El pasado viernes 23 de junio se celebró la noche de San Juan. Por lo general, no somos amigos de la vida nocturna; nuestra práctica de madrugada y las clases de la mañana la condicionan y restringen, pero en la noche de San Juan se daba la coincidencia de que el día siguiente era sábado y luna nueva: día de descanso por razón doble, por lo que Nines y yo resolvimos desmelenarnos y asistir al clásico encendido de la hoguera en el parque Etxebarria de Bilbao.
La lluvia acechaba en lo alto, pero al final el fuego fue respetado y permitió disfrutar de un momento realmente especial: la primera vez para Nines y mi primera vez después de casi veinte años. Mis recuerdos de la hoguera de San Juan se remontan a la adolescencia; por diversas circunstancias no he vuelto a participar en ninguna en el último par de décadas. En el verano de COU llevé a San Juan los apuntes de las asignaturas que más tirria me daban y dejé que el fuego los "purificase" por siempre jamás. Con el paso de los años la hoguera del parque Etxebarria se ha trasladado desde el centro del parque hasta el borde, junto al campo de fútbol de Mallona y de forma que pueda verse en todo Bilbao. Desde la atalaya de Ashtanga Yoga Bilbao se habría disfrutado de una espectacular vista, aunque sin duda resultó mucho mejor sentir el calor del fuego en primera fila y sumergirse en el espectáculo pirotécnico y la ceremonia de fuego que el Ayuntamiento de Bilbao organizó con unos siniestros personajillos disfrazados de faunos como anfitriones.
La festividad de San Juan fue un inteligente movimiento por parte del cristianismo para asimilar la ancestral celebración pagana del solsticio de verano y lograr la aceptación popular, de la misma manera que cuando se hizo coincidir la Natividad con el solsticio de invierno, la fiesta romana del Sol Invictus. Lo cierto es que el sol y sus ciclos han sido reverenciados por todas las culturas en todas las épocas. Fuente de luz y origen de vida, los humanos hemos identificado en el sol una muestra tangible del poder de la divinidad y a menudo ha sido equiparado con la divinidad misma. Así, en el Antiguo Egipto el sol era reverenciado como el poderoso Ra, que regía sobre toda la creación, mientras que en los vedas hinduístas el sol o Surya es glorificado como un dios omnisciente, epíteto de Vishnu y Shiva, que observa las buenas y malas acciones y quiebra tanto la oscuridad como las pesadillas y enfermedades.
En la tradición de Ashtanga Yoga tal y como lo transmitió Sri Krishna Pattabhi Jois y en las propias enseñanzas de su gurú Tirumalai Krishnamacharya, la adoración al sol está muy presente. En la segunda parte de la crónica de nuestro último viaje a Mysore hablé largo y tendido de ello: del canto Aditya Hrdayam, de Brahmamuhurta u hora de Brahma, de cómo en Mysore, la ciudad del sur de la India donde surgió este estilo de yoga, la práctica de Ashtanga Yoga empieza muy temprano, y de cómo por todo el mundo miles de practicantes de Ashtanga Yoga realizan sus saludos al sol seis días a la semana justo cuando los primeros rayos empiezan a alzarse. Pero hoy no hablaré de ello.
En realidad, el objetivo principal de esta entrada era presentar dos vídeos a cámara rápida -timelapse- que hemos grabado en nuestra escuela y subido a Youtube. Somos conscientes de que con su ubicación privilegiada junto a la ría, su altura, sus ventanas orientadas en dirección norte-este, y la ausencia de obstáculos en varios kilómetros a la redonda, en Ashtanga Yoga Bilbao contamos con uno de los más bellos amaneceres que pueden verse en Bilbao. Las clases comienzan a las 07:00 de la mañana invariablemente, por lo que en invierno los estudiantes tempraneros de Ashtanga Yoga Bilbao literalmente saludan al sol ascendente mientras que en verano el sol ya está en lo alto para cuando abrimos las puertas y los estudiantes empiezan a hacer acto de presencia.
En diciembre del año 2015, cerca del solsticio de invierno, grabamos un vídeo durante una clase guiada matutina que puede verse algunos párrafos más arriba y en el que la noche se va rompiendo a medida que avanza la clase. En este mes de junio del año 2017 hemos hecho lo propio en los prolegómenos de una clase Mysore. En este último vídeo que puede verse justo sobre el párrafo anterior quedan recogidos momentos muy íntimos en los que primero yo y luego Nines llegamos a la escuela y hacemos nuestra práctica personal. Yo llego algunos minutos antes de las 05:00 de la mañana; Nines lo hace hacia las 05:30. El amanecer tiene lugar algunos minutos después de las 06:00 de la mañana, cuando mi práctica enfila la recta final y la de Nines va terciada. Los más observadores podrán distinguir cómo en algunos momentos interrumpimos la práctica para ayudarnos en posturas clave y cómo a las 06:30 cuando termino enciendo dos varas de incienso que arden exactamente durante media hora justo hasta que empieza la clase. Tras mi pausa para desayunar y ducharme, preparo la sala para la clase y después comienza a llegar la gente. El vídeo sólo se adentra algunos minutos más allá de las 07:00... ¡la batería se agotó!
A los asiduos de la mañana de Ashtanga Yoga Bilbao quizás les resulte curioso echar una ojeada al trajín que tiene lugar en la escuela antes de que ellos lleguen. En el solsticio de invierno son ellos mismos quienes saludan al sol más corto del año, ¡en verano nosotros saludamos al sol más largo!
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