domingo, 7 de junio de 2015

Prana y apana en Ashtanga Yoga: terapia energética.



La práctica de Ashtanga Yoga no parte desde las posturas, desde las asanas, sino desde la respiración.  Cuando uno se sitúa sobre la esterilla y se dispone a comenzar su práctica, lo primero que ha de hacer es entrar en contacto con su respiración: inhalar y exhalar de manera voluntaria, regulando el flujo de aire y tomando conciencia del instante exacto en que termina la exhalación y se inicia la inhalación o viceversa, como el que observa el vaivén de un péndulo y pretende sacar una fotografía cada vez que éste alcanza su máxima amplitud a ambos lados y, durante un instante casi imperceptible, se detiene.  A partir de esa respiración consciente, se da inicio al movimiento postural, al asana.

Sin conciencia de respiración, la práctica de Ashtanga Yoga no sería otra cosa que ejercicio físico, gimnasia cuando, en realidad, pretende ir mucho más allá.  No en vano, las dos primeras series de Ashtanga Yoga -yoga chikitsa y nadi shodana- fueron diseñadas como terapias para trabajar sobre los desequilibrios del cuerpo energético y sus manifestaciones en las emociones, la psicología y la salud del cuerpo físico.  La naturaleza de la práctica es mover energía a través del cuerpo, aprender a entrar en contacto con esos flujos, a discernir resistencias y bloqueos y, mediante el trabajo de la respiración, limpiarlos.

Suryanamaskar A desde el punto de vista energético.


El primer saludo al sol de Ashtanga Yoga parte de samastitih, la postura neutra de pie, y comienza con una inhalación a la que inmediatamente le sigue el primer vinyasa o movimiento: una gran apertura de la parte frontal del cuerpo, dirigiendo las manos hacia el cielo y abriendo extremidades superiores y pecho. En términos energéticos, esto supone un movimiento de energía en sentido entrante y expansivo: el prana entra en el cuerpo mediante la inhalación, y el movimiento de apertura lo dirige hacia la punta de los dedos. La mirada, el drishti, acompaña a esta expansión al enfocarse en los pulgares de las manos: angusthamadhye.

El segundo vinyasa del saludo al sol, regido por una exhalación, es un cierre: uttanasana.  El cuerpo, que con la inhalación del primer vinyasa se ha abierto y ha creado espacio, se repliega sobre sí mismo, cerrándose de nuevo.  Con esta exhalación comienza un nuevo proceso energético: la evacuación de apana, de los residuos, de la polución acumulada.  A nivel físico podría hablarse de dióxido de carbono y del conjunto de los excrementos sí, pero en términos energéticos también de la pesadez, el estancamiento, la tensión, el estrés, el lastre que todos llevamos y del que en un gran suspiro de alivio -la exhalación- comenzamos a librarnos.  La mirada va a la nariz: nasagre, trasladando la atención hacia nuestro interior.

Al expulsar apana creamos espacio energético para nuevo prana, que en la inhalación del tercer vinyasa entra y se pone en circulación de nuevo hacia la parte alta y frontal del cuerpo.  El drishti se sitúa ahora en el entrecejo: bhrumadhye, adonde se dirige el prana.

Con el cuarto vinyasa se exhala, se camina hacia atrás y se sostiene el cuerpo en chaturanga dandasana activando la musculatura abdominal y pélvica, el bandha, para permitir que de nuevo se produzca una liberación de apana pero sin permitir que el prana escape y en consecuencia la postura se colapse.  El drishti vuelve a ir a la nariz: nasagre.

El quinto vinyasa, regido por la inhalación, es otra intensa apertura de la parte frontal del cuerpo, pero esta vez desde los pies hasta la cabeza: urdhva mukha svanasana o perro boca arriba.  La energía se mueve a lo largo de toda la parte frontal, limpiándola.  El dristhi vuelve al entrecejo: bhrumadhye.

La siguiente exhalación nos lleva a adho mukha svanasana o perro boca abajo: el sexto vinyasa.  La postura se mantiene cinco respiraciones pausadas, llevando el proceso de limpieza a la parte trasera del cuerpo.  El abdomen se encuentra metido hacia dentro -uddiyana bandha-, el ano se contrae -mullah bandha- y la barbilla oprime ligeramente la garganta -jalandara bandha-, lo que permite mantener estable el asana y, en términos energéticos, elevar el prana e impedir que se escape por la parte inferior de la columna vertebral o por la garganta.  El drishti se sitúa ahora en el ombligo: nabicakre, el punto donde el prana circula y apana se purifica bajo la acción de los cerrojos o bandhas.

Los tres bandhas, que entran en acción simultáneamente en adho mukha svanasana.
Tras las cinco respiraciones, el séptimo vinyasa coincide con el tercero.  Inhalando y recogiendo prana, se camina hasta el frente de la esterilla de nuevo y se abre la parte frontal del cuerpo.   El drishti de nuevo en el entrecejo: bhrumadhye.

El octavo vinyasa coincide con el segundo.  Nueva exhalación, nueva liberación de apana para dejar espacio al prana.  Drishti a la nariz: nasagre.

Y, por último, el noveno vinyasa, que cierra el círculo regresando al punto de partida del primer vinyasa: manos arriba, alargando y llevando el prana a la parte frontal del cuerpo con el drishti en los pulgares: angusthamadhye.  Exhalando, se regresa a la posición de partida: samastitih.

Relación entre el cuerpo físico y el cuerpo energético.


¿De qué va surya namaskar, más allá de constituir una interesante coreografía que nos hace entrar en calor y romper a sudar?  De nuevo, la verdadera naturaleza del saludo al sol, así como de la práctica de Ashtanga Yoga en conjunto, es limpiar el cuerpo a través de movimientos de energía.  Con cada respiración y movimiento se limpia y abre el cuerpo; pero en una suerte de limpieza y apertura que van mucho más allá del mero plano físico.

Los sabios de la antigüedad no contaban con las sofisticaciones de la ciencia moderna: no sabían nada de rayos X, escáneres, microscopios o análisis de sangre.  Su conocimiento llegó no a través del lado lógico, sino de la percepción intuitiva, lo que les permitió ver los problemas que acechan al ser humano de una manera muy particular y que no se puede entender desde la perspectiva analítico-lógica de la ciencia moderna.  Al igual que la acupuntura no tiene sentido desde el punto de vista de la medicina occidental, la cual jamás reconocerá la existencia de meridianos y del chi, tampoco es posible hallar explicaciones científicas a muchos de los conceptos que se manejan en el yoga y que me dispongo a describir ahora.  No se trata de ningún ejercicio de fe: la experiencia ha demostrado que técnicas que trabajan directamente sobre el cuerpo energético del ser humano, tales como la acupuntura o el yoga, obtienen resultados tangibles sobre el cuerpo físico.

De acuerdo con el yoga, el cuerpo humano se halla constituido por cinco capas o planos de existencia: los koshas.  El cuerpo físico o annamaya kosha, objeto de interés de las ciencias empíricas actuales, es tan sólo uno de los planos.  Inmediatamente debajo -o encima, según se mire- se encuentra el cuerpo energético o pranayama kosha.  Ambos pertenecen al mismo ser, se retroalimentan, y no resulta posible aislarlos ni entender a uno sin el otro.

Los cinco koshas.
De este modo, lo que para la medicina moderna se reduce a una cuestión física, fisiológica, anatómica, metabólica u orgánica, desde el punto de vista del yoga puede tener explicaciones mucho más sutiles.  La manifestación en el plano físico de la energía del cuerpo energético se reduce al oxígeno de la respiración y al calor de los procesos metabólicos celulares.  Sin embargo, en el plano del cuerpo energético, la energía vital o prana responde a un concepto mucho más elevado que un simple gas respirable.  Según este punto de vista, al tiempo que el oxígeno entra en los pulmones y a través de las arterias se distribuye por el cuerpo, el prana entra en el cuerpo y circula a través de los nadis, una compleja red de canales internos de energía.  El prana es el óxigeno al mismo tiempo que algo intangible: una energía universal que se manifiesta de muchas maneras diversas y que en el ser humano lo hace en forma de energía vital.  Millares de nadis recorren nuestro cuerpo pránico, siendo los tres principales: sushumna, ida y pingala.  Sushumna atraviesa el centro de la columna vertebral y coincide con el principal canal del sistema nervioso en el cuerpo físico pero, ojo, los nadis no tienen porqué corresponderse con nervio, arteria o ganglio alguno, porque lo que circula a través de ellos, en un plano distinto de existencia, es el prana.

Los tres nadis principales y sus intersecciones sobre los chakras.
Los famosos chakras no son otra cosa que puntos situados sobre la columna vertebral en los que se producen importantes intersecciones de nadis, conformando "nudos" energéticos.  Casualmente -o "causalmente"-, cada uno de estos nudos coincide con alguno de los principales plexos o intersecciones de nervios y vasos sanguíneos y linfáticos del cuerpo físico: el plexo coxígeo -muladhara chakra-, el plexo pélvico -swadistana chakra-, el plexo solar -manipura chakra-, el plexo cardíaco -anahata chakra-, el plexo cervical -visshudha chakra- y el quiasma óptico -ajna chakra-.  El último y más elevado de los chakras -sahasrara chakra- situado en lo alto de la coronilla, desde el punto de vista del yoga representa la frontera, el puente entre el cuerpo energético del ser humano y su espiritualidad.

Tradicionalmente, y en este caso con la lógica sí que nos puede resultar suficiente, se ha relacionado a cada uno de estos chakras con diversas características del ser humano.  Los tres chakras inferiores se corresponden con las funciones de excreción, de reproducción, de digestión y también con emociones primarias como la sexualidad, el deseo o la ira.  A medida que se asciende, los chakras son, por así decirlo, más "elevados".  De esa manera, en anahata nos encontramos con el amor, en visshudha con la comunicación, en ajna con la inteligencia y la intuición y por último, en sahasrara, con la espiritualidad.

Yoga chikitsa - yoga terapia.


Según la teoría de chakras, la armonía vital se alcanza sólo cuando todos los chakras están alineados.  En términos fisiólogicos podría decirse que cuando la columna está estirada y la circulación sanguínea, linfática y nerviosa son óptimas.  La alineación de los chakras, no obstante, es una tarea difícil debido a la existencia de tres fuerzas -tamas, raja y sattva- que actúan sobre los nadis y en algunos casos los descompensan.  Sattva es la fuerza de la pureza, de la luz, de la armonía.  Raja es la fuerza de la pasión, de la agitación, del movimiento, del cambio.  Tamas, por último, es la fuerza relacionada con la pesadez, la oscuridad, la estática, la gravedad, la tendencia a caer, envejecer, morir y corromperse.  Tamas se alimenta de los venenos o kleshas que impregnan al ser humano y cuya consecuencia es la acumulación de apana: miedo a la muerte, aversión, apego a la continuidad, egoísmo e ignorancia espiritual.  Como resultado de la acción de los kleshas y de tamas, de los cuales no es posible escapar y cuya expresión energética es apana, los chakras tienen tendencia a desplomarse hacia abajo, hacia muladhara chakra, que a su vez también cae.

Las consecuencias fisiológicas de este desplome del chakra inferior, el de las necesidades físicas y el deseo sexual y con tendencia a colmarse de pesado apana, pero también el chakra de la estabilidad, el de estar enraizado sobre el suelo, son una postura caída, la espalda encorvada, debilidad, y en último término prolapsos, hernias y la pérdida de control de los esfínteres...  Según esta visión, a la postre, toda enfermedad física o mental se puede llegar a explicar en términos energéticos, en chakras descompensados o en bloqueos de nadis.

Por lo tanto, la idea en la práctica de Ashtanga Yoga es trabajar con la respiración y con contracciones del cuerpo físico para acceder al cuerpo energético y lograr que los chakras regresen a su posición de equilibrio y, al recuperar su armonía, se recobre la salud física y mental y se logre quizás el desarrollo espiritual.  Por suerte, contamos con algunas herramientas que nos permiten ejercer cierto control sobre el cuerpo energético y los flujos de prana y apana, que en cierta manera constituyen los polos positivo y negativo de nuestra particular pila energética.  Así, tal y como se ha descrito, con cada inhalación introducimos prana y con cada exhalación expulsamos apana, energía pesada, estancada, polución, dejando espacio a nuevo prana.  Es decir, al inhalar el prana baja, entra en el cuerpo y se distribuye, y al EXHALAR, al expulsar apana y crear espacio, el prana SUBE.  De ahí la importancia de la exhalación.  El simple hecho de expulsar aire hace fluir el prana hacia arriba a través de los nadis, lo cual eleva, estabiliza el muladhara chakra e invierte la tendencia de tamas.  Para intensificar esta acción, se utiliza el mula bandha, la contracción del ano y elevación del suelo pélvico y el uddiyana bandha, la contracción y succión del abdomen.

Representación de Agni, el dios del fuego.
¿Cómo nos deshacemos de apana?  En el caso del dióxido de carbono y de los excrementos está claro pero, dado que apana constituye un concepto energético mucho más sutil que los meros desechos orgánicos, parece que hace falta algún otro sumidero energético en el que librarnos de toda esa carga apánica.  Los sabios en la India hablaban de agni, el fuego purificador.  La iconografía hindú lo representa como una deidad en llamas que no envejece porque su fuego se renueva cada día.  Según algunas interpretaciones, agni es la expresión de purusha, la conciencia pura, el alma eterna, y habita dentro de todos los seres humanos en la región del ombligo, hogar del estómago y de manipura chakra.  El fuego se expresa en forma de calor, de determinación, de fuerza de voluntad, en su caso extremo de ira, y también en las funciones de digestión y purificación.

Lo que se pretende en yoga chikitsa -yoga terapia- es elevar muladhara chakra, donde se ha concentrado apana como consecuencia de tamas, para acercarlo a agni, el fuego purificador, que eliminará y limpiará toda esa suciedad energética.  En los ejercicios de pranayama y en algunas posturas, tal que padmasana, se añaden elementos adicionales: rechaka kumbhaka, o retención a pulmones vacíos, puraka kumbhaka, o retención a pulmones llenos, y jalandhara bandha, o compresión de la garganta con la barbilla.  En todos ellos, lo que se persigue es elevar muladhara en la exhalación, bajar agni hacia muladhara en la inhalación al tiempo que se mantiene elevado muladhara mediante la acción de los bandhas, y entre tanto, mediante el cerrojo de la garganta, mantener al prana confinado y circulando.

La primera serie de Ashtanga Yoga, que en su mayor parte se compone de flexiones hacia adelante, incide en todos estos conceptos.  Las flexiones hacia delante alargan la exhalación, comprimen muladhara, el asiento de apana, y lo elevan hacia el fuego agni.  Al mismo tiempo, se mantiene mula bandha y uddiyana bandha, empujando apana todavía más hacia agni.  Las posturas con medio loto y con torsiones en las que el pie presiona contra el bajo abdomen, refuerzan aún más esta compresión y elevación de apana hacia el fuego purificador.

Con esto se explica también aquello de que las posturas invertidas sean tan importantes.  Algunas tradiciones consideran a salamba sarvaungasana y a sirsasana la madre y el padre de todas las asanas.  Al colocarse boca abajo en posición invertida, se anula la acción de la gravedad, de tamas, y muladhara chakra con su carga de apana se eleva -cae hacia el suelo- por efecto de la gravedad, acercándose a agni que, al ser una llama de fuego que de forma natural arde hacia arriba, se acerca a muladhara sin mayor esfuerzo.  Igualmente, esto explica que se recomiende a las mujeres no practicar durante los primeros días de la menstruación y no realizar posturas invertidas durante todo el período.  La menstruación no deja de ser una evacuación de apana, y dado que todo este sistema está orientado a contrarrestar apana e invertir su flujo, conviene no interferir demasiado en lo que al fin y a la postre es un necesario proceso natural de expulsión de energía tamásica.  Sería algo así como hacer todo lo posible por retener los excrementos dentro de los intestinos o de la vejiga en vez de dejarlos marchar.

Prana y apana, un equilibrio de energías opuestas harto difícil a veces.
En resumen, la práctica de Ashtanga Yoga ha de ser entendida no como una exhibición de posturas encaminadas a conseguir un cuerpo tonificado y bonito, sino como una terapia destinada a resolver los bloqueos energéticos que en el cuerpo material se manifiestan en forma de dolencias físicas, trastornos psicológicos y problemas emocionales.  A diferentes niveles, todos los seres humanos precisamos de esta terapia, porque ninguno nos vemos libres del influjo de apana, una forma de energía estancada y pesada que nos condiciona y que ha de ser limpiada para mantener o recuperar la salud y abrir nuestra mente a estados elevados de conciencia.  Las herramientas con las que contamos para conseguirlo son nuestro propio cuerpo, nuestro esqueleto y músculos, nuestra mente y la acción de la respiración.  Ésta desempeña un papel fundamental porque representa la principal fuente de prana a nuestro alcance y ha de constituir toda nuestra prioridad en la práctica.  No habrá asana sin respiración, y sin respiración no habrá asana.

Colocarse sobre la esterilla con todas estas ideas en mente resulta muy reparador.  Cuando se aprende a afrontar la práctica como una disciplina de movimiento de energías y de control de la mente y de la respiración, se produce un antes y un después.  Como decía Guruji, señalándose al pecho: "Ahí dentro hay una caja dentro de la cual está atman, la conciencia pura.  Regresa a ese lugar.  Eso es el yoga." 

10 comentarios:

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    1. Gracias a ti por haberlo leído y me alegro de que te haya sido útil. Este enfoque holístico de la salud humana, aunque discutible desde el punto de vista científico, es muy interesante. El yoga no trata tan sólo de ganar flexibilidad, fuerza o conseguir realizar determinada postura complicada, sino de resolver problemas energéticos a escala general que están causando en la pequeña escala dolores, limitaciones físicas, problemas psicológicos o bloqueos emocionales. ¡Nos vemos en las clases!

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  2. Me encontré con esta entrada por casualidad y me ha encantado leerla y tenerla presente en mi práctica. ¿Recomendarías alguna bibliografía en esta línea para ampliar el estudio del Ashtanga Yoga? Gracias de corazón por compartir tus conocimientos.

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    1. Gracias por tu interés y siento haber tardado en responderte. No sé de un texto específico que hable en estos mismos términos, lo siento. Prana y apana y los vayus en general son conceptos que se manejan habitualmente en el yoga. Respecto a ampliar el estudio de Ashtanga Yoga, te recomiendo los libros de Gregor Maehle.

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    2. Gracias de nuevo! Había leído sobre estos conceptos antes, pero te felicito por tu manera de compartirlos, me han llegado de una manera más directa. Un abrazo! Este es un lindo camino en que van sumando los conceptos, y tus palabras han sido parte de mi camino.

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  3. Me ha gustado mucho. Tengo una pregunta. Según la ideología deide ashtanga en cada asana estamos trabajando en todos los chakras moviendo la energia o hay posturas en la que se trabaja más en un chakra específico? Hago esta pregunta por qué he notado que en otros estilos de yoga se habla mucho durante la práctica de cual chakra estamos trabajando, pero en ashtanga se habla más de prana en general. Gracias��

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    1. Hola,
      No he visto nunca a ningún profesor tradicional de Ashtanga Yoga hablar de chakras específicos durante la práctica, pero fíjate que esto de apana y prana va de elevar la energía desde los chakras inferiores, los más primitivos relacionados con la supervivencia, el territorio y la reproducción, hacia los chakras superiores. Forma parte de la teoría de energías del Hatha Yoga Pradipika y es algo común a todos los estilos de Hatha Yoga, se hable de ello más o menos durante las clases.

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  5. Justo el post sobre lo que más quería conocer sobre Ashtanga Yoga.
    Gracias

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