jueves, 18 de febrero de 2016

Prefacio a la Crónica de mi último viaje a Mysore.

Fernando Gorostiza en la puerta del KPJAYI.

Mysore o Maisuru es la ciudad del sur de la India en la que Krishna Pattabhi Jois vivió durante la mayor parte de su vida y en la que desarrolló el sistema de Ashtanga Yoga.  En Mysore se ubica también el Instituto de Ashtanga Yoga que hoy día dirige Sharath Jois, nieto de Pattabhi Jois, y que se ha erigido en el lugar de peregrinaje de centenares, miles de practicantes de Ashtanga Yoga de todo el mundo que cada año acuden al barrio de Gokulam para profundizar sus estudios en el corazón mismo de la tradición. 
Los occidentales comenzaron a viajar a Mysore para practicar Ashtanga Yoga con Guruji -Pattabhi Jois- a partir de 1972, cuando tres hippies hawaianos de viaje por la India supieron casi de casualidad acerca de Pattabhi Jois y de la casita en Lakshmipuram en la que enseñaba un fascinante método de hatha yoga y del cual ellos estaban destinados a ser pioneros en Occidente.  Con el paso de los años, la práctica de Ashtanga Yoga fue ganando más y más popularidad y un número cada vez mayor de estudiantes viajaron a Mysore para conocer a Guruji y sus enseñanzas.


Imágenes de la vieja shala en Lakshmipuram.

A lo largo de estas más de cuatro décadas, los viajeros a Mysore han vivido muchos cambios. Desde los tiempos en que Guruji enseñaba en Lakshmipuram a un puñado de estudiantes en una estrecha relación personal, se ha pasado a la nueva shala de Gokulam con capacidad para setenta personas en la que durante toda la mañana se suceden varios centenares de practicantes.  La pequeña escuela Ashtanga Yoga Nilaya de Lakshmipuram se convirtió en el pomposo Ashtanga Yoga Research Institute -AYRI- y, tras el fallecimiento de Pattabhi Jois en el año 2009, en el Krishna Pattabhi Jois Ashtanga Yoga Institute -KPJAYI-.  El nieto de Pattabhi Jois al que los viajeros a Mysore a lo largo de las décadas habían visto como bebé, niño, estudiante, asistente y aprendiz de su abuelo, ya no se llama Sharath Rangaswami, sino Sharath Jois, y es el actual director del Instituto y el Guruji de la nueva generación de ashtanguis, encargado de mantener viva la llama de Ashtanga Yoga y el legado de su abuelo.   

Sin ser una cuestión crucial, en cierto modo puede decirse que el problema de la gestión del número de estudiantes y del espacio de práctica ha marcado las diferentes etapas de la enseñanza de Ashtanga Yoga en Mysore.

Estudiantes de la vieja shala aguardan su turno en las escaleras.

La situación de la vieja shala ya se encontraba bastante al límite cuando mi maestro en Madrid Borja Romero-Valdespino comenzó a ir a Mysore a principios de los años 2000.  En la pequeña shala de Lakshmipuram que Guruji había mantenido desde los años 40 apenas cabían una docena de personas.  Borja me hablaba de esperas interminables en las escaleras de la casa, a sabiendas de que antes de que le llegara su turno muchas de las personas que estaban esperando en la escalera delante de él todavía tendrían que comenzar y terminar su propia práctica, lo cual podía suponer una desesperante espera de un par de horas.  Quizás para paliar en cierta medida la situación, aunque también como reconocimiento a sus aptitudes y entrega, Sharath llegaría a abrir una shala secundaria para sus propios estudiantes aparte de la de Guruji.

El traslado a la nueva shala de Gokulam en el año 2003 mejoró la situación dramáticamente.  En las nuevas instalaciones cabían casi setenta estudiantes a la vez, lo que aumentaba la capacidad en muchos enteros.  En mi primer viaje en el verano del año 2008 tuve la sensación de que había mucha gente, pero el futuro demostraría que aquellos fueron tiempos cómodos.  Entonces, para acudir a estudiar a Mysore no había más que enviar una carta mediante correo postal ordinario informando de tu intención de ir y sin esperar respuesta presentarte.  A diferencia de ahora, en que la temporada dura seis meses, el Instituto de Ashtanga Yoga estaba abierto durante todo el año y, a pesar de que en la luna llena de julio se celebraba el que acabaría siendo el ultimo cumpleaños de Guruji, no me consta que nadie que quisiera ir y hubiese enviado la carta fuese rechazado.  Cuando llegué con mi amigo Nacho no tuvimos más que entrar, sin esperar colas, y presentarnos en la oficina.  Allí estaba sentado el mismísmo Pattabhi Jois con su nieto Sharath, director y subdirector del KPJAYI, respectivamente, quienes charlaron un rato con nosotros antes de recibir los correspondientes fajos de rupias y emitir las tarjetas de estudiante.  


Guruji durante su fiesta de cumpleaños en julio del 2008.

Guruji había dejado de enseñar por problemas de salud tan sólo algunos meses antes, y las clases y la conferencia -entonces de los domingos- quedaban en manos de Sharath.  Saraswathi, hija de Pattabhi Jois y madre de Sharath, tenía a sus propios estudiantes que compartían techo en la main shala con los estudiantes de Sharath.  Madre e hijo, o hija y nieto, se echaban a la espalda el peso de toda la clase, sin asistentes adicionales.  A Guruji se le veía sólo de vez en cuando, caminando con la ayuda de un bastón y sentándose en la gran silla de madera sobre el stage.  Aunque él no estuviera presente, y me imagino que por cuestiones de respeto y jerarquía, no le vi nunca sentarse en la silla de madera a Sharath, que en su lugar ocupaba una silla menor a un lado pero que, a pesar de ello, ya se había erigido a todos los efectos en el nuevo paramgurú de Ashtanga Yoga.

Pattabhi Jois falleció en mayo del 2009 a la edad de 94 años.  Las novedades no se hicieron esperar.  Además del cambio de nombre -de AYRI a KPJAYI, en homenaje al desaparecido Krishna Pattabhi Jois- la temporada de enseñanza se recortó a seis meses, de octubre a abril, y la página web fue rediseñada por completo, incluyendo un formulario que todo el mundo que quisiera estudiar con Sharath en Mysore debía cumplimentar con antelación y a continuación esperar a que se le confirmase la plaza.  Sharath no permanecía ocioso el resto del año, sino que convirtió en costumbre sus tours de talleres por el extranjero y también empezó a organizar unos cursos de verano de dos meses de duración nunca antes vistos a los que sólo permitía asistir a profesores autorizados o certificados por él mismo o su abuelo.  


Imágenes de la nueva shala en Gokulam.  Trailer del documental Mysore Magic.

Esta situación se ha mantenido durante varios años con leves alteraciones, pero la creciente popularidad de Ashtanga Yoga ha tensado la cuerda temporada tras temporada, mes tras mes.  Pronto, Saraswathi dejó de compartir la main shala con su hijo y empezó a enseñar a sus propios estudiantes en otro edificio a algunas manzanas de distancia.  Cada vez más, muchos de los estudiantes de Saraswathi eran personas que no habían conseguido plaza con Sharath y que se decantaban por su madre como segunda opción.  Desprovisto de su asistente y madre, Sharath empezó a confiar en sus propios profesores autorizados en equipos de tres para asistirle en las clases lo cual, todo sea dicho, redundó en una mejor atención.

Al principio, la solicitud online requería tan sólo de un poco de planificación.  Siempre había que enviarla con tres meses de antelación a la fecha del viaje, en concreto el primero de mes a las 00:00 horas indias, pero tras una espera de algunas horas, invariablemente se recibía la confirmación que garantizaba al solicitante una plaza en Mysore.  Confesaré una maldad: en cierta ocasión lo hice algunos días antes de que se diese el escopetazo de salida y fui aceptado igualmente, lo que es muestra de la laxitud que hubo durante un tiempo.  Con el tiempo, la espera para el email de confirmación pasaría de unas cuantas horas a varios días, y finalmente, semanas.  Los primeros años se podía empezar a practicar en cualquier momento del mes; las dos últimas temporadas sólo durante los cinco primeros días.  Esto quería decir que los nuevos estudiantes de cada mes llegaban a Mysore en tromba y todos habían de inscribirse en un puñado de tardes.  En marcado contraste con la relajada inscripción del año 2008, en el 2014 hube de esperar una cola de más de tres horas. 


Estudiantes del KPJAYI aguardan de madrugada su turno para la clase guiada.

La creciente estrechez de las normas no era sino el reflejo de lo que estaba sucediendo: cada vez más gente quería ir a Mysore y había que gestionar el flujo de estudiantes de algún modo.  Finalmente, el equilibrio entre el número de plazas disponibles y el número de solicitantes se rompió.  Podría decirse que entre esta última temporada y la del pasado año, un porcentaje muy significativo de gente con intención de ir a estudiar con Sharath se ha empezado a quedar fuera y, por lo que he oído, incluso las clases de Saraswathi se han llenado.  La regla de las 00:00 horas indias se ha terminado por aplicar e interpretar literalmente y, durante todos y cada uno de los meses de esta temporada en los que se abría el plazo de inscripciones, el servidor del KPJAYI se ha caído, desbordado con centenares, quizás miles de formularios procedentes de todos los rincones del mundo aspirando a alguna de las 300-400 plazas, de las que salvo el primer mes de la temporada sólo hay algunas disponibles.  Yo mismo fui "víctima" de la situación el pasado 31 de agosto, cuando a las 00:00 horas indias -19:30 horas españolas-, intenté remitir el formulario para practicar en Mysore el mes de diciembre.  Permanecí ante el ordenador hasta después de la medianoche, pero una y otra vez el servidor escupía un error hasta que, cansado, me fui a dormir,  Al volver a intentarlo a primera hora de la mañana, mi solicitud fue finalmente procesada.  Pero muchas otras personas de muchos rincones del mundo lo habían conseguido durante la madrugada, y al cabo de varias semanas recibí la respuesta negativa desde el Instituto.  La misma historia se repitiría otras tantas veces en tantas otras partes.  Conozco personalmente a varias personas que han hecho la solicitud una y otra vez, mes tras mes, y que o bien han sido aceptadas a la tercera, o han sido rechazadas hasta el final. 

En la actualidad todo parece indicar un nuevo cambio de ciclo.  Sharath no es ajeno a estos problemas; de hecho los sufre en sus propias carnes en jornadas de enseñanza maratonianas desde las 04:30 de la mañana hasta las 12:00 del mediodía, y desde el año pasado se han estado escuchando rumores de grandes cambios en la manera de gestionar la llegada de estudiantes y paliar la sobresaturación.  Esta temporada se introdujo una pequeña "restricción" según la cual se exige que los aspirantes a estudiar en Mysore deban de haber completado antes al menos dos meses de práctica con alguno de los profesores de la lista oficial.  Salta a la vista que no ha sido suficiente con ello, y se intuyen medidas mucho más drásticas pero cuya naturaleza nadie conoce aún.  En concreto, circula el rumor de que este verano Sharath, durante su tour por los Estados Unidos y los dos meses del curso para profesores que impartirá en julio y agosto, consultará entre sus profesores autorizados y certificados las posibles soluciones.   


Sharath Jois, durante una clase en la actualidad.  Esta temporada, las míticas alfombras que cubrían el suelo han sido eliminadas.

En estas circunstancias, a un mes y medio del final de una nueva temporada en Mysore, quizás la última de toda una etapa, es cuando he decidido publicar la crónica de mi último viaje a Mysore que tuvo lugar entre finales del mes de noviembre del 2014 y primeros del mes de febrero del 2015.  Se trata de un texto que escribí dirigido a familiares y amigos, pero que acabó alcanzando una dimensión tan grande, y tocando tantos temas, que verdaderamente creo puede resultar de interés general.  En lo que respecta a la bisoña comunidad de Ashtanga Yoga en Bilbao, quizás para muchos sea éste el primer texto a su alcance en el que se describa extensamente y de primera mano la realidad del Ashtanga Yoga en Mysore.  Como profesor autorizado y bilbaíno, me alegro de poner esta información inédita, retrato del momento histórico actual, a disposición de mis paisanos.

El texto en el ordenador ocupa casi cuarenta páginas pero está dividido en nueve capítulos mucho más manejables.  Mi idea es publicar en este blog un capítulo a la semana, ilustrándolo con imágenes de mis propios viajes.  Éste, digamos que capítulo 0, ha sido el epílogo.  En seguida, quizás mañana, publicaré el primero de los capítulos.  ¡Ojalá los disfrutéis!

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