Las obligaciones de los últimos meses me han mantenido apartado del blog. Las entradas no han sido ni lo frecuentes, ni lo extensas, ni lo interesantes que me habría gustado. Lo cierto es que las tareas que hemos tenido que acometer Nines y yo desde hace más de dos meses han sido tan colosales que sentarme a escribir en el blog simplemente era un lujo que no me podía permitir. La apertura de Ashtanga Yoga Bilbao y actividades relacionadas ha sido el quehacer más evidente a los ojos de los que nos siguen a través de este blog, de nuestra página de Facebook o de la lista de correo electrónico de Ashtanga Yoga Bilbao, pero no el único. Sólo en el último mes, mientras ultimábamos los detalles de la reforma, diseñábamos publicidad, actualizábamos la página web, encargábamos mobiliario y luego, mientras nos volcábamos en las clases y en organizar el día a día en Ashtanga Yoga Bilbao, hemos llevado a cabo dos mudanzas: una desde Madrid a Bilbao y otra desde nuestra ubicación provisional en Bilbao hasta nuestra ubicación definitiva en Bilbao, con todo lo que ello conlleva y que os podéis imaginar. En el día de hoy, 11 de octubre, tras haber desembalado la última caja, colocado su contenido y -detalle importante- haber traído a nuestro nuevo hogar a nuestro querido gato Nevsky, nuestra serie de reformas, mudanzas y demás han terminado. Ahora, al fin, podemos decir que estamos instalados en Bilbao.
Con un día de descanso -12 de octubre- aún por delante, no se me ha ocurrido otra manera mejor para celebrarlo que escribir una nueva entrada en el blog. Las palabras de hoy las dedicaré a algo que hace tiempo quería haber hecho: explicar las características del estilo Mysore y sus ventajas. Lo cierto es que las preguntas más habituales que los estudiantes principiantes o los aspirantes a estudiantes plantean a los profesores de Ashtanga Yoga giran en torno al concepto de "clases estilo Mysore." El estilo Mysore es una de las principales características de la práctica de Ashtanga Yoga. En lo que alcanzo a saber, de hecho, el Ashtanga Yoga es único en esta manera de enseñar. Por eso, no es de extrañar que muchas personas frunzan el ceño cuando se enteran que las clases de Ashtanga Yoga tradicional no van a ser guiadas, que no va a haber un profesor hablando en voz alta y diciendo a todos los alumnos qué han de hacer en cada momento, tal y como sucede en las otras clases de yoga que han visto o de las que han tenido conocimiento.
La mayor parte del texto que voy a transcribir a continuación no es mío, sino que lo he extraído de un extraordinario artículo escrito por Geraldine Beirne que encontré hace unas semanas en The Guardian. Al final del post copio el enlace.
Clase estilo Mysore en la main shala del KPJAYI en Mysore, India. Sharath Jois, de pie a la derecha. |
Ashtanga Vinyasa Yoga es uno de los estilos de yoga más conocidos hoy día. Millones de occidentales lo practican en busca de un cuerpo tonificado y de una mente calmada. Pero las clases guiadas de Ashtanga Yoga pueden resultar muy intimidatorias, con un ritmo muy elevado que impide que los estudiantes noveles apenas puedan tener ocasión de recibir indicaciones o correcciones. Por este motivo, a los nuevos estudiantes de Ashtanga Yoga Bilbao les desaconsejamos por activa y por pasiva acudir a las clases guiadas de los viernes hasta después de varias semanas o meses y tras haber acumulado unas cuantas decenas de horas de "vuelo".
La alternativa es la práctica estilo Mysore, la manera tradicional de practicar Ashtanga Yoga. El estilo Mysore, uno de los grandes aportes de Pattabhi Jois al yoga, ofrece una clase de yoga personalizada pero mucho más barata de lo que costaría una clase privada, y todo ello con la energía de grupo de una clase convencional. En una clase estilo Mysore, el profesor se dirige a ti por tu nombre, conoce tu práctica y, por último pero no por ello menos importante, la clase es silenciosa, sin peroratas en voz alta y sin música new age siendo vomitada a través de altavoces, lo que no da lugar a distracciones y facilita la concentración hacia el interior, que es justo de lo que debería ir el yoga.
Mucha gente me ha escrito, un tanto desconcertada, porque no entienden qué es eso de una clase de tres horas que comienza a las 18:15. Lo curioso del caso -para un neófito- es que es posible llegar a una clase estilo Mysore a cualquier hora y quedarse todo el tiempo que resulte necesario. Para alguien que empieza, podría ser tan poco como 30-45 minutos, mientras que para la gente con más experiencia la clase podría llegar a durar dos horas. Es una forma maravillosa de que tanto los principiantes como los avanzados compartan las clases sin segregaciones -nivel básico, intermedio y avanzado- y desarrollen una autopráctica que puedan llevar consigo a cualquier lado.
Baddha konasana, adho mukha svanasana y marichyasana A en una clase estilo Mysore en la main shala del KPJAYI en Mysore, India. |
Mysore es el nombre de la ciudad en la que K. Pattabhi Jois enseñó desde finales de la década de 1930 hasta su muerte en el 2009. En su primer día en una clase estilo Mysore los estudiantes aprenden, como en su día lo hicieran los principiantes en la escuela de Pattabhi Jois, los saludos al sol paso a paso y quizás las primeras posturas de pie. Después, el profesor le añade una nueva postura cuando siente que el estudiante ha memorizado la secuencia y la ha ejecutado de manera óptima. Si al estudiante se le ha olvidado algo, el profesor está allí para ayudarle.
Practicar yoga de esta manera deja en manos del estudiante la batuta. La señal para moverse hacia la siguiente postura viene de su propia respiración, no de las instrucciones del profesor. En consecuencia, los estudiantes pueden pasar más tiempo trabajando a su propio ritmo en algún aspecto que les parezca difícil. A todos los efectos, el estudiante se convierte en su propio profesor. Si hay algo que le resulta imposible, el profesor le ayudará o le proporcionará una versión más sencilla.
Las sesiones de estilo Mysore se caracterizan por el sonido de lo que algunos denominan "respiración ujjayi" y otros "respiración libre sonora" - una respiración poderosa, rítmica, que calienta. Todo el mundo trabaja a su propio ritmo, así que un novato podría llegar a pensar que cada uno está haciendo algo distinto. Esto sirve, en cierta manera, para reducir el elemento competitivo y comparativo que podría surgir en cualquier otra modalidad de ejercicio en grupo. Se dan pocas instrucciones verbales y cuando se dan se susurran, dirigidas sólo a la persona interesada.
Clase estilo Mysore en la main shala del KPJAYI en Mysore India. A la derecha, de pie y vestida de amarillo, Sharaswathi Jois, hija de Pattabhi Jois y madre de Sharath Jois. |
Los ajustes son un elemento importante de la autopráctica estilo Mysore. Aquí es donde los profesores experimentados emplean sus manos para guiar el cuerpo del estudiante hacia la postura con un correcto alineamiento. Realmente hay que confiar en una persona que te anima a subir a una postura invertida como sirsasana por primera vez, por lo que resulta imprescindible asegurarse de que el profesor sea alguien preparado.
En una práctica estilo Mysore, los estudiantes han de afrontar las distracciones y los vaivenes de la mente regresando una y otra vez al estado de concentración, en lugar de escuchar pasivamente a un profesor u observar lo que hace el resto. Esto hace que sea una práctica interna, una meditación en movimiento. Si el propósito del yoga es calmar la mente, tal y como escribe Patanjali en sus yoga sutras, la práctica estilo Mysore de Ashtanga Yoga definitivamente puede ayudar a conseguirlo.
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