miércoles, 22 de mayo de 2019

Un viaje atrás en el tiempo hacia el origen del método tradicional de Ashtanga Yoga.


El “método tradicional” al que hace pocos meses se dedicó una entrada en este blog hace referencia a la manera en que transmitimos Ashtanga Yoga las escuelas que nos consideramos adscritas a la línea de enseñanza de los maestros que desde Mysore divulgaron este método de yoga.  Por lo tanto, es la manera en que enseña hoy Sharath Jois en el KPJAYI y, por extensión, la manera en que enseñó Pattabhi Jois a Sharath, la manera en que enseñó Krishnamacharya a Pattabhi, la manera en que Ramamohan Brahmachari enseñó a Krishnamacharya, y la manera de enseñar descrita en el Yoga Korunta que Brahmachari conocía de memoria.  Ha llegado hasta nuestros días como un sistema de yoga perfectamente definido, reconocible y cerrado que se imparte igual en todas partes desde India a Chile y Suecia a Nueva Zelanda.

En base a esto, al método tradicional se le suele atribuir un carácter inamovible, monolítico, con la idea de que los diversos gurús desde Ramamohan Brahmachari hasta Sharath se han limitado a transmitirlo de forma literal a través de las generaciones sin alterar un ápice las enseñanzas recogidas en el misterioso y antiquísimo Yoga Korunta: un conjunto solemne de leyes escritas a fuego sobre tablas de piedra, inalterables a lo largo del tiempo.  La gran pregunta es: ¿realmente ha permanecido siempre igual?

El Yoga Korunta o, simplemente, unos viejos pergaminos en sánscrito que decoran la portada interior del Yoga Mala. 

El Yoga Korunta es un texto perdido y Ramamohan Brahmachari un enigmático eremita de quien sólo se conoce lo que Krishnamacharya dijo y escribió acerca de él, por lo que hoy no resulta posible estudiar los cimientos originales sobre los que descansa el así llamado método tradicional.  La propia enseñanza de Krishnamacharya tuvo muchas facetas y sus numerosos discípulos enseñaron de maneras muy diversas.  Fuera cual fuera la forma de enseñar que desplegó Krishnamacharya en Mysore, de lo que no cabe duda es que lo que Pattabhi Jois enseñaría al mundo no fue el único yoga de Krishnamacharya.

La mejor prueba disponible a día de hoy es el Yoga Makaranda, un libro de Krishnamacharya publicado en 1934 durante sus años de Mysore y traducido al inglés por su hijo Desikachar en el tardío 2011.  Constituye la principal referencia de la enseñanza de Krishnamacharya en esa época y de manera sorprendente no concuerda con lo que en teoría Pattabhi Jois debía de estar aprendiendo en el momento en que fue publicado el libro.  En él se describen los vinyasas de numerosas posturas que se encuentran en la primera, segunda y tercera series de Ashtanga Yoga, pero no se identifican ni las series de posturas ni el ordenamiento que posteriormente popularizaría Pattabhi Jois; parece más bien un catálogo general del que extraer distintas secuencias personalizadas, lo que lo situaría mucho más próximo al Viniyoga de Desikachar o al Vinyasa Krama de Srivatsa Ramaswami que al Ashtanga Yoga de Pattabhi Jois que conocemos.

Desde el punto de vista de los defensores del método tradicional de Ashtanga Yoga el Yoga Makaranda es un libro sonrojante que en cierto sentido pone en tela de juicio las mismas bases del método tradicional.  Pese a que todas las posturas descritas en el Yoga Makaranda puedan ser identificadas dentro del sistema de Ashtanga Yoga y al hecho de que el número de vinyasas de cada una coincida ampliamente con lo que después enseñaría Pattabhi Jois, Krishnamacharya en cambio no suscribe la agrupación de los asanas en una serie básica, intermedia y avanzada destinadas a ser aprendidas secuencialmente, establece que cada postura debe de ser mantenida no durante cinco o diez respiraciones, sino durante varios minutos, y el Yoga Korunta, supuesto origen de todo el sistema vinyasa, ni siquiera es citado en la bibliografía.

Yoga Makaranda: El Néctar del Yoga, escrito por T. Krishnamacharya.

Así pues, el Yoga Makaranda como evidencia de la conexión de Krishnamacharya con el método tradicional de Ashtanga Yoga resulta cuando menos inconcluyente.  No obstante, a este respecto no he dicho aún mi última palabra y os emplazo a leer la siguiente entrada de este blog en el que se hará una espectacular revelación.

A diferencia de lo dicho acerca del Yoga Korunta, Brahmachari y Krishnamacharya, la enseñanza de Guruji, de Pattabhi Jois, sí ha sido ampliamente documentada y muy especialmente a partir de su primer contacto con los occidentales en 1972.  Existen numerosas referencias en forma de publicaciones, vídeos y testigos que aprendieron con él en diferentes periodos y que han relatado su experiencia.  A priori cabría pensar que Pattabhi Jois enseñó siempre lo mismo, limitándose a transmitir el legado de Krishnamacharya.  Pues bien, la realidad histórica nos permite afirmar que a lo largo de las siete décadas de enseñanza de Guruji. el conocido como método tradicional ha experimentado no pocos cambios.

En realidad, tampoco hace falta ser un dechado de virtudes detectivescas tal que Sherlock Holmes; cualquier practicante de Ashtanga Yoga mínimamente leído o lo suficientemente curioso sabe que a lo largo de las décadas la práctica de Ashtanga Yoga transmitida por Pattabhi Jois ha sufrido alteraciones y que éstas se produjeron sin la intromisión de terceras personas: el mismo Pattabhi Jois se encargó de hacerlas.  Que nadie se lleve las manos a la cabeza; la esencia de lo que hoy día se entiende como método tradicional ha sido fundamentalmente la misma a lo largo de las más de seis décadas de enseñanza de Pattabhi Jois pero, hay que reconocerlo, no de manera literal.  Guruji siempre enseñó en clases estilo Mysore personalizadas en las que hacía avanzar a sus estudiantes de forma progresiva a través de unas series de posturas conocidas como primaria, intermedia y avanzada.  Sin embargo, algunos detalles más o menos notorios como el ordenamiento de las series, las posturas incluidas en ellas o los vinyasas y dristhis en algunos asanas sí que cambiaron a lo largo del tiempo y lo que en otras décadas formaba parte de la práctica habitual hoy resultaría exótico y sería corregido.  Veamos algunos ejemplos.

Póster editado por el Instituto de Ashtanga Yoga de Mysore pero con exactamente las mismas imágenes que el editado por Lino Miele.

En Ashtanga Yoga Bilbao disponemos de un par de publicaciones (un libro y un póster) editadas en el año 2000 por Lino Miele, veterano estudiante italiano de Guruji, en las que Sharath sirve de modelo en los asanas, avaladas por el propio Pattabhi Jois quien cedió su imagen en ambas y escribió un prefacio en el libro, y que presentan numerosas discrepancias respecto a la práctica que conocemos hoy, a saber:
  1. Ausencia de parivritta parsvakonasana parsvakonasana B (no en el póster pero sí en el libro).  Un clásico.  Guruji la introduciría en la serie de forma tardía. 
  2. Tres versiones de paschimattanasana: A, B y C e incluso cuatro (en el póster): A, B, C y D.  Hoy día se hace sólo A y C (o D); si la persona no puede llegar a cogerse la muñeca, entonces A y B (o C).  Yo comencé con Borja practicando las cuatro versiones; tras un viaje a Mysore de una de sus profesoras en el 2007 en que comprobó que Guruji ya sólo enseñaba dos, me quedé con las A y B actuales.
  3. Ausencia de baddha konasana B.  Tras llevar la barbilla al suelo en baddha konasana A, Guruji no guía a los estudiantes a la versión con la frente en los pies.  En su momento incluso llegaría a haber tres variantes: consistiendo la C en permanecer erguido con las plantas de los pies hacia el techo.
  4. Contrapostura de yoga mudra, inclinándose hacia atrás.  Hoy día no se hace.
  5. Sirsasana C.  Tras sirsasana A, Sharath no baja las piernas a noventa grados sino que levanta la cabeza del suelo sobre los brazos y lleva la mirada hacia su ombligo, con la barbilla contra el cuello en jalandarabhanda.  Hoy día esto no se hace, aunque yo personalmente en Mysore le he visto a Sharath durante alguna de sus conferencias demostrarla como parte de las variantes de sirsasana.
  6. Dristhis o puntos a los que llevar la mirada.  Un gran tema digno de una entrada aparte en el blog.  El libro de Lino Miele establece el dristhi brumadhye (entrecejo) en los vinyasas tres, cinco y siete del saludo al sol y en las posturas kurmasanaupavistha konasanasupta konasanalaghu vajrasana yoga nidrasana.  En la actualidad, por indicación expresa de Sharath, en toda la primera y segunda serie, el dristhi brumadhye sólo debe ser hecho en una postura: yoga nidrasana.   
No son diferencias escandalosas, aunque sí resultan significativas a la hora de valorar la afirmación categórica de que Pattabhi Jois preservó y transmitió a pies juntillas el método de Ashtanga Yoga tal y como lo recibió de Krishnamacharya.  Guruji falleció en mayo del 2009.  Si una década antes de su muerte ya se encuentra un buen puñado de diferencias, ¿qué pasará si nos remontamos más atrás?


Existen unos vídeos filmados en 1993 sobre un fondo claro en los que Guruji guía a seis de sus estudiantes más experimentados a lo largo de la primera y segunda series.  El formato y presentación de los vídeos es muy formal, intencionadamente serio, con el claro propósito de exponerlos como la versión “oficial” de las dos primeras series.  Se trata de unos vídeos muy populares con varios millones de visualizaciones que pueden encontrarse fácilmente en Youtube y que constituyen otra prueba irrefutable, en este caso videográfica, de que la práctica, o al menos algunos de sus elementos, hace veinticinco años no eran exactamente iguales a como son ahora.  Suelo emplearlos en mi práctica personal para hacer la primera serie guiada y los tengo muy vistos, aunque cualquiera familiarizado con la práctica de Ashtanga Yoga puede examinarlos y comprobar por sí mismo las diferencias respecto al estándar actual.  A continuación enumeraré las que he identificado, ciñéndome a la primera serie:
  1. De nuevo, ausencia de parsvakonasana B y baddha konasana B.
  2. Ausencia de medio vinyasa tras el paschimattanasana de la secuencia final justo después de los backbendings.  Desde paschimattanasana los estudiantes directamente se tumban, esperan cinco respiraciones en posición supina, y desde ahí suben directamente a salamba sarvangasana.  Hoy día se hace un medio vinyasa tras paschimattanasana y, sin esperar tumbado cinco respiraciones, tras una sola exhalación, se sube a sarvangasana
  3. Cuenta de veinticinco respiraciones en sirsasana A y diez respiraciones en sirsasana B.  Hoy día sólo se cuentan quince en A y diez en B.
  4. Cuenta de veinticinco respiraciones en utpluthih.  Hoy día se cuentan sólo diez aunque, eso sí, mucho más lentas.
  5. Ausencia de mantra final o mangala mantra.  Tras el medio vinyasa de utpluthih los estudiantes saltan a través y se tumban.  Hoy día se hace un vinyasa completo hasta samastitih, se recita el mantra final y de nuevo se hace un vinyasa cumpleto hasta sukhasana (posición supina de descanso).
Tampoco se puede decir que se trate de modificaciones revolucionarias que pongan la práctica patas arriba pero, de nuevo insisto, son una prueba al alcance de todo el mundo de que el método tradicional no es un monolito incólume que jamás se ha tocado ni movido un milímetro.

Primera página del syllabus que conocieron los primeros occidentales que fueron a Mysore.  El resto de páginas puedes consultarlas aquí.

¿Qué sucede si nos remontamos más atrás en el tiempo?  Hace menos de dos meses recibimos en Bilbao la visita de David Williams, quien estudió con Guruji intensivamente entre 1973 y 1979.  Tras 1979 David no regresó jamás a Mysore, y desde entonces ha enseñado la práctica de Ashtanga Yoga tal y como él la conoció.  En verdad se puede decir que David Williams es una cápsula del tiempo viviente que permite abrir una ventana hacia la práctica de Ashtanga Yoga de hace cuarenta años.  En Bilbao tenemos frescas las clases guiadas de David en las que proporcionó todo lujo de detalles, y algunas de las diferencias más notorias entre lo que David aprendió de Guruji y lo que hoy se enseña son éstas:
  1. Las posturas de pie de la primera serie, es decir, utthita hasta padangusthasanaardha baddha padmottanasanautkatasana virabhadrasana se aprendían sólo cuando la persona ya había completado la primera serie.  Al principio, desde parsvottanasana se pasaba directamente al suelo.
  2. Ausencia de numerosos vinyasas.  Las tres variantes de janu sirsasana se ejecutaban sin medio vinyasa entre lados ni entre posturas, tal y como sucede hoy día entre dandadasa y los paschimattanasanas.  Una vez terminadas los tres janu sirsasanas, entonces sí se hacía un medio vinyasa.  Lo mismo sucedía con las cuatro variantes de marichyasana y los tres konasanas (baddhaupavistha y supta).  Tras baddha se abrían las piernas para hacer upavistha, y tras upavistha B se tumbaba uno directamente sobre su espalda para hacer supta.  Y por cierto, en upavistha David aprendió coger los dedos de los pies y no los laterales o talones.  Ubhaya padangusthasana y urdhva mukha paschimattasana también se hacían juntas, sin vinyasa entre ellas simplemente cambiando la posición de las manos.
  3. Cincuenta respiraciones en utpluthih, con respiración de fuelle o bastrika.
  4. Cabeza hacia abajo en todas las flexiones hacia delante, lo que es contradictorio con el dristhi padagre en el dedo gordo del pie que establece hoy el método tradicional.
  5. Ausencia de clases guiadas. David Williams y los primeros estudiantes sólo conocieron las clases estilo Mysore.  En palabras de David, la primera vez que fue testigo de una clase guiada fue durante un tour en Estados Unidos al que asistió tanta gente que Pattabhi Jois no vio viable hacer una clase estilo Mysore con tanta gente.  Ahí fue cuando por primera vez tras varios años de estudio con Guruji David escuchó lo de:”Ekam inhale, dve exhale, trini inhale head up...”. Hoy día las clases guiadas semanales son un cotidiano elemento más del método tradicional.
  6. Sin duda la diferencia más radical está en la propia estructura de las series.  La serie intermedia termina con supta urdhva pada vajrasana y no con la secuencia de siete sirsasanas con que termina hoy.  Las series avanzadas son sólo dos y no las cuatro de hoy.  Posteriormente Pattabhi Jois dividiría y reestructuraría las dos series avanzadas en cuatro.
Aquellos pioneros occidentales, David Williams, Nancy Gilgoff y Normal Allen, recibieron de Pattabhi Jois un syllabus, un programa de estudios año a año en el que se exponían las series de asanas, kriyas, pranayamas y libros que habían de ser estudiados cada curso.  Tuvimos suerte de que conservaran esas páginas que hoy día cualquiera puede consultar online.  Cabe suponer que el syllabus existía ya antes de la llegada de occidentales, por lo que se le puede considerar una referencia objetiva de lo que Guruji estaba enseñando en la década de 1970 e incluso antes.

Segunda página del syllabus.  Click aquí para ver el resto.

Si se analiza el syllabus de cerca hay muchas cosas que cualquier practicante de Ashtanga Yoga actual encontrará chocantes.  Por ejemplo, y aparte de todo lo dicho antes, sorprende que, aparentemente y por decreto, una persona en su segundo año practique ya la serie intermedia y en su tercer año la tercera (que en realidad serían la tercera y la cuarta de hoy).  Habría que preguntárselo a los protagonistas, pero me figuro que no se trataba de cursos anuales “estrictos” y, de hecho, un hombre especialmente dotado para hacer asanas como David Williams, y a pesar de que los criterios de exigencia de Guruji por aquel entonces pudieran ser mucho más laxos que los que posteriormente impondría, tardó siete años con largas estancias de seis y más meses, y no cuatro, en completar el syllabus.  Otros mucho más humildes ya no tenemos dedos suficientes en las manos para contar los años y sin embargo aún no hemos terminado la segunda.  Llama la atención también que los pranayamas se empiecen a enseñar en el segundo año junto con la serie intermedia.  En la actualidad muy poca gente, tan sólo los practicantes de series avanzadas, conoce los seis ejercicios de pranayama.

¿Podemos retroceder más atrás todavía?  Algunos estudiantes antiguos de Guruji que a día de hoy están vivos, tales como BNS Iyengar o su hijo Manju Jois, sin duda podrían realizar grandes aportaciones.  No obstante, existe una referencia muy fidedigna que se remonta al año 1958, apenas una década después de que Pattabhi Jois inaugurara su escuela de Ashtanga Yoga (Ashtanga Yoga Nilayam) en Lakshmipuram: el Yoga Mala, el primer y único libro que escribió el mismo Pattabhi Jois, publicado en inglés en 1999 y que abre una nueva ventana a los albores del método tradicional. 

Yoga Mala: El Rosario del Yoga, escrito por Sri K. Pattabhi Jois.    

En el Yoga Mala sólo se describe la primera serie, pero aporta numerosos detalles y de nuevo permite identificar varias diferencias:

  1. La no inclusión en la serie de parivritta parsvakonasana y baddha konasana B y la sí existencia de tres versiones de paschimattasana, tal y como se observaría durante varias décadas posteriores.  Lo que conocemos hoy día, por tanto, ha sido una modificación contemporánea relativamente reciente.
  2. Se describen o indican los vinyasas completos -full vinyasa- de todas las asanas hasta regresar a samasthiti, por lo que las agrupaciones de asanas sin vinyasas entre lados o entre posturas que Nancy Gilgoff y compañía conocieron no están documentadas aquí.  
  3. Sirsasana y sarvangasana se han de ejecutar durante mucho más que unas meras quince o veinticinco respiraciones.  En palabras del propio Pattabhi Jois: "...un aspirante debería empezar practicándola primero durante cinco, diez y quince minutos... [al cabo de los años] debería ser capaz de permanecer en el asana durante tres horas completas."  Y por cierto, no se menciona sirsasana B ni sirsasana C ni la contrapostura de yoga mudra.
  4. El Yoga Mala no especifica los dristhis en cada postura, pero resuelve el asunto de si bajar o no la cabeza que tanto exasperaba a David Williams de forma salomónica.  En la descripción de janu sirsasana establece: "Entonces, haciendo rechaka (exhalando) lentamente, coloca la frente o la barbilla en la rodilla de la pierna estirada."  Y en la página anterior se muestran, en tándem, una fotografía de Pattabhi Jois en ardha baddha padma paschimattanasana con la cabeza hacia abajo al modo jalandarabandha que enseña David Williams y debajo a Sharath en tiriangmukhaikapada paschimattanasana mirando hacia el pie tal y como se practica hoy.  Por lo visto, y pese a que el mismísimo Krishnamacharya en la mayoría de fotografías que existen sí mantiene la cabeza hacia abajo, a Guruji no le parecía un detalle crucial y no tuvo reparos en cambiarlo.


Página 74 del Yoga Mala con el detalle de las cabezas.  El dristhi en la que hace Sharath está en el pie.  En la que hace Pattabhi Jois... ¿en el ombligo?

Esta situación ha alimentado toda clase de especulaciones.  Mucha gente cree -creemos- que el método tradicional de Ashtanga Yoga que ha llegado hasta nuestros días ha sido el resultado de una transmisión genuina de conocimientos entre reputados maestros.  Sin embargo, la cadena flaquea en uno de sus eslabones, el de Pattabhi Jois, casualmente el que más conocemos y mejor documentado está, quien no se limitó a transmitir un legado sino que a lo largo de las décadas decidió modificar numerosos elementos de una tradición supuestamente milenaria.  Las preguntas son inevitables: ¿Por qué necesitó hacer eso?  ¿Acaso el método que había recibido no era ya lo suficientemente perfecto que se vio en la obligación de mejorarlo?  Y más allá, ¿por qué no hay pruebas de que Krishnamacharya de hecho enseñase lo que posteriormente divulgaría Pattabhi Jois?  ¿Por qué Iyengar, Desikachar, Ramaswami e Indra Devi enseñaron un yoga tan distinto del de Pattabhi Jois si Krishnamacharya fue el maestro de todos?  ¿Por qué el Yoga Makaranda no menciona el Yoga Korunta ni da una explicación plausible a las series de Ashtanga Yoga?  Hay opiniones para todos los gustos y yo daré la mía aunque, por supuesto, seamos conscientes de que nunca faltarán detractores de burdos argumentos que pongan en duda que Pattabhi Jois siquiera estudiase con Krishnamacharya y sugieran que se autoproclamó heredero del legado de Krishnamacharya para crear un imperio económico basado en una gran farsa.

Ya se ha hablado de esto en innumerables ocasiones pero insistiré una vez más.  Lo primero que hay que entender es que Krishnamacharya tuvo una dilatada vida de enseñanza que se prolongó durante más de setenta años y a lo largo de la cual enseñó a numerosas personas, muchas de las cuales a su vez se convertirían en profesoras de yoga: Pattabhi Jois, BKS Iyengar, Indra Devi, AG Mohan, Ramaswami, Desikachar...  En verdad sorprende que, habiendo tenido al mismo maestro, cada uno de ellos haya enseñado de maneras tan distintas.  Una persona que observe una clase de Yoga Iyengar y después observe otra de Vinyasa Krama jamás podría concluir que ambos estilos tuvieran un mismo punto de origen: Krishnamacharya.  Lo mismo sucede en el caso de Ashtanga Yoga y el yoga que enseñaría en Holywood Indra Devi, quien curiosamente fue coetánea de Pattabhi Jois en los tiempos de Mysore.   

Todo esto ha llevado a un capítulo de lo que se conoce como las "guerras del yoga" (yoga wars), con los diferentes discípulos de Krishnamacharya disputándose entre sí su legado y tratándose de erigirse en los legítimos transmisores del verdadero yoga de Krishnamacharya.  La camaleónica capacidad didáctica de Krishnamacharya era legendaria y personalmente no me cabe duda de que, en realidad, todos ellos sin excepción enseñaran honestamente lo que aprendieron de Krishnamacharya.  Lo que seguramente ocurrió fue que Krishnamacharya decidió enseñarles de maneras distintas, bien porque consideraba que era lo más adecuado para ellas o porque él mismo se encontraba en una etapa distinta de su vida.  Por ejemplo, cuando Krishnamacharya abrió su escuela de Mysore en 1933 contaba con cuarenta y cuatro años, y cuando marchó a Madrás en 1953 tenía sesenta y cuatro.  Es lógico pensar que a los cuarenta no enseñara igual que con setenta u ochenta.  También, en Mysore mantuvo una escuela con docenas de estudiantes practicando a la vez, pero a Indra Devi, al Maharajá y seguramente a muchos otros los enseñaba a solas, en un entorno particular, lo mismo que sucedería en Madrás.  Por eso, también parece lógico pensar que Pattabhi Jois, un estudiante más dentro de un grupo numeroso, no aprendiera igual que Indra Devi o los estudiantes a los que atendía de uno en uno en los obscuros tiempos de Chennai. 

Krishnamacharya con sus estudiantes en una exhibición colectiva durante los años de Mysore.

Quizás no sepamos nunca si el Yoga Korunta existió o no, pero es probable que, de haber existido esos maltrechos pergaminos medievales, su contenido no fuera lo suficientemente completo como para considerarlo un tratado definitivo, sino que tal vez hubiese muchos aspectos abiertos a interpretaciones.  Fueran cuales fueran los conocimientos que Brahmachari transmitió a Krishnamacharya, seguramente éste tendría que empeñar una gran inventiva y esfuerzo a la hora de ponerlos en práctica y aplicarlos en personas reales.  Y su gran campo de pruebas fue la yogashala del Jaganmohan Palace en Mysore, con cientos de chicos jóvenes a su disposición a lo largo de dos décadas.  Todo parece indicar que fue en estas clases grupales, y no en las que impartiría de forma privada, donde Krishnamacharya decidió enseñar las series descritas en el Yoga Korunta.

De nuevo todo son conjeturas mías pero, durante su periodo de estudio con Krishnamacharya Guruji quizás fuera testigo del proceso de construcción de un método de yoga aplicable a grandes grupos de personas basado en el Yoga Korunta, que no literal al Yoga Korunta porque seguramente no había un cuerpo en el Yoga Korunta lo suficientemente sólido al que ceñirse letra por letra.  De hecho, tengo entendido que el niño Manju Jois fue testigo de cómo su padre y Krishnamacharya refinaban las series y los vinyasas de cada postura durante los últimos años de estancia de éste en Mysore.  Es decir, sí se puede decir que Pattabhi Jois verdaderamente recogió un legado y lo mantuvo para la posteridad, aunque también se vio en la tesitura de continuar el proceso de refinamiento iniciado por Krishnamacharya.

De hecho, durante las conferencias de los sábados en Mysore a veces se le pregunta a Sharath Jois acerca de esas maneras distintas de enseñar algunos elementos de la práctica que se han conocido a través de antiguos estudiantes.  La respuesta -bastante textual- que le escuché a Sharath en una ocasión fue la siguiente: "Entonces era yo muy joven como para recordarlo.  Sé que mi abuelo cambió algunas cosas porque pensaba que así estaban mejor.  Comprendo que las personas que estudiaron con él en otras épocas enseñen de la manera en que aprendieron."  Y no en vano, durante mucho tiempo tiempo la escuela de su abuelo se denominó AYRI: Ashtanga Yoga Research Insititute o Instituto de Investigación de Ashtanga Yoga.

Por último, también quiero que se entienda que las diferencias metodológicas que se han citado en esta entrada son muy técnicas.  Ashtanga Yoga es mucho más que unas series de posturas con un número de vinyasas y sus principios fundamentales no han cambiado.  Las personas que estamos muy metidas en esto somos capaces de detectar con claridad la ausencia de un asana o la existencia de una variación respecto al estándar, pero una persona que comenzase a practicar Ashtanga Yoga tradicional en el 1969 y otra que lo hiciera en el 2019 tendrían experiencias muy similares, sino idénticas, aprendiendo postura a postura directamente del profesor, con énfasis en el sistema de respiración vinyasa, los bandhas y los dristhis y recibiendo indicaciones y ajustes personalizados.  El hecho de que en determinados momentos a una se le omitiese una postura por aquí o se le añadiese otra por allá y similar, qué queréis que os diga, resulta un tanto intrascendente.

Si te ha interesado este tema presta atención a la siguiente entrada porque, como he adelantado al comienzo del artículo, me dispongo a poner al alcance del lector en castellano una obra inédita de Krishnamacharya con espectaculares revelaciones que vendrán muy a propósito con todo lo que se ha discutido aquí.