¡Nueva temporada en Ashtanga Yoga Bilbao! |
Durante la celebración en Oviedo del sesenta cumpleaños de nuestro querido Tomás Zorzo (Rama) el pasado mes de febrero tuvimos la suerte de escuchar una preciosa reflexión acerca del verdadero sentido del yoga que deseo compartir en el blog. No grabé las palabras de Tomás y recurriré a mi memoria como única fuente; por lo tanto no se tratará de una transcripción literal y me tomaré las licencias que considere oportunas.
Tomás Zorzo comenzó su charla citando el famoso sutra 2.46 de Patanjali: sthira sukham asanam. En un idioma tan polisémico como el sánscrito el abanico de traducciones e interpretaciones siempre es amplio, aunque en el caso de este sutra hay una traducción muy extendida que viene a decir tal que así: la postura (asanam) tiene que ser firme, fuerte, estable, resistente (sthira) y a la vez cómoda, fácil, relajada, sin esfuerzo (sukham).
Se trata del único sutra en el que Patanjali cita de forma explícita el término asana y resulta sumamente interesante porque describe las cualidades que tendría que reunir una postura de yoga bien realizada mediante una aparente paradoja: la postura debe ejecutarse con esfuerzo pero sin esfuerzo, ha de ser fácil y al mismo tiempo difícil, tanto firme como relajada. Todos los que practicamos asanas nos enfrentamos cotidianamente a la esencia de este sutra cuando tratamos de encontrar comodidad, amplitud y tranquilidad en las difíciles situaciones que nos plantean determinadas posturas. Esto es especialmente cierto en el caso de los practicantes de Ashtanga Yoga tradicional que seis días a la semana invariablemente y sin posibilidad de escapatoria nos encontramos con una buena ristra de situaciones que nos desafían y en las que tenemos que tratar de negociar con esa dualidad, ese tira y afloja, ese sutil equilibrio entre esfuerzo y relajación al que se refiere Patanjali.
Sin embargo, no iré más allá en este tema porque en la reflexión del día de su cumpleaños Rama tampoco ahondó en el significado del sutra completo, sino que más bien se centró en la etimología de la palabra sukha.
Tomás Zorzo en plena exposición. |
Sukha (sukham es su declinación en acusativo singular) se divide en dos términos: su, que viene a significar agradable, bueno, fácil y kha, que indica lugar o espacio. Sukha: espacio fácil, en contraposición a dukha: espacio difícil, un concepto central en las filosofías tanto hinduista como budista y que hace referencia al sufrimiento del ser humano causado por la ignorancia que resulta de la identificación con el vehículo corporal perecedero.
Tomás explicó que en el yoga todo se reduce a encontrar un espacio fácil. Asimiló el ser humano a una habitación vacía, un espacio rodeado de paredes y un techo. Mantener las paredes y el techo en buen estado es importante, por supuesto. Si no lo hiciéramos, las paredes se cuartearían, el techo se desmoronaría y nuestra habitación sería un auténtico desastre en el que anidarían toda clase de alimañas en forma de enfermedad. Por eso hacemos asanas. Para obtener salud, para no tener que preocuparnos por nuestra supervivencia y poder centrar nuestra atención en lo que verdaderamente importa.
Porque lo importante de una habitación, claro está, no son sus paredes. Lo importante es el contenido, lo que hay dentro. Al principio, la habitación está vacía y el espacio es amplio. Podemos movernos con comodidad y sin impedimentos y saltar, bailar. Se trata de un espacio fácil. Sin embargo, con el paso del tiempo nuestra habitación se va llenando de obstáculos en forma de samskaras, o experiencias que nos condicionan. Pensad por ejemplo en un niño recién nacido para el que no existen prejuicios, cosas buenas ni malas. El niño puede observar una cagada de perro en el suelo y recogerla. Cuando se la lleve a la nariz y la huela, a la boca y la saboree, o aparezca alguno de sus padres y lo reprenda, entonces el niño aprenderá que eso es algo malo que no debe tocar. A partir de ese momento en su habitación habrá un mueble: un espacio por el que ya sabe que no hay que pisar. Y a medida que avance la vida iremos acumulando más y más muebles, cosas, personas o actos que nos gustan y que nos disgustan, que deseamos pero que desgraciadamente no llegan y que aborrecemos pero que por mucho que queramos evitar inexorablemente acaban llamando a nuestra puerta; en definitiva, que nos perturban y que convierten a nuestra habitación en un espacio cada vez más incómodo y difícil.
Una vista general del público asistente a la celebración en Oviedo. |
Rama hablaba en la shala de práctica de su centro de yoga en Oviedo en la que estábamos hacinadas como cien personas llegadas de todos los rincones de España para rendirle homenaje. "Imaginaos", dijo, "que toda la gente que estáis aquí, escuchándome en silencio, de pronto os pusierais a gritar, a saltar, a pegar patadas. Entonces habríais convertido un espacio tranquilo, relativamente fácil a pesar de todos los que estáis aquí, en un espacio incómodo, sumamente difícil."
Mediante esta hermosa analogía Tomás venía a decirnos que en realidad el yoga no va sólo de volvernos más fuertes, más flexibles y ser capaz de colocar los pies detrás de la cabeza, sino de encontrar comodidad en el interior, de convertir nuestra mente en un espacio tranquilo libre de conflictos, en armonía con nosotros mismos, con las demás personas con las que nos relacionamos y con nuestro entorno y que, en resumidas cuentas, nos permita llevar una vida más plena y feliz.
Los yoguis de las leyendas se retiraban a la naturaleza renunciando a la posesión de bienes materiales y al contacto con la sociedad en una búsqueda de sí mismos. Tal vez uno pudiera pensar que el camino del eremita constituye una eficaz manera de vaciar la habitación y de mantener a raya las luchas internas. A los pies de una cascada, rodeado de flores y acariciado por el trinar de los pájaros, ¿quién no está en paz? Sin embargo, alejarse de las fuentes de conflicto no es garantía de que el conflicto no vuelva a surgir cuando te enfrentes a ellas de nuevo. Así, el hecho de que dejes en casa el móvil cuando te marchas de vacaciones no significa que no vuelvas a usarlo de forma compulsiva cuando esté de nuevo en tu mano; puede que incluso lo cojas todavía con más ganas. También, alejarte durante una temporada de ese familiar que tanto detestas no evitará necesariamente que se desate una nueva trifulca cuando os reencontréis. En realidad, el conflicto no se soluciona sorteando sus fuentes, sino modificando la manera en que te relacionas con ellas. El trabajo, por lo tanto, hay que hacerlo desde dentro.
Entrañable fotografía con Susana, Borja y sus hijos y Tomás y Camino. |
Todo esto me ha venido a la cabeza cuando se ha acercado el momento de iniciar una nueva temporada en Ashtanga Yoga Bilbao: la quinta desde que abriéramos puertas el 21 de septiembre del año 2015 que tan lejano parece ya.
Me temo que lo he escrito numerosas veces, pero insistiré: la práctica de Ashtanga Yoga tiene el estigma de ser muy física, muy externa. Las shalas de Ashtanga Yoga a veces parecen más bien escuelas de circo o de acrobacia y muchas personas se sienten atraídas o repelidas a partes iguales por ello.
No todo es lo que parece, y detrás de una práctica tan física como la de Ashtanga Yoga hay mucho más. En este sistema de yoga, me atrevería a decir que tal vez como en ningún otro, se ofrecen los elementos necesarios para convertir una práctica aparentemente externa en una profunda experiencia de introspección:
La ejecución de una rutina que te has aprendido de memoria, la sincronización de cada movimiento con una inspiración o espiración largas, los puntos de enfoque a los que llevar tu mirada, las contracciones y relajaciones conscientes a efectuar en distintas partes de tu musculatura, la atención que has de prestar cada segundo a cada cosa que está sucediendo en ese preciso momento desde tu piel hacia dentro; el respeto que has de tener hacia tus límites y tu situación de ese día, pidiendo permiso en cada postura, no exigiendo ni forzando; la gestión de energía que tienes que llevar a cabo para no llegar agotado a las partes de mayor exigencia de tu práctica; el hecho de que sea el profesor y no tu ambición quien decida cuándo progresas para que tu práctica madure de forma honesta en base a tu realidad particular, tus circunstancias, tu compromiso y tu dedicación; aprender a sentirte satisfecho y agradecido por haber hecho tu práctica, simplemente por haberla hecho y con independencia de la forma externa de tus figuras o de lo que haya podido hacer el vecino...
Quinta temporada en Ashtanga Yoga Bilbao. |
El párrafo anterior se podía haber resumido en sólo dos palabras: ashtanga yoga: el yoga de los ocho pasos de Patanjali, todos los cuales están recogidos, de manera directa o indirecta, en los puntos citados. La frustración, la ira, el miedo, la impaciencia, la envidia, la ambición, la distracción, la pereza, la noción equivocada de que esto no es para ti porque ya eres demasiado mayor o quizás demasiado joven o poco flexible o muy débil, la vanidad por que has conseguido tal cosa y la decepción porque no tienes otra, la sensación de que el profesor te tiene manía y no te quiere enseñar y sin embargo al otro sí; de que hace mucho tiempo que estás atascado en lo mismo y que nunca lograrás hacerlo; que antes podías hacer tal cosa y ahora que te has torcido un tobillo o has ganado unos kilos ya no... Son cosas que tienen que surgir, que surgirán y sobre las que tendrás que trabajar. ¿Acaso no te encuentras con todo eso también en la vida? A las clases de Ashtanga Yoga siempre puedes dejar de ir, pero de lo que seguro no podrás escapar será de que sigas reproduciendo esos mismos patrones fuera de la shala. Y dime, ¿cómo esperas solucionarlo? Pues fíjate: sobre la esterilla, cada día, tienes una oportunidad.
Esto es lo que enseñamos en Ashtanga Yoga Bilbao. Dentro del paquete va incluido lo de los lotos, las extensiones de espalda, los equilibrios sobre brazos y los pies detrás de la cabeza, sí, pero créeme, si tu aspiración es apuntarte para ver cuántas posturas eres capaz de acumular, aprender a hacer el pino puente o porque quieres conseguir un cuerpo diez para el próximo verano, te vaticino ya lo que va a pasar: que no llegarás a navidades porque te cansarás al cabo de más bien poco y preferirás apuntarte a esas clases de yoga con música tan divertidas del gimnasio o similar donde no se te plantea ninguna clase de conflicto y simplemente te obsequian con una entretenida coreografía de asanas. Ashtanga Yoga es para todo el mundo, pero a menudo no es lo que la gente espera, y mucho menos la gente occidental con toda esa educación competitiva y basada en conseguir más y más que se nos ha inculcado desde pequeños.
Así que para todo esto comienza una nueva temporada este lunes 26 de agosto del 2019 en Ashtanga Yoga Bilbao. Son todavía fechas de vacaciones y me figuro que iréis regresando a cuentagotas. De hecho todavía mantendremos los horarios de verano durante todas esta semana; a partir del lunes 2 de septiembre regresarán los horarios habituales con clases de lunes a sábado por la mañana, mediodía y tarde.
Estamos preparando varios eventos especiales para esta nueva temporada que anunciaremos próximamente y que tendrán lugar a partir del mes de enero. Por el momento simplemente tenemos confirmado un nuevo curso de iniciación el fin de semana del 28/29 de septiembre.
Durante las últimas semanas antes del parón veraniego os anunciamos nuestra intención de volver a viajar a la India en este mes de diciembre. Sin embargo, no tuvimos suerte a la hora de enviar la solicitud de la web de Sharath Jois, por lo que nos quedaremos aquí. Ya escribiré acerca de ello con mayor profundidad en otra entrada.
¡Eso es todo! Muchas gracias por haber leído hasta aquí. Acudas o no a nuestras clases, ¡tú también formas parte de Ashtanga Yoga Bilbao!