Cartel promocional del taller intensivo con Tomás Zorzo el 5/6 de noviembre en Ashtanga Yoga Bilbao. |
Ashtanga Yoga Bilbao va a tener el gran honor de recibir a Tomás Zorzo (Rama), quien el próximo 5/6 de noviembre visitará Bilbao por primera vez para impartir un taller intensivo de fin de semana con el tema: "Ashtanga Yoga: teoría y práctica para la transformación personal."
Tomás Zorzo es uno de los estudiantes más antiguos de Sri K. Pattabhi Jois, pionero del Ashtanga Yoga en España y una de las pocas personas de todo el mundo certificadas para enseñar hasta la tercera serie de Ashtanga Yoga por el Instituto de Ashtanga Yoga en Mysore.
Su primer viaje a la India tuvo lugar en 1984. Había entrado en el yoga a través del linaje de Sivananda, y tras recibir formación en Canadá viajó a Risikesh para estudiar filosofía Vedanta durante tres meses en un Ashram de Sivananda. Un holandés le habló de Mysore y de Pattabhi Jois, y al año siguiente regresó a la India con intención de conocerlo.
Tomás contaba con menos de 25 años cuando se encontró con Guruji por primera vez. En aquellos tiempos viajar a la India era una experiencia muy dura, mucho más de lo que es hoy. Sin agua mineral, sin papel higiénico, sin higiene, Rama contrajo una hepatitis amébica en su primer viaje y una grave disentería en el segundo. Cuando llegó a Mysore se encontraba muy enfermo; en el hospital le habían prescrito docenas de pastillas para paliar su infección intestinal y no creía estar en condiciones de estudiar con Pattabhi Jois. Guruji, al escucharle, le dijo: "Tira todas esas medicinas y simplemente practica, practica y practica. Esto limpiará tu hígado y demás órganos y te recuperarás." Su primera práctica fue muy dura; estaba terriblemente débil, no sabía nada de aquel sistema de yoga tan físico, tan diferente de Sivananda, y Guruji le hizo llegar tan lejos como janu sirsasana.
Pattabhi Jois y su mujer Amma visitan a Rama y a Camino en su fastuoso alojamiento durante un taller en Francia. |
"Este hombre me va a matar, me está ajustando, empujando con demasiada fuerza", escribió Tomás en su diario. Temía romperse con los intensos ajustes. Aquel indio loco se tumbaba sobre él en cada asana y Rama se decía; "Oh Dios mío, me va a matar." Pero en realidad le estaba curando. De su primera clase salió mejor de lo que entró. Y se empezó a enganchar. La práctica era muy poderosa y sintió sus efectos terapéuticos inmediatamente. Semana tras semana mejoró, y al cabo de un mes la disentería había desaparecido. En realidad, aunque intensos, los ajustes de Guruji eran muy buenos, y Tomás siempre recordaría el amor y cariño con que Guruji le trató aquella primera vez.
En su segundo viaje a la India, Tomás tenía pánico de volver a enfermar. Tenía la sensación de que India era enorme y él muy pequeño. Tenía miedo de la comida, de tocar nada; todo estaba sucio, India era simplemente gigantesca. Y cuando partió tras aquellos primeros dos meses con Guruji, le quedó la sensación de que ahora era él quien era enorme y la India la que se había vuelto pequeña. Su energía, su prana creció, y ya no volvió a tener miedo de caer enfermo.
Al año siguiente Rama regresó, por supuesto. No consideraba todavía a Pattabhi Jois su gurú, tan sólo un buen profesor que le había curado. Pero halló algo en él que le hizo regresar y que no podía expresar con palabras: la práctica, las asanas, la energía de la shala, ¿su poder?
Tomás Zorzo en una flexión hacia atrás: eka pada kapotasana. |
En esta segunda ocasión Tomás quiso demostrarle a Guruji que era alguien muy fuerte y que había estado practicando lo aprendido. En realidad, tenía el ego un tanto subido. Pattabhi Jois le trataba con desdén y Tomás salía llorando de cada práctica. Tras los backbends, el punto fuerte del joven y flexible Tomás, Guruji nunca le decía "Bien", sino que más bien gruñía y soltaba: "¡Tú! ¡Mal la respiración!" Y la reacción de Rama fue tal que cuando le ajustaba en paschimattanasana no se dejaba doblar hacia delante sino que empujaba hacia atrás. Guruji hacía sus ruidos raros, gruñendo con esfuerzo para empujarle hacia delante, y Rama salía de la práctica envuelto en lágrimas. "Se acabó, este no es mi gurú", se dijo al día siguiente. Decidió ir a practicar pero no prestarle atención, ignorarlo, olvidarse de él. Y fue entonces que acudió a ajustarle y en ocasiones le decía: "Mejor, mejor." Aquél fue el comienzo de la gran transformación de Tomás, de su entrega a Guruji. Acostumbrado a maestros de yoga que soltaban largas e inalcanzables disertaciones filosóficas, Pattabhi Jois le hizo poner los pies en el suelo con su manera de enseñar práctica que ponía la espiritualidad al nivel del ser humano a través de lecciones terrenales y tangibles tales como la humildad, el coraje, la entrega y la confianza. Así fue como empezó a reconocerlo como su gurú.
A lo largo de los años Rama entabló con Guruji una relación muy especial, muy personal, imposible de imaginar hoy día con las grandes aglomeraciones de gente procedente de todo el mundo que se agolpan para estudiar con Sharath Jois, nieto de Pattabhi Jois y nuevo director del Instituto de Ashtanga Yoga en Mysore, Tomás le llamaba por teléfono para decirle cuándo llegaría, se quedaba en su casa, charlaban. Durante un viaje a Francia en que Tomás tuvo la oportunidad de pasar mucho tiempo con Guruji y asistirle durante las clases, hablaron largo y tendido sobre espiritualidad, meditación y psicología en una serie de conversaciones que le dejaron impactado y que le ayudaron a comprender la profundidad de su enseñanza, tan intensa desde el punto de vista externo, físico, pero con unas aspiraciones tan sutilmente internas.
La manera de enseñar de Guruji le fascinó y Tomás quiso ir un paso más allá. La tradición de Pattabhi Jois tenía su origen en el gran hatha yogui, maestro de maestros, Tirumalai Krishnamacharya. Rama quiso seguir su estela. Entonces no existía Internet y la gente no tenía acceso a torrentes de información como hoy, pero se las ingenió para localizar y estudiar con varios de los discípulos de Krishnamacharya como BKS Iyengar y TKV Desikachar, que le aportaron diferentes enfoques de la enseñanza de Krishnamacharya en las diferentes etapas de su vida. Como es habitual en Rama, su aproximación no fue tímida ni ligera, y por lo que le escuché decir una vez, llegaría a viajar a Pune para estudiar con Iyengar hasta cinco veces. Ambu, un discípulo de Sri Aurobindo, fue otro maestro que atrajo poderosamente su atención y con el que profundizó su aprendizaje.
Mientras tanto, Tomás continuaría sus estudios con Pattabhi Jois, siendo un visitante asiduo de Mysore hasta bien entrada la década de los años 2000. Después, no sé muy bien cuándo, seguramente con la creciente popularidad de Pattabhi Jois y el comienzo de las aglomeraciones, se retiró de Mysore discretamente después de más de quince años no sin dejar un profundo legado. Su hijo Ananda, que fue el occidental más joven en estudiar con Guruji a la tierna edad de diez años, sigue viajando todavía hoy a Mysore y enseñando Ashtanga Yoga en Lanzarote. Mi maestro Borja de Ashtanga Yoga Madrid, que a tantas personas -incluido yo mismo- ha hecho conocer el Ashtanga Yoga, coincidió y alternó en sus primeros viajes a India con el más que veterano Tomás, que era toda una institución para la discreta comunidad hispana, y de alguna manera se puede decir que Borja y muchos de los que hemos ido tras él nos hemos visto inspirados por el ejemplo de Rama.
De hecho, fue la recomendación de Borja la que me hizo desplazarme a Oviedo en el año 2008. Oviedo era la ciudad natal de Tomás y donde dirigía y dirige su propio centro de yoga. Como hoy, compaginaba las clases regulares en su escuela con talleres por todo el mundo. Reservé una semana de vacaciones en el trabajo durante el otoño y fui a Oviedo con la sola intención de practicar con él. Mi recorrido en el Ashtanga Yoga se reducía a tres años de práctica continuada y un viaje a Mysore unos pocos meses atrás durante el cual Sharath me había enseñado pashasana, la primera postura de la serie intermedia. Tampoco era un novato, pero la idea de encontrarme con el mítico Tomás me abrumaba.
La experiencia me resultó tan positiva que la repetiría dos veces más: en el 2009 y el 2010. Rama se embutió en su mono de trabajo y desplegó todo su arsenal de conocimientos Cada una de esas tres semanas en tres años sucesivos me ajustó, me aconsejó, me enseñó cosas nuevas, me contó anécdotas, me habló de respiración, de actitud, sobre la evolución de las asanas y, sobre todo, se esforzó en tratar de transmitirme la esencia de la enseñanza de Guruji, en ocasiones dirigiéndose a mí en inglés, con instrucciones cortas e imitando el tono de su viejo maestro que, al menos el primer año en que viajé a Oviedo, aún seguía vivo al otro lado del mundo. Tomás, claro, sabía que me había desplazado desde Madrid exclusivamente para conocerlo y saltaba a la vista que quería agradarme. Después de la clase a veces me quedaba charlando con él sobre el Mysore que él conoció y yo había visto hacía poco, sobre la gente de Madrid que ambos conocíamos y sobre temas de la vida en general. Es una persona francamente abierta que no eludía siquiera temas muy íntimos, y uno de los años incluso fuimos a comer juntos cosa que, como muchos saben, es la condición sine qua non para sellar los lazos de amistad.
Por circunstancias de la vida que no vienen al caso no regresaría a Oviedo más veces pero, algunos años después, en verano del 2014, volví a coincidir con él. Me enteré de que Tomás organizaba su primer retiro de yoga de una semana de duración. El acontecimiento tendría lugar en el complejo Lalitha, en el pueblo de Acebo de la provincia de Cáceres, y allá que fui. En aquel retiro una treintena larga de personas apasionadas por el yoga disfrutamos de una de las experiencias más intensas en este ámbito de las que tengo recuerdo. Durante casi nueve días Rama llevó a cabo un absoluto y total despliegue de entusiasmo, de pasión por enseñar. Nada que ver con esos supuestos "retiros" y "vacaciones" de yoga en que los profesores se limitan a impartir una clase magistral y alguna que otra actividad aquí y allá pero el resto del tiempo lo emplean esencialmente en descansar y disfrutar de sus propias vacaciones pagadas. En su retiro en el Lalitha, Tomás encadenó una tras otra serie de actividades con las que nos sorprendió cada día desde las siete de la mañana hasta más allá de las once de la noche y con tan sólo un par de horas de descanso al mediodía para comer y otra hora para cenar: práctica matutina de Ashtanga Yoga tradicional, guiada y estilo Mysore, práctica vespertina con diferentes temáticas, sesiones de pranayama, de meditación y de técnicas psicológicas, charlas de filosofía... Incansable, a última hora de la noche ejercía de DJ y nos animaba a bailar un buen rato antes de salir a contemplar las estrellas...
A grandes rasgos éste es el hombre que va a venir a Bilbao el próximo 5/6 de noviembre. Tomás ofrece años de experiencia, sabiduría, buen humor y ganas de enseñar a raudales. Me imagino que siempre habrá voces disonantes y gente que no esté de acuerdo con sus métodos o enfoque. pero desde luego nadie puede poner en duda que por su entrega y esfuerzo Rama siempre va mucho más allá de lo que el deber exige.
De hecho, fue la recomendación de Borja la que me hizo desplazarme a Oviedo en el año 2008. Oviedo era la ciudad natal de Tomás y donde dirigía y dirige su propio centro de yoga. Como hoy, compaginaba las clases regulares en su escuela con talleres por todo el mundo. Reservé una semana de vacaciones en el trabajo durante el otoño y fui a Oviedo con la sola intención de practicar con él. Mi recorrido en el Ashtanga Yoga se reducía a tres años de práctica continuada y un viaje a Mysore unos pocos meses atrás durante el cual Sharath me había enseñado pashasana, la primera postura de la serie intermedia. Tampoco era un novato, pero la idea de encontrarme con el mítico Tomás me abrumaba.
La experiencia me resultó tan positiva que la repetiría dos veces más: en el 2009 y el 2010. Rama se embutió en su mono de trabajo y desplegó todo su arsenal de conocimientos Cada una de esas tres semanas en tres años sucesivos me ajustó, me aconsejó, me enseñó cosas nuevas, me contó anécdotas, me habló de respiración, de actitud, sobre la evolución de las asanas y, sobre todo, se esforzó en tratar de transmitirme la esencia de la enseñanza de Guruji, en ocasiones dirigiéndose a mí en inglés, con instrucciones cortas e imitando el tono de su viejo maestro que, al menos el primer año en que viajé a Oviedo, aún seguía vivo al otro lado del mundo. Tomás, claro, sabía que me había desplazado desde Madrid exclusivamente para conocerlo y saltaba a la vista que quería agradarme. Después de la clase a veces me quedaba charlando con él sobre el Mysore que él conoció y yo había visto hacía poco, sobre la gente de Madrid que ambos conocíamos y sobre temas de la vida en general. Es una persona francamente abierta que no eludía siquiera temas muy íntimos, y uno de los años incluso fuimos a comer juntos cosa que, como muchos saben, es la condición sine qua non para sellar los lazos de amistad.
Rama con Nines Blázquez y Fernando Gorostiza. |
Por circunstancias de la vida que no vienen al caso no regresaría a Oviedo más veces pero, algunos años después, en verano del 2014, volví a coincidir con él. Me enteré de que Tomás organizaba su primer retiro de yoga de una semana de duración. El acontecimiento tendría lugar en el complejo Lalitha, en el pueblo de Acebo de la provincia de Cáceres, y allá que fui. En aquel retiro una treintena larga de personas apasionadas por el yoga disfrutamos de una de las experiencias más intensas en este ámbito de las que tengo recuerdo. Durante casi nueve días Rama llevó a cabo un absoluto y total despliegue de entusiasmo, de pasión por enseñar. Nada que ver con esos supuestos "retiros" y "vacaciones" de yoga en que los profesores se limitan a impartir una clase magistral y alguna que otra actividad aquí y allá pero el resto del tiempo lo emplean esencialmente en descansar y disfrutar de sus propias vacaciones pagadas. En su retiro en el Lalitha, Tomás encadenó una tras otra serie de actividades con las que nos sorprendió cada día desde las siete de la mañana hasta más allá de las once de la noche y con tan sólo un par de horas de descanso al mediodía para comer y otra hora para cenar: práctica matutina de Ashtanga Yoga tradicional, guiada y estilo Mysore, práctica vespertina con diferentes temáticas, sesiones de pranayama, de meditación y de técnicas psicológicas, charlas de filosofía... Incansable, a última hora de la noche ejercía de DJ y nos animaba a bailar un buen rato antes de salir a contemplar las estrellas...
A grandes rasgos éste es el hombre que va a venir a Bilbao el próximo 5/6 de noviembre. Tomás ofrece años de experiencia, sabiduría, buen humor y ganas de enseñar a raudales. Me imagino que siempre habrá voces disonantes y gente que no esté de acuerdo con sus métodos o enfoque. pero desde luego nadie puede poner en duda que por su entrega y esfuerzo Rama siempre va mucho más allá de lo que el deber exige.
Para terminar me gustaría hacer un apunte. Curiosamente, a pesar de sus impresionantes credenciales dentro de la tradición de Ashtanga Yoga, me consta que Tomás es a veces desdeñado por algunos círculos que consideran que "ya no enseña Ashtanga Yoga." El que dice algo así, desde luego no ha estado nunca con Tomás o, al menos, no ha estado nunca con él en una clase de Ashtanga Yoga. Es cierto, sí, que en su centro de Oviedo las clases de lo que él llama "yoga integral", y no Ashtanga Yoga, ocupan la mayor parte de su franja horaria. Yo he estado en alguna de esas clases en las que divide la clase en una charla, una meditación, unos ejercicios de pranayama y una práctica de asanas guiada bastante suave que, por su estructura y forma, recuerda levemente a la práctica de Ashtanga Yoga. Es un estilo de yoga en el que Rama combina distintas técnicas de yoga que ha aprendido durante toda su trayectoria y que decidió llamarlo "integral", aunque en cierta ocasión le escuché que quizás debería haberlo llamado "Tomás Yoga." En esas clases no hay ni trampa ni cartón: no es Ashtanga Yoga y el que acuda a ellas sabe que no encontrará la práctica de Ashtanga Yoga tal y como lo enseñó Pattabhi Jois.
La sonrisa de Rama. |
Yo he asistido a algunas de sus clases de yoga integral pero también he estado en muchas de sus clases de Ashtanga Yoga y, perdonadme que os diga, en esto no hay discusión posible: Tomás enseña el Ashtanga Yoga que Guruji enseñaba en Mysore y que él estuvo mamando durante años y años de práctica personal comprometida y a una distancia más corta de la fuente de la tradición de lo que muchos profesores de Ashtanga Yoga de hoy día, tal que yo mismo, llegaremos nunca a soñar. Resulta irrisorio que en algunos casos "saber demasiado" pueda resultar contraproducente y que se pueda pensar que el entorno multidisciplinar de Tomás empaña su capacidad de transmitir el linaje de Ashtanga Yoga. Porque todo lo que Rama enseña lo hace desde su propia experiencia; él no es uno de esos profesores que encadenan un cursillo de formación de un puñado de horas tras otro y engordan su currículum con una retahíla de certificaciones de poca monta. El diletantismo, la superficialidad, no van con Tomás. Todo lo que enseña lo ha aprendido y practicado en profundidad, rumiándolo, saboreándolo y digiriéndolo, y no hay más que compartir una clase con él para darse cuenta.
Cuando hablé con Rama acerca del intensivo del 5/6 de noviembre en Bilbao, le expresé mi deseo de que lo enfocase a practicantes de Ashtanga Yoga. Sus talleres y cursos a veces están orientados a un público general, no necesariamente inmerso en el linaje de Pattabhi Jois, pero nuestra idea era que tras una temporada completa de rodaje de Ashtanga Yoga Bilbao, y después de haber iniciado en la práctica de Ashtanga Yoga a docenas de personas y brindado por vez primera a Bilbao la posibilidad de practicar Ashtanga Yoga de la manera tradicional en una escuela con clases mañana y tarde seis días a la semana, nuestra gente tuviese la oportunidad de saborear y apreciar a un profesor senior de la talla de Tomás. En un mundo como éste en que todo lo extranjero suele estar tan sobrevalorado, la verdad es que es un gran suerte poder contar con Rama, tan cercano en lo personal y en lo cultural. ¡No te lo pienses más y ven a Bilbao a vivir una experiencia única!
Información y reservas; http://www.ashtangayogabilbao.com/evento_tomaszorzo_112016.php
Nota bibliográfica: Además de la consabida cosecha propia, he utilizado como fuente para este post la entrevista a Tomás Zorzo del libro "Guruji: A portrait of Sri K. Pattabhi Jois Through the Eyes of His Students" de Guy Donahaye y Eddie Stern.
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