dónde había estado.  ¡Curioso que me echase de menos!  Parece que las historias acerca de su proverbial memoria son ciertas.


Viernes 22 de agosto.

Mañana es día de descanso, aunque no hay nada especial pensado.  Hemos estado cenando en el Green Hotel como una docena de personas, todos hispano-hablantes (españoles, mejicanos, chilenos y una pareja de italianos que saben español) y nos han dado las once de la noche.  Los indios no sabían qué hacer para deshacerse de nosotros.  Han estado hablando de ir mañana a ver una película india en un cine indio, pero a mí no me parece una buena idea porque no entenderé nada.  


Sábado 23 de agosto.

Al final, sí que vamos a ir al sitio budista de Bylakuppe.  Iremos Javi y yo.   Parece que a Nacho le dio envidia mi excursión a Hampi y me ha dicho que igual va el finde que viene, cuando yo me haya ido ya.  Ya podía haber ido cuando se me ocurrió a mí, la verdad.  Así no habría ido solo.  Él tiene un poco de fobia a dormir en un tren.  Dice que con el traqueteo no puede dormir.  Lógicamente, con el traqueteo y el ruido se duerme peor, pero cuando estás cansado te acabas durmiendo incluso si estás en medio de un bombardeo.  Bueno, al menos a mí me pasa así.  Cuando vivía en Bilbao solían sorprenderse en casa por mi capacidad de permanecer dormido mientras la aspiradora funcionaba a todo volumen a mi alrededor.

Ya sólo quedan seis noches más.  Por un lado tengo ganas de volver, aunque me figuro que el trabajo no tardará en hacerme echar de menos estas vacaciones.  
  
Mañana tenemos una bonita clase a las 6 de la mañana.  Luego desayunaré y después saldremos para Bylakuppe que está a hora y media de distancia en coche.  Hemos contratado a un tío que nos llevará en coche, nos llevará a todos los sitios interesantes y nos traerá de vuelta al anochecer.  Todo por 1.500 rupias (25 euros).  

Javi en el Golden Temple.

Domingo 24 de agosto.

El templo de oro budista de Bylakuppe era fascinante.  Resulta que es un asentamiento de 10.000 refugiados tibetanos a los que el gobierno indio cedió unos terrenos.  Cuando hemos hablado estaba en el Golden Temple vacío, pero luego a las 13:00 han empezado a sonar los gongs y los monjes han salido de sus celdas para ir a orar.  Se ponían a recitar sus oraciones cantando, dando golpes a esos tambores y sonando las trompetas.  La gente podía permanecer dentro del templo y he sacado fotos y un par de vídeos.  Además de ese templo había otros dos más pequeños donde otros monjes oraban.  No sé qué diferencia había entre los tres templos.  En el primero, donde cabía más gente, parece que estaban los más jóvenes.  En el segundo había sólo adultos, mientras que en el tercero una heterogénea mezcla de ocho personas.  Parecía como si estos últimos hubieran sido castigados.

Luego nos hemos ido a una especie de parquecillo en la jungla al lado de un río donde hemos estado alrededor de una hora.  Las fotos más interesantes son las que hemos sacado desde un puente colgante tipo Indiana Jones y las de un grupo de ciervos a los que se podía dar de comer pepinos.  Javi se ha acercado tanto a una mona que al final la mona le ha enseñado los dientes y le ha gruñido, asustándonos.  Tenía pinta de estar preñada, igual por eso no estaba de muy buenas pulgas.

Estatuas de Buda en Bylakuppe.


Martes 26 de agosto.

He ido a hablar con Sharath.  Ha sido cosa de cinco minutos y yo he hablado más que él.  Según parece, mi práctica de la primary series es "fine""perfect", según sus propias palabras.  Dice que tengo que seguir haciendo backbendings pero que no ve ningún problema.  Me ha dicho que ahora haré pashasana y la "próxima vez". más posturas de la serie intermedia.  Me he despedido de él y de su madre (que andaba por ahí) por adelantado, aunque todavía lo veré dos días más.

He estado en el hotel Lalitha Mahal y he hecho bastantes compras.  Me he gastado casi 300 euros.  Ya no habrá más compras, así que ya no tengo que hacer más recorridos por la ciudad.  Ya sólo me queda preparar la maleta.  Mañana a las 10:00 de la mañana voy a hacer otra cosa: ir al dentista.  Me voy a hacer una limpieza de dientes por 500 rupias (menos de 8 euros).  Cerca de la shala hay una clínica dental y he ido a ver qué pinta tenía.  El sitio parecía higiénico y me han dicho que utilizan aparato con ultrasonidos, que es la forma buena (antes se usaba una cosa que iba raspando mecánicamente), así que voy a ir y a ahorrarme un pico.  Ya no recuerdo lo que costaba en Madrid, aunque supongo que 50 euros o más.  


Miércoles 27 de agosto.

Hoy he hecho pashasana, la primera postura de la serie intermedia.  Sharath me ha atado en la postura, pero cuando me ha soltado me he caído para atrás.  Me han dicho que tengo que ponerme en cuclillas sobre los pies con los talones levantados.  Yo los tenía en el suelo y parece que así la postura es imposible.  Mañana lo probaré de nuevo.  Sólo quedan un par de días.  


Jueves 28 de agosto.

Ya tengo casi preparada la maleta y he quedado con un taxista.  Finalmente he pasado de andar yendo en tren a Bangalore y luego buscar algún medio de transporte que me lleve al aeropuerto.  Vendrá un tío a la puerta de casa y tres horas después me dejará en la puerta del aeropuerto.  ¡Vuelvo a casa!

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Diario de un viaje a Mysore en los tiempos de Guruji - 1ª parte.



La perspectiva de un nuevo viaje a Mysore me ha animado a llevar a cabo la que pensaba sería una tarea colosal: confeccionar la crónica de mi primer viaje a Mysore en el año 2008.

Digo confeccionar porque en realidad no escribí nunca ninguna crónica al uso de aquel viaje, pero sí que estuve bastante en contacto con el mundo exterior a través de correos electrónicos.  La idea era bucear entre todos aquellos correos, ordenarlos, corregirlos, censurarlos, en algunos casos traducirlos y completarlos hasta juntar una especie de diario de lo que fue aquel viaje.  Al final no ha sido para tanto; apenas me ha llevado un puñado de días, aunque ha acabado siendo bastante más largo de lo que pensaba y tendré que publicarlo en dos partes.

En esta crónica se hallarán algunos puntos interesantes sobre todo para el que ha conocido el Instituto de Ashtanga Yoga actual, como la celebración del último cumpleaños en vida de Pattabhi Jois y el momento en el que Sharath acababa de recoger el testigo y empezaba a encargarse de las clases en solitario ayudado por su madre Saraswathi.   Al que no conoce Mysore y/o la India le resultará interesante leer las reacciones de un occidental que se enfrenta por primera vez a la realidad de aquel mundo, tan interesante pero tan extraño y a veces chocante para nuestra mentalidad.  Mientras volvía a leer estos correos no he podido evitar sonreír al leer las cosas que me llamaron la atención hace ocho años y quise hacer notar a la gente de casa.  Algunas de ellas, como escandalizarme por madrugar tanto para practicar, son hoy parte de mi vida cotidiana y a otras muchas seguramente ya ni siquiera les daré importancia al volver a afrontarlas dentro de algunas semanas.

Una imagen vale más que mil palabras pero, por desgracia -o por suerte-, aquellos no eran tiempos de smartphones y las fotos había que sacarlas con cámaras fotográficas ad hoc.  Por ello no dispongo de demasiadas imágenes originales de aquel viaje con las que ilustrar el diario.  Pero eso sí, las que ilustran el artículo son auténticas de los hecho narrados.  

Que esto sirva de documento histórico para los viajeros a Mysore y practicantes de Ashtanga Yoga en general y, cómo no, para entretener a los lectores que siguen nuestro blog.  De alguna manera, nosotros en Ashtanga Yoga Bilbao hemos procurado traer un poquito de allí hasta acá, por lo que la lectura de este diario quizás sea imprescindible para comprendernos.


Escribiendo ¿este diario? en el porche de casa en Mysore. 


Viernes 11 de julio.

He llegado ya.  Acabo de comprobar que sí que hay Wi-Fi en casa.  De momento todo parece muy, muy cutre.  Son las 5 de la mañana y no voy a escribir mucho.  Estoy escribiendo desde la pda. Cada día se va la luz varias veces y con ella Internet. Sólo me puedo conectar ahora con la pda, no se porqué.


Lunes 14 de julio.

Ayer tuvimos un incidente.  Fuimos a la primera clase, la guiada del domingo.  Hice la serie entera, aunque al final me sentía cansado y sediento.  Cuando terminé, me fui a buscar agua desesperado.  La cosa tenía mala pinta. Tenía sueño, sed y nada de hambre.  Acabé yéndome a dormir con dolor de cabeza.  Curiosamente, Nacho ha tenido exactamente lo mismo.  Nos han dicho que es la yogi fever, resultado de un sobreesfuerzo tras un largo viaje.  Ayer estuve todo el dia en la cama.  Hoy estoy ya mejor.  Me he pasado la tarde escribiendo y bebiendo agua con unos polvos para reponer minerales que nos ha traído Javi.


Miércoles 16 de julio - Encuentro con Guruji.

Llegué a Mysore hace cinco días, y al fin hoy he logrado tener una conexión a Internet decente.  No sé si sabes, pero estaré en la India hasta el 29 de agosto gracias a un permiso sin sueldo al que me acogido en el trabajo.  He venido a practicar Ashtanga Yoga en el estudio de Shri Krishna Pattabhi Jois, el creador del estilo que a sus 93 años recién cumplidos sigue dando guerra.  Por así decirlo, esto es la Meca de Ashtanga Yoga.   Se practica todos los días a las 7 de la mañana excepto los sábados y los días de luna llena y nueva. 

Estoy viviendo con dos amigos de Madrid, Javi y Nacho, en una calle que se llama 5th Main.  Para los conocedores del lugar, entre el Tina´s Café y el restaurante de la calle 6th Main.  Nuestra casa es bastante grande pero oscura porque fue diseñada de manera que a pleno día en el salón principal tenemos que estar con las luces encendidas, si es que hay electricidad.  Lo digo porque cada día hay varios cortes de electricidad de varias horas de duración.  Tampoco se puede beber agua del grifo salvo que quieras arriesgarte a pasar una buena temporada en el hospital, las verduras y fruta hay que sumergirlas en lejía antes de comerla y nuestro baño y cocina dan un poco de asquito.  Hay muchas historias de gente que se pone mala de las tripas, por lo que yo sigo estrictas normas de higiene.  Me he traído el kéfir, que se ha hecho todo un trotamundos y seguirá desempeñando su papel sanador.  Cuando vamos al centro la cosa se vuelve más cruda, aunque tampoco es Delhi, que me han dicho que es la pera.  Lo mejor es lo barato que sale todo. 

No hay tantos mosquitos como pensaba y eso sí, hay mucha pobreza.  Javi, Nacho y yo estamos viviendo en Gokulam, en lo que parece un barrio pijo dentro de la ciudad en el que también está la shala de yoga de Pattabhi Jois, aunque el barrio tampoco es nada del otro jueves.  Nuestra cocina es muy rudimentaria, con fregaderos de piedra y grifos toscos.  Al menos tenemos retretes normales, lo cual es todo un lujo porque la mayoría de sitios disponen de un mero agujero en el suelo sobre el que acuclillarse.  Donde no suele haber es por la calle, en los bares de desayuno y así.  En nuestra casa hay una habitación con uno de esos baños con un agujero en el suelo, y hemos visto gente que también tiene un baño de esos además de uno normal.  A pesar de que tiene inodoro, nuestro baño es bastante asqueroso.  Es como para sacarle una foto, en serio.  Hay un desagüe en el suelo que utilizo para ducharme y limpiarme los dientes.  No hay plato de ducha, así que el agua cae de la cebolla sobre todo el suelo del cuarto de baño, que está hecho de piedra rojiza.  Nada de azulejos.  Hay también una extraña estructura de piedra en una esquina llena de agua y tapada con un plato que no sé para qué sirve.  Javi me ha dicho que cree que sirve para recoger el agua de lluvia y utilizarla en momentos de escasez.  Sea lo que sea, es rarísimo.


Pues mira, al final sí saqué una foto al cuarto de baño.

También tenemos un frigorífico pequeño y aunque no es posible obtener nada de carne o pescado, hay leche a tutiplén (incluido leche desnatada, yogurt - curd, lo llaman) y huevos.  Lo mejor son los precios.  Todo es sumamente barato.  Puedes obtener una comida completa por menos de un euro (que al cambio vienen a ser unas 70 rupias).  El centro de la ciudad es increíblemente sucio y pobre, abarrotado de gente y tráfico (principalmente motos y rickshaws o mototaxis).  Se conduce por el lado izquierdo y la circulación es un completo caos.  Se abren camino tocando el claxon continuamente.

Tuve la suerte de conocer a Pattabhi Jois el día que me registré en la shala.  Sharath estaba impartiendo clase a un grupo de indios (muy poca gente, apenas una docena) por la tarde y nos condujo a la oficina donde estaba sentado su abuelo.  Me senté justo ante él.  Fue un momento muy emocionante.  Primero se interesaron por la carta que había que enviar para practicar con ellos.  Dijimos que sí la habíamos enviado y a continuación, sin comprobar nada nos preguntaron de dónde veníamos y quién era nuestro profesor.  "Oh, Borya, Borya", respondió Pattabhi cuando le hablamos de Borja, a quien conoce bien.  La pronunciación de nuestras jotas parece que les cuesta.   Pattabhi Jois está muy delgado y ya no enseña.  Nadie lo ve durante las clases.  Parece que está enfermo y Sharath se ha hecho cargo del sitio definitivamente, con la ayuda de su madre.  Demasiados pocos profesores para tantos estudiantes, para ser honestos.  Hay alrededor de 70 personas dentro de la clase, que está completamente llena de 04:30 a 09:30 de la mañana.  ¡La gente tiene que ir a los vestuarios y junto a los lavabos para hacer la secuencia final!  La gente probablemente tendrá ocasión de ver a Pattabhi Jois durante las celebraciones de su cumpleaños, que tendrán lugar pasado mañana. 

La entrada a la shala.

Nacho y yo tuvimos un problema de salud el primer día de práctica.  Fue el pasado domingo, tras la clase guiada.  A mí me dejó terminar la serie.  Sharath detiene a la gente en ciertas posturas (marichyasana D y supta kurmasana) y no les deja seguir si considera que no lo están haciendo adecuadamente, pero a mí no me detuvo.  Durante la secuencia final empecé a notar mucha sed y cuando la clase terminó no podía pensar en nada salvo en agua.  Llevaba una barrita Larabar de chocolate y coco, pero mi boca estaba tan seca que ni podía tragarla.  Compré agua y me bebí una botella de dos litros de golpe.  Luego fuimos a desayunar pero no tenía nada de hambre.  Sólo me apetecía dormir.  Volví a casa con dolor de cabeza y dormí el resto del día.  A Nacho, que voló conmigo desde España, le pasó exactamente lo mismo con unos minutos de diferencia.  Al día siguiente estaba algo mejor, pero me pasé todo el día bebiendo agua con unos polvos de sales minerales para rehidratarse que me dieron.

Hay mucha gente interesante por aquí, así como un grupo bastante grande de españoles practicantes de Ashtanga, alrededor de diez.  Los indios son muy majos, pero en cuanto hay dinero de por medio, intentan engañar. 


Jueves 17 de julio.

Tengo un número indio finalmente, aunque lo que más barato sale es cogerse una de esas tarjetas para llamadas internacionales y llamar desde un fijo en un locutorio.  Estoy sin saldo en el móvil, porque les he dado 500 rupias por la tarjeta y el resto para ponerme saldo y el listo de la tienda no me ha metido el saldo, por lo que con la primera llamada que he hecho a Bilbao se me ha agotado lo poco que venía con la tarjeta.  A ver si mañana me paso por ahí y le tiro de las orejas al indio listo. 

No va haber clase mañana, pasado ni al otro por las celebraciones del cumpleaños de Patthabi, así que mi vuelta a la práctica será el domingo, justo una semana después del chungo que nos dio a Nacho y a mí.  Espero que vaya bien esta vez.


Viernes 18 de julio - Cumpleaños de Guruji.

Hoy ha tenido lugar el que sin duda será el gran acontecimiento de este viaje: el 93 cumpleaños de Sri Krishna Pattabhi Jois, gurú de Ashtanga Yoga.  

Todos los estudiantes hemos sido invitados a un local en el centro de Mysore donde se ha preparado una gran fiesta.  Todo el mundo iba con sus mejores galas.  Llamaba la atención ver a las chicas, orientales y occidentales, ataviadas con saris tradicionales.  Entre los estudiantes estaba el famoso John Scott, con quien me he sacado una foto y Peter Sanson, el profesor neozelandés que últimamente viene siempre a Madrid en mayo. 


Guruji en lo que a la postre sería la última tarta de cumpleaños de su vida.
Con John Scott.
Una vista de pájaro de los asistentes.
Javi durante la comida.

Ha habido una actuación musical de unos estudiantes.  Luego Pattabhi Jois se ha sentado en una silla sobre un estrado rodeado por su familia, le han puesto collares de flores y a continuación hemos hecho cola para presentarle nuestros respetos.  Yo estaba tan nervioso que cuando me ha tocado mi turno ni me he quitado las chancletas.  Le he deseado feliz cumpleaños y le he dado las gracias por su labor.  Él me ha respondido: "Thank you, thank you."  Han traido una tarta de cumpleaños y Guruji ha cortado un trozo.  No ha dado ningún discurso ni nada.  Lo cierto es que se le ve bastante ajado físicamente, mucho más delgado que en todas las fotos que había visto de él y moviéndose con mucha torpeza.  Es una pena haberlo conocido en estas circunstancias, con la vitalidad que debía derrochar apenas unos meses atrás.

Después hemos subido al piso de arriba donde nos han ofrecido una comida tradicional india.  Ha siido una comida bastante curiosa.  En cada sitio no había cubiertos ni platos: tan sólo unas grandes hojas de árbol.  Cuando nos hemos acomodado en nuestros sitios, una procesión de indios desnudos de cintura para arriba con algo que parecían cubos de fregar han ido desfilando entre las mesas.  En cada cubo había un alimento distinto, y al pasar ante cada hoja dejaban caer un cucharón sobre ella.  La hoja se iba manchando con las cucharadas de distintos colores que dejaban caer hasta completar alrededor de una docena.  Dulce, salado, arroz, verduras picantes, legumbre, pedazo de tarta... todo se mezclaba sobre la misma hoja.  Y para comer, las manos.  Un verdadero choque cultural.  No es esto, desde luego, lo que en Occidente se esperaría para la comida de cumpleaños de una eminencia, pero ha estado bien vivir algo así.  Me imagino que está bien que en el mundo haya esta clase de contrastes y que las cosas no sean igual en todos lados.


Sábado 19 de julio.

Acaba de volver la luz después de un corte de varias horas.  Hemos hecho algunas compras graciosas en el súper: productos Nivea para la limpieza del cutis que no me imaginaba se podrían comprar aquí.  También me he comprado un abundante surtido de cuchillas Gillette a una fracción de lo cuestan en casa.  También hemos llevado la ropa sucia a lavar a una tintorería.  Javi estaba lavando a mano las suyas, lo cual es bastante engorro.  En una lavandería del pueblo me van a lavar y planchar en dos días tres calzoncillos y cuatro camisetas por la ridícula cantidad de 26 rupias, como medio euro.  Ahora nos vamos a comprar tomates


Domingo 20 de julio.

Ha vuelto la luz hace un rato y voy a poder escribir un poco antes de echarme a la cama.  Los apagones solemos pasarlos a la luz de las velas, hablando de chorradas varias y utilizando mi linterna para desplazamientos más largos como visitas al hediondo cuarto de baño.  Esto me ha permitido revivir las experiencias pictóricas de Goya a la luz de las velas.  El otro día me contaron una historia para no dormir de una chica que se levantó de madrugada con ganas de ir al baño y se encontró una rata dentro de la taza del váter.  La chica se puso a gritar y la rata salió despavorida, escondiéndose en algún rincón de la casa.  No la pudieron encontrar y pusieron matarratas por la casa.  Unos días después localizaron el cadáver de la rata por el olor.  Delicioso, ¿verdad?  

Mañana toca práctica a las 7:45.  Estamos en el último grupo de todos.


Lunes 21 de julio.


A la luz de las velas en pleno día.

Ha habido dos apagoncillos esta tarde de una hora.  He vuelto a estar a la luz de las velas.  Ahora que hemos comenzado la práctica diaria, la mayoría de las días vamos a llevar una vida de lo más casera, parecida a la de hoy.  Hemos salido por la mañana a las 7:15.  Nuestra hora de entrada eran las 7:45, pero hemos tenido que esperar hasta las 8:20 por lo menos.  Después de la práctica nos hemos ido a desayunar a un barecillo llamado Santosha que llevan unos occidentales que se han quedado a vivir en la India y que es bastante bueno pero caro (casi dos euros nos podemos dejar por un desayuno bien majo; tampoco demasiado).  Luego hemos vuelto a casa.  

Estos dos se han echado a dormir, pero yo me he quedado escribiendo en la puerta de casa, en un balconcito que tenemos.  Javi se ha unido a mí después para estudiar un método de inglés que tiene.  Luego, a las 14:30 nos hemos ido a comer a un sitio llamado Chakra House que lleva una familia india que prepara comida para occidentales con verduras, arroz integral, tortillas, etc.  Los restaurantes de comida india son sencillamente nefastos para mi paladar.  Hay un sitio especialmente barato donde por 35 rupias (medio euro) puedes comer todo lo que quieras y repitiendo tantas veces como quieras, pero lo único que tienen es un inmenso perol de arroz blanco y un montón de cazuelitas con verduritas picantes atiborradas de grasa.  Lo aborrezco.  Después hemos vuelto a casa.  Estos se han echado su segunda siesta, y el resto de la tarde la he transcurrido escribiendo primero a la luz natural y luego a la luz artificial (bombillas y velas alternativamente).  Estos se han entretenido viendo películas, leyendo y Javi haciendo unos ejercicios de apertura de cadera que le han recomendado para no cargar tanto las rodillas.  

Hemos conocido a una japonesa que, agárrate, se está haciendo una "cura de ghee" (pronunciado "gui") que bien merece un párrafo.  Eso del ghee es grasa pura de leche de vaca líquida, una especie de mantequilla cocida y filtrada para que no se solidifique como la mantequilla normal.  El primer día que llegué aquí me contaron la milonga de que venía muy bien para "lubricar" las articulaciones y que era una especie de secreto milenario de los yoguis.  Para mí es simplemente grasa de vaca y eso de que las rodillas se engrasan con ghee a modo de lubricante no me lo creo e intento evitarlo rigurosamente, aunque seguro que me lo "cuelan" en la comida cuando comemos fuera.  Dudo mucho que en las cocinas de los restaurantes indios tengan botellas de aceite de olive virgen extra extremeño.  Pues bien, la dichosa "cura del ghee" consiste en pasarse cinco días sin comer día y noche otra cosa que esa milagrosa grasa láctea.  Después te tienen que ingresar en el hospital, donde te pasas tres días más durante los cuáles no sé que te hacen exactamente, pero por lo me han comentado una de las cosas que te hacen es someterte a un enema de ghee.  Enema es un término médico que hace referencia a la introducción de fluídos por el recto.  Unas cuantas personas me han dicho que este maravilloso proceso de cura sienta muy bien al cuerpo y te da un aspecto fantástico, como si hubieras rejuvenecido diez años.  La japonesa ya lo ha hecho y nuestra amiga Raquel también.  A mí no me interesa en absoluto.  Una cosa es estarse un día de ayuno, y otra pasarse una semana haciendo excentricidades.   

Como se vaya la luz ahora sí que me da algo.  Son las 22:30 y tendré que ir abreviando.  Yo no me meto dos siestas al día como Nacho y Javi porque cuento con dormir como es debido por la noche, así que mejor que me vaya aplicando el cuento.  


Martes 22 de julio - Practicando con Sharath.


Nuestras esterillas, tendidas para secarlas de un día a otro.

Las clases las da Sharath, el nieto de Pattabhi Jois, y le ayuda su madre Saraswathi.  Es un tío que, por lo que se dice, llega a la serie quinta, lo máximo que llega nadie en el mundo y que sólo puede enseñarla el propio Pattabhi.  Creo que la serie sexta es un misterio que nadie conoce.  Se dice que los textos en que están basadas las series de Ashtanga, el Yoga Korunta, los guarda Pattabhi bajo caja fuerte, y por lo visto su nieto los heredará cuando muera.   

Sus clases son una locura en comparación a Ashtanga Yoga Madrid.  Hay como 60 personas practicando a la vez y sólo Sharath y su madre para llevarlas a todas.  Desde las 5 de la mañana hasta más de las 10 no para de entrar y salir gente.  En cuanto se libra un hueco, entra otro.  Sharath no te ajusta lo más mínimo.  Imagínate que haces un trikonasana o un utthita hasta padangustasana mal.  Da igual.  Es tu problema, porque no va a venir Sharath a corregirte.  Tampoco pierde el tiempo en meterte más en la postura, bajarte los brazos en prasarita padottasana C ni nada por el estilo.  Lo único que he visto que hace es ayudar un poco en el marichyasana D, y sólo a algunos, y en los backbendings.  Lo que sí hace a todo el mundo es ayudar a bajar con las manos en los hombros las tres veces (lo que viene a ser la segunda parte de los backbendings) y luego te da un empujoncito para subir tras caminar con las manos hacia los pies.  Luego se pone encima tuyo en paschimottanasana, pero se queda ahí como dos segundos y se larga a otro sitio tras espetar "one more" para que otra persona ocupe tu lugar.

Lo mejor, desde luego, no son los ajustes y atenciones de Sharath.  Lo que sí hay es un montón de energía fluyendo por toda la sala.  Yo he decidido hacer una respiración bastante suave para no reventarme.  Como me pusiera a respirar como hago en Madrid, seguramente me pasaría lo mismo que me pasó el primer día y que me mantuvo todo un día en la cama.  La serie es exactamente igual, con una sola diferencia bastante curiosa: sólo se hacen tres surya namaskar B.  Supongo que como esto es más tropical, no es necesario calentar tanto.  Para cuando empiezo padangustasana, yo ya estoy chorreando como un pollo.  En las clases guiadas se saltan los backbendings (como en Madrid) y los finales se hacen muy largos.  El sirsasana es una tortura.  Cuentan 15 respiraciones lentísimas en la posición A y 10 en la B, con las piernas horizontales.  Esa cuenta de 10 es terrible.  Lo curioso es que, como después hay otra clase guiada, no nos pasamos ni un segundo en savasana y nos mandan fuera sin relajación.  Exactamente lo que Borja dice que no hay que hacer jamás.  Curioso que en la meca del Ashtanga se hagan estas cositas.  


Miércoles 23 de julio.


Niños descalzos vendiendo pañuelos en un semáforo.

La India es un país de contrastes.  En la zona en la que vivimos hay unos cuantos colegios por que parecen bastante pudientes y al que las niñas van uniformadas, muy guapas ellas, con trajes muy bonitos, limpios y planchados, todos iguales, y lacitos en el pelo.  Tienen el aspecto que podrían tener las estudiantes de un colegio de monjas pijo de España.  A pesar de todo lo que he contado sobre la casa en la que vivimos, el dueño, que vive con su familia en el piso de arriba, va vestido como un auténtico dandy, con gafas de sol y gemelos de oro.  Tiene un todo terreno muy chulo y todo.  Pero todo esto no es óbice para que por la calle se vean vacas campando a sus anchas y revolviendo con el hocico en los contenedores de la basura en busca de comida o para que te vengan a pedir limosna niños pobres y sucios.

Hoy hemos visto una cosa muy graciosa.  Ha venido a casa un tío que se subía a las palmeras y tiraba los cocos.  El tío no usaba cuerdas ni nada, y subía como un mono los doce metros largos de tronco hasta las copas.  Ponía una mano por delante del tronco y otra por detrás.  Luego, ponía las piernas como en badha konasana contra el tronco, dobladas, y las estiraba.  Luego volvía a doblarlas y las estiraba, y así iba ganando altura.  Acababa poníéndose encima de la palmera, caminando sobre las ramas superiores.  Luego sacaba una hoz que llevaba metida en el pantalón y empezaba a pegar golpes para tirar los cocos.  Así evitan que le caigan a alguien encima y le abran la cabeza.  Ha sido bastante impresionante, aunque luego el tío me ha desilusionado fumándose un pitillo.


Trepando un cocotero.

Otra cosa que hemos hecho hoy ha sido ir a comer a un sitio llamado Shandya que es la pera.  Lo único malo es que está un poco lejos y hay que ir en rickshaw.  Te daban un plato vacío y ponían unos siete platos llenos de comida de los que servirse.  Cada cual se echaba algo de lo que quería.  Éramos varios y al principio tampoco parecía gran cosa, pero el quid de la cuestión era que los siete platos llenos de comida estaban siempre llenos de comida.  Cada vez que se acababan traían otro.  Sin límite, todo lo que quisieras.  Había un gran bol de arroz blanco con especias y otro de verduras muy picantes, como si tuvieran rábano, de los que he pasado, pero había también un bol de lentejas, otro de zanahoria con verduras, otro de cebolla y otras cosas, otro de salsa de tomate, otro de brócoli especiado y otro de bambúes o yo que sé de qué que sí que estaban buenos y saludables y me he puesto como el quico.  De postre había todo el yogur que quisiéramos.  Y todo por 100 rupias, algo más de un euro. 


Jueves 24 de julio. 

Hoy Javi se ha puesto malo.  Tiene algo parecido a lo que tuvimos nosotros.  Igual se lo hemos contagiado, no sé.  Nacho y yo estamos perfectamente.  Yo estoy vacunado del cólera y de toda una familia de bacterias intestinales, así que confío en que no me vuelva a pasar nada raro.  Mañana tenemos clase guiada a las 6 AM.  Hoy, por vez primera desde que estoy en Mysore he sido capaz de ponerme de pie desde urdhva dhanurasana.  He estado dándome impulso poco a poco hasta que lo he visto claro y me he puesto de pie, sólo que no me ha quedado demasiado bonito.  Aquí hay gente que practica espectacularmente.  A veces parecen las Olimpiadas.  Lo de caer al puente algunos lo hacen de tal forma que en vez de caer con las manos al suelo caen con las manos cogiéndose los tobillos, y hemos visto incluso un par que se agarran los muslos.  Lo llaman catching - "cogerse".  Imagínate cómo debe de tener esa gente la espalda, de goma.  Hay un venerable anciano que tendrá unos 60 años o más y que tiene una barba blanca tipo Salomón que hace los backbendings que tanto me cuestan a mí como si nada.  La repera.  Y sí, todos son occidentales.  La mayoría son de Estados Unidos y de Japón.  También hay de varios sitios de Europa como Suecia, Portugal o Gran Bretaña.  Españoles somos también unos cuantos.  Diez o así.  Lo que no hemos visto son franceses, italianos o alemanes.  Tiene que ser gente de países del Primer Mundo para poder pagar los más de 400 euros que hemos pagado por el primer mes (el siguiente serán unos 200).  Ten en cuenta que el sueldo de un indio medio es de unos 100 euros al mes. 


Rickshaw y motocicletas por las calles de Mysore.

El taxi por antonomasia aquí es el rickshaw, una motocicleta a la que han añadido una carcasa detrás para poder llevar gente.  Por lo visto algunas funcionan con bombonas de butano, cágate.  Parece que antes había una versión con tracción humana, tipo los chinos.  También hay coches más grandes que hacen las veces de taxi, pero esos no se ven por la calle.  Hay un tío en el barrio al que podemos llamar para cuando tengamos que ir al aeropuerto, y él nos consigue un coche con conductor pero que no tiene ningún símbolo de taxi oficial ni nada.  Hay autobuses de línea grandes y viejos, como sacados de una película de los años 60, y autobuses de colegio pequeños de color amarillo, pero no como los americanos.  Hasta ahora, todos los autobuses que he visto no tenían puertas, y no sé porqué.


Viernes 25 de julio.

Es muy tarde hoy.  Mañana no tenemos clase (el sábado es el único día que no hay) y me he quedado escribiendo hasta tarde, con cortes de luz y todo.   Javi parece que está mejor hoy, aunque tampoco para tirar cohetes.  No ha venido a practicar ni nada.  La clase guiada de Sharath ha sido muy dura.  Estaba llenísima la shala, con un montón de calor.  Me ha ido bien, a pesar de todo.  Creo que me he bebido unos 6 litros de agua en el día de hoy, 2 de ellos nada más acabar la clase.


Sábado 26 de julio.

Javi está ya bien.  Hoy me he comprado tres camisetas por 80 rupias (1,2 euros) cada una, un libro de yoga Bikram por 500 (7,5 euros) y el Yoga Mala de Pattabhi Jois, el único libro que ha escrito por 650 rupias (9 euros).  Menudos chollazos.  El libro de Bikram es uno gordo, creo que el mismo que venden en el centro de Bikram de Madrid por no menos de 20 euros. 


Domingo 27 de julio.

Ha estado lloviendo casi todo el día y al final de la tarde, cuando ha escampado, Nacho y Javi han querido ir a un Pizza Hut que vimos el otro día.  Está en una zona bastante "cool" de Mysore, con tiendas que tienen bastante buena pinta para lo que es la India.  Había un semáforo por los alrededores y todo.  En todo el tiempo que llevo aquí, sólo sé de dos cruces que estén controlados por semáforo.  Pero sólo para los coches.  Los peatones para cruzar se las apañan como puedan.  Ellos se han tomado la pizza de rigor después de sendos platos de spaguetti y yo he pedido un par de ensaladas, porque con la primera no he tenido ni para empezar.


Lunes 28 de julio.

Sharath me ha adelantado hoy la hora de entrada.  A las 7:15, media hora antes.  Esto significa que la gente se está yendo de Mysore y que las cosas vuelven a la normalidad.  Espero que no me la adelante mucho más, porque me va a dar algo.  Hoy he conseguido ponerme en pie y caer al puente dos veces, sin ayuda.  Lo he hecho con mucho cuidado, acercando mucho las manos y los pies y dándome impulso.  Cuando lo he visto claro, he subido, con las manos detrás preparadas por si me caía.  Pero no, me he puesto de pie.  Después he bajado al puente (esto es mucho más fácil) y he vuelto a subir.  Sólo he dado un paso para atrás al levantarme (es posible perder el equilibrio y caerse hacia delante o hacia atrás, dando muchos pasos).  He vuelto a bajar al puente sin novedad, pero ya la tercera subida no la he hecho.  Me he intentado dar impulso pero, al subir, me he quedado a mitad de camino y he vuelto a caer al puente.  Al menos sobre las manos.  Entonces he desistido.  Pero bueno, ha sido todo un logro.


Martes 29 de julio.

Hoy hemos estado en el centro de Mysore.  Suerte que íbamos tres tíos bien grandes, porque a veces los indios se ponen muy pesados hablando contigo, queriendo vender cosas, pedir dinero y demás.  A veces notas cómo hay uno o dos indios que te van siguiendo, no sé con qué intenciones.  Lo mejor es detenerse y que pasen de largo.  Lo más seguro es que esperan algún descuido para meterte mano en la cartera o en lo que pillen.  A veces es bastante agobiante, todo llenísimo de gente, suciedad en las calles, miseria y un montón de tráfico: montones de motos y bicicletas, algún coche suelto y autobuses enormes y viejos.  Donde nosotros vivimos es mucho más tranquilo, aunque tampoco es la pera.  Nuestra casa es cutrecilla, con esos baños y esa cocina con tan mala pinta, de piedra, pero tenemos nuestro jardincito con palmeras y todo.  Si estuviéramos en el centro, me imagino que estaríamos en un tugurio a medio derruir e infestado de bichos.  Salir a la calle cada día sería una aventura, como lo es cada vez que vamos y notamos cómo el mundo te mira y se acercan a preguntarte cómo te llamas, de dónde eres y a ver si quieres algo de lo que ellos te ofrecen.



Una vista de pájaro de Mysore desde las ventanas de Rashinkar.

También he hecho muchas fotos, entre ellas de Rashinkar Emporium, la tienda del centro donde la mitad de escuelas de yoga del mundo debe de encargar sus esterillas de algodón, camisetas y demás.  Tienen de todo y hacen encargos a medida.    También he sacado fotos del gatito que vive en un restaurante al que solemos ir.  Es muy juguetón.  Me imagino que lo tienen de cazador, porque a veces hemos visto cucarachas enormes en ese restaurante.

El móvil no funciona como debería.  Supongo que es algo normal, viendo cómo funciona el sistema eléctrico.  Al lado de casa hay una torre de luz que es para verla.  Sus cables están hechos un auténtico caos, y las cajas de control están abiertas de par en par.  Cualquier niño podría acercarse y ponerse a jugar con las clavijas de colores.  Mentalicémonos que estoy en un país tercermundista y que a veces pueden pasar cosas raras.  


Miércoles 30 de julio.

Lo del móvil indio es un cachondeo.  Cada día tengo dos o tres llamadas y un par de sms de publicidad.  Las llamadas tienen un tonillo musical de lo más cachondo y a un operador indio que me habla en kannada, el idioma de este estado.  En cuanto suena el tonillo musical cuelgo, y a veces me llega a continuación un sms en inglés diciendo que acaban de intentar ponerse en contacto conmigo para comunicarme una oferta genial de llamadas o qué se yo.