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domingo, 25 de agosto de 2019

Quinta temporada de Ashtanga Yoga Bilbao: Un espacio fácil.

¡Nueva temporada en Ashtanga Yoga Bilbao!

Durante la celebración en Oviedo del sesenta cumpleaños de nuestro querido Tomás Zorzo (Rama) el pasado mes de febrero tuvimos la suerte de escuchar una preciosa reflexión acerca del verdadero sentido del yoga que deseo compartir en el blog.  No grabé las palabras de Tomás y recurriré a mi memoria como única fuente; por lo tanto no se tratará de una transcripción literal y me tomaré las licencias que considere oportunas.

Tomás Zorzo comenzó su charla citando el famoso sutra 2.46 de Patanjali: sthira sukham asanam.  En un idioma tan polisémico como el sánscrito el abanico de traducciones e interpretaciones siempre es amplio, aunque en el caso de este sutra hay una traducción muy extendida que viene a decir tal que así: la postura (asanam) tiene que ser firme, fuerte, estable, resistente (sthira) y a la vez cómoda, fácil, relajada, sin esfuerzo (sukham).  

Se trata del único sutra en el que Patanjali cita de forma explícita el término asana y resulta sumamente interesante porque describe las cualidades que tendría que reunir una postura de yoga bien realizada mediante una aparente paradoja: la postura debe ejecutarse con esfuerzo pero sin esfuerzo, ha de ser fácil y al mismo tiempo difícil, tanto firme como relajada.  Todos los que practicamos asanas nos enfrentamos cotidianamente a la esencia de este sutra cuando tratamos de encontrar comodidad, amplitud y tranquilidad en las difíciles situaciones que nos plantean determinadas posturas.  Esto es especialmente cierto en el caso de los practicantes de Ashtanga Yoga tradicional que seis días a la semana invariablemente y sin posibilidad de escapatoria nos encontramos con una buena ristra de situaciones que nos desafían y en las que tenemos que tratar de negociar con esa dualidad, ese tira y afloja, ese sutil equilibrio entre esfuerzo y relajación al que se refiere Patanjali.

Sin embargo, no iré más allá en este tema porque en la reflexión del día de su cumpleaños Rama tampoco ahondó en el significado del sutra completo, sino que más bien se centró en la etimología de la palabra sukha

Tomás Zorzo en plena exposición.

Sukha (sukham es su declinación en acusativo singular) se divide en dos términos: su, que viene a significar agradable, bueno, fácil y kha, que indica lugar o espacio.  Sukha: espacio fácil, en contraposición a dukha: espacio difícil, un concepto central en las filosofías tanto hinduista como budista y que hace referencia al sufrimiento del ser humano causado por la ignorancia que resulta de la identificación con el vehículo corporal perecedero.

Tomás explicó que en el yoga todo se reduce a encontrar un espacio fácil.  Asimiló el ser humano a una habitación vacía, un espacio rodeado de paredes y un techo.  Mantener las paredes y el techo en buen estado es importante, por supuesto.  Si no lo hiciéramos, las paredes se cuartearían, el techo se desmoronaría y nuestra habitación sería un auténtico desastre en el que anidarían toda clase de alimañas en forma de enfermedad.  Por eso hacemos asanas.  Para obtener salud, para no tener que preocuparnos por nuestra supervivencia y poder centrar nuestra atención en lo que verdaderamente importa.

Porque lo importante de una habitación, claro está, no son sus paredes.  Lo importante es el contenido, lo que hay dentro.  Al principio, la habitación está vacía y el espacio es amplio.  Podemos movernos con comodidad y sin impedimentos y saltar, bailar.  Se trata de un espacio fácil.  Sin embargo, con el paso del tiempo nuestra habitación se va llenando de obstáculos en forma de samskaras, o experiencias que nos condicionan.  Pensad por ejemplo en un niño recién nacido para el que no existen prejuicios, cosas buenas ni malas.  El niño puede observar una cagada de perro en el suelo y recogerla.  Cuando se la lleve a la nariz y la huela, a la boca y la saboree, o aparezca alguno de sus padres y lo reprenda, entonces el niño aprenderá que eso es algo malo que no debe tocar.  A partir de ese momento en su habitación habrá un mueble: un espacio por el que ya sabe que no hay que pisar.  Y a medida que avance la vida iremos acumulando más y más muebles, cosas, personas o actos que nos gustan y que nos disgustan, que deseamos pero que desgraciadamente no llegan y que aborrecemos pero que por mucho que queramos evitar inexorablemente acaban llamando a nuestra puerta; en definitiva, que nos perturban y que convierten a nuestra habitación en un espacio cada vez más incómodo y difícil. 

Una vista general del público asistente a la celebración en Oviedo.

Rama hablaba en la shala de práctica de su centro de yoga en Oviedo en la que estábamos hacinadas como cien personas llegadas de todos los rincones de España para rendirle homenaje.  "Imaginaos", dijo, "que toda la gente que estáis aquí, escuchándome en silencio, de pronto os pusierais a gritar, a saltar, a pegar patadas.  Entonces habríais convertido un espacio tranquilo, relativamente fácil a pesar de todos los que estáis aquí, en un espacio incómodo, sumamente difícil."

Mediante esta hermosa analogía Tomás venía a decirnos que en realidad el yoga no va sólo de volvernos más fuertes, más flexibles y ser capaz de colocar los pies detrás de la cabeza, sino de encontrar comodidad en el interior, de convertir nuestra mente en un espacio tranquilo libre de conflictos, en armonía con nosotros mismos, con las demás personas con las que nos relacionamos y con nuestro entorno y que, en resumidas cuentas, nos permita llevar una vida más plena y feliz.  

Los yoguis de las leyendas se retiraban a la naturaleza renunciando a la posesión de bienes materiales y al contacto con la sociedad en una búsqueda de sí mismos.  Tal vez uno pudiera pensar que el camino del eremita constituye una eficaz manera de vaciar la habitación y de mantener a raya las luchas internas.  A los pies de una cascada, rodeado de flores y acariciado por el trinar de los pájaros, ¿quién no está en paz?  Sin embargo, alejarse de las fuentes de conflicto no es garantía de que el conflicto no vuelva a surgir cuando te enfrentes a ellas de nuevo.  Así, el hecho de que dejes en casa el móvil cuando te marchas de vacaciones no significa que no vuelvas a usarlo de forma compulsiva cuando esté de nuevo en tu mano; puede que incluso lo cojas todavía con más ganas.  También, alejarte durante una temporada de ese familiar que tanto detestas no evitará necesariamente que se desate una nueva trifulca cuando os reencontréis.  En realidad, el conflicto no se soluciona sorteando sus fuentes, sino modificando la manera en que te relacionas con ellas.  El trabajo, por lo tanto, hay que hacerlo desde dentro. 

Entrañable fotografía con Susana, Borja y sus hijos y Tomás y Camino.

Todo esto me ha venido a la cabeza cuando se ha acercado el momento de iniciar una nueva temporada en Ashtanga Yoga Bilbao: la quinta desde que abriéramos puertas el 21 de septiembre del año 2015 que tan lejano parece ya.

Me temo que lo he escrito numerosas veces, pero insistiré: la práctica de Ashtanga Yoga tiene el estigma de ser muy física, muy externa.  Las shalas de Ashtanga Yoga a veces parecen más bien escuelas de circo o de acrobacia y muchas personas se sienten atraídas o repelidas a partes iguales por ello.

No todo es lo que parece, y detrás de una práctica tan física como la de Ashtanga Yoga hay mucho más.  En este sistema de yoga, me atrevería a decir que tal vez como en ningún otro, se ofrecen los elementos necesarios para convertir una práctica aparentemente externa en una profunda experiencia de introspección:

La ejecución de una rutina que te has aprendido de memoria, la sincronización de cada movimiento con una inspiración o espiración largas, los puntos de enfoque a los que llevar tu mirada, las contracciones y relajaciones conscientes a efectuar en distintas partes de tu musculatura, la atención que has de prestar cada segundo a cada cosa que está sucediendo en ese preciso momento desde tu piel hacia dentro; el respeto que has de tener hacia tus límites y tu situación de ese día, pidiendo permiso en cada postura, no exigiendo ni forzando; la gestión de energía que tienes que llevar a cabo para no llegar agotado a las partes de mayor exigencia de tu práctica; el hecho de que sea el profesor y no tu ambición quien decida cuándo progresas para que tu práctica madure de forma honesta en base a tu realidad particular, tus circunstancias, tu compromiso y tu dedicación; aprender a sentirte satisfecho y agradecido por haber hecho tu práctica, simplemente por haberla hecho y con independencia de la forma externa de tus figuras o de lo que haya podido hacer el vecino...

Quinta temporada en Ashtanga Yoga Bilbao.

El párrafo anterior se podía haber resumido en sólo dos palabras: ashtanga yoga: el yoga de los ocho pasos de Patanjali, todos los cuales están recogidos, de manera directa o indirecta, en los puntos citados.  La frustración, la ira, el miedo, la impaciencia, la envidia, la ambición, la distracción, la pereza, la noción equivocada de que esto no es para ti porque ya eres demasiado mayor o quizás demasiado joven o poco flexible o muy débil, la vanidad por que has conseguido tal cosa y la decepción porque no tienes otra, la sensación de que el profesor te tiene manía y no te quiere enseñar y sin embargo al otro sí; de que hace mucho tiempo que estás atascado en lo mismo y que nunca lograrás hacerlo; que antes podías hacer tal cosa y ahora que te has torcido un tobillo o has ganado unos kilos ya no... Son cosas que tienen que surgir, que surgirán y sobre las que tendrás que trabajar.  ¿Acaso no te encuentras con todo eso también en la vida?  A las clases de Ashtanga Yoga siempre puedes dejar de ir, pero de lo que seguro no podrás escapar será de que sigas reproduciendo esos mismos patrones fuera de la shala.  Y dime, ¿cómo esperas solucionarlo?  Pues fíjate: sobre la esterilla, cada día, tienes una oportunidad.

Esto es lo que enseñamos en Ashtanga Yoga Bilbao.  Dentro del paquete va incluido lo de los lotos, las extensiones de espalda, los equilibrios sobre brazos y los pies detrás de la cabeza, sí, pero créeme, si tu aspiración es apuntarte para ver cuántas posturas eres capaz de acumular, aprender a hacer el pino puente o porque quieres conseguir un cuerpo diez para el próximo verano, te vaticino ya lo que va a pasar: que no llegarás a navidades porque te cansarás al cabo de más bien poco y preferirás apuntarte a esas clases de yoga con música tan divertidas del gimnasio o similar donde no se te plantea ninguna clase de conflicto y simplemente te obsequian con una entretenida coreografía de asanas.  Ashtanga Yoga es para todo el mundo, pero a menudo no es lo que la gente espera, y mucho menos la gente occidental con toda esa educación competitiva y basada en conseguir más y más que se nos ha inculcado desde pequeños.

Así que para todo esto comienza una nueva temporada este lunes 26 de agosto del 2019 en Ashtanga Yoga Bilbao.  Son todavía fechas de vacaciones y me figuro que iréis regresando a cuentagotas.  De hecho todavía mantendremos los horarios de verano durante todas esta semana; a partir del lunes 2 de septiembre regresarán los horarios habituales con clases de lunes a sábado por la mañana, mediodía y tarde.

Estamos preparando varios eventos especiales para esta nueva temporada que anunciaremos próximamente y que tendrán lugar a partir del mes de enero.  Por el momento simplemente tenemos confirmado un nuevo curso de iniciación el fin de semana del 28/29 de septiembre.

Durante las últimas semanas antes del parón veraniego os anunciamos nuestra intención de volver a viajar a la India en este mes de diciembre.  Sin embargo, no tuvimos suerte a la hora de enviar la solicitud de la web de Sharath Jois, por lo que nos quedaremos aquí.  Ya escribiré acerca de ello con mayor profundidad en otra entrada.

¡Eso es todo!  Muchas gracias por haber leído hasta aquí.  Acudas o no a nuestras clases, ¡tú también formas parte de Ashtanga Yoga Bilbao!

miércoles, 12 de octubre de 2016

¡Tomás Zorzo en Bilbao!


Cartel promocional del taller intensivo con Tomás Zorzo el 5/6 de noviembre en Ashtanga Yoga Bilbao.

Ashtanga Yoga Bilbao va a tener el gran honor de recibir a Tomás Zorzo (Rama), quien el próximo 5/6 de noviembre visitará Bilbao por primera vez para impartir un taller intensivo de fin de semana con el tema: "Ashtanga Yoga: teoría y práctica para la transformación personal."  

Tomás Zorzo es uno de los estudiantes más antiguos de Sri K. Pattabhi Jois, pionero del Ashtanga Yoga en España y una de las pocas personas de todo el mundo certificadas para enseñar hasta la tercera serie de Ashtanga Yoga por el Instituto de Ashtanga Yoga en Mysore.

Su primer viaje a la India tuvo lugar en 1984.  Había entrado en el yoga a través del linaje de Sivananda, y tras recibir formación en Canadá viajó a Risikesh para estudiar filosofía Vedanta durante tres meses en un Ashram de Sivananda.  Un holandés le habló de Mysore y de Pattabhi Jois, y al año siguiente regresó a la India con intención de conocerlo.  

Tomás contaba con menos de 25 años cuando se encontró con Guruji por primera vez.  En aquellos tiempos viajar a la India era una experiencia muy dura, mucho más de lo que es hoy.  Sin agua mineral, sin papel higiénico, sin higiene, Rama contrajo una hepatitis amébica en su primer viaje y una grave disentería en el segundo. Cuando llegó a Mysore se encontraba muy enfermo; en el hospital le habían prescrito docenas de pastillas para paliar su infección intestinal y no creía estar en condiciones de estudiar con Pattabhi Jois.  Guruji, al escucharle, le dijo: "Tira todas esas medicinas y simplemente practica, practica y practica.  Esto limpiará tu hígado y demás órganos y te recuperarás."  Su primera práctica fue muy dura; estaba terriblemente débil, no sabía nada de aquel sistema de yoga tan físico, tan diferente de Sivananda, y Guruji le hizo llegar tan lejos como janu sirsasana.
Pattabhi Jois y su mujer Amma visitan a Rama y a Camino en su fastuoso alojamiento durante un taller en Francia.

"Este hombre me va a matar, me está ajustando, empujando con demasiada fuerza", escribió Tomás en su diario.  Temía romperse con los intensos ajustes.  Aquel indio loco se tumbaba sobre él en cada asana y Rama se decía; "Oh Dios mío, me va a matar."  Pero en realidad le estaba curando.  De su primera clase salió mejor de lo que entró.  Y se empezó a enganchar.  La práctica era muy poderosa y sintió sus efectos terapéuticos inmediatamente.  Semana tras semana mejoró, y al cabo de un mes la disentería había desaparecido.  En realidad, aunque intensos, los ajustes de Guruji eran muy buenos, y Tomás siempre recordaría el amor y cariño con que Guruji le trató aquella primera vez.  

En su segundo viaje a la India, Tomás tenía pánico de volver a enfermar.  Tenía la sensación de que India era enorme y él muy pequeño.  Tenía miedo de la comida, de tocar nada; todo estaba sucio, India era simplemente gigantesca.  Y cuando partió tras aquellos primeros dos meses con Guruji, le quedó la sensación de que ahora era él quien era enorme y la India la que se había vuelto pequeña.  Su energía, su prana creció, y ya no volvió a tener miedo de caer enfermo.

Al año siguiente Rama regresó, por supuesto.  No consideraba todavía a Pattabhi Jois su gurú, tan sólo un buen profesor que le había curado.  Pero halló algo en él que le hizo regresar y que no podía expresar con palabras: la práctica, las asanas, la energía de la shala, ¿su poder?

Tomás Zorzo en una flexión hacia atrás: eka pada kapotasana.

En esta segunda ocasión Tomás quiso demostrarle a Guruji que era alguien muy fuerte y que había estado practicando lo aprendido.  En realidad, tenía el ego un tanto subido.  Pattabhi Jois le trataba con desdén y Tomás salía llorando de cada práctica.  Tras los backbends, el punto fuerte del joven y flexible Tomás, Guruji nunca le decía "Bien", sino que más bien gruñía y soltaba: "¡Tú! ¡Mal la respiración!"  Y la reacción de Rama fue tal que cuando le ajustaba en paschimattanasana no se dejaba doblar hacia delante sino que empujaba hacia atrás.  Guruji hacía sus ruidos raros, gruñendo con esfuerzo para empujarle hacia delante, y Rama salía de la práctica envuelto en lágrimas.  "Se acabó, este no es mi gurú", se dijo al día siguiente.  Decidió ir a practicar pero no prestarle atención, ignorarlo, olvidarse de él.  Y fue entonces que acudió a ajustarle y en ocasiones le decía: "Mejor, mejor."  Aquél fue el comienzo de la gran transformación de Tomás, de su entrega a Guruji.  Acostumbrado a maestros de yoga que soltaban largas e inalcanzables disertaciones filosóficas, Pattabhi Jois le hizo poner los pies en el suelo con su manera de enseñar práctica que ponía la espiritualidad al nivel del ser humano a través de lecciones terrenales y tangibles tales como la humildad, el coraje, la entrega y la confianza.  Así fue como empezó a reconocerlo como su gurú.

A lo largo de los años Rama entabló con Guruji una relación muy especial, muy personal, imposible de imaginar hoy día con las grandes aglomeraciones de gente procedente de todo el mundo que se agolpan para estudiar con Sharath Jois, nieto de Pattabhi Jois y nuevo director del Instituto de Ashtanga Yoga en Mysore,  Tomás le llamaba por teléfono para decirle cuándo llegaría, se quedaba en su casa, charlaban.  Durante un viaje a Francia en que Tomás tuvo la oportunidad de pasar mucho tiempo con Guruji y asistirle durante las clases, hablaron largo y tendido sobre espiritualidad, meditación y psicología en una serie de conversaciones que le dejaron impactado y que le ayudaron a comprender la profundidad de su enseñanza, tan intensa desde el punto de vista externo, físico, pero con unas aspiraciones tan sutilmente internas.

La manera de enseñar de Guruji le fascinó y Tomás quiso ir un paso más allá.  La tradición de Pattabhi Jois tenía su origen en el gran hatha yogui, maestro de maestros, Tirumalai Krishnamacharya.  Rama quiso seguir su estela.  Entonces no existía Internet y la gente no tenía acceso a torrentes de información como hoy, pero se las ingenió para localizar y estudiar con varios de los discípulos de Krishnamacharya como BKS Iyengar y TKV Desikachar, que le aportaron diferentes enfoques de la enseñanza de Krishnamacharya en las diferentes etapas de su vida.  Como es habitual en Rama, su aproximación no fue tímida ni ligera, y por lo que le escuché decir una vez, llegaría a viajar a Pune para estudiar con Iyengar hasta cinco veces.  Ambu, un discípulo de Sri Aurobindo, fue otro maestro que atrajo poderosamente su atención y con el que profundizó su aprendizaje.

Tomás Zorzo, pionero del Ashtanga Yoga en España, con Natalia Paisano y Borja Romero-Valdespino, pioneros del Ashtanga Yoga en Madrid.  Mysore 1999.  Fotografía procedente de la página de Facebook de Natalia Paisano.

Mientras tanto, Tomás continuaría sus estudios con Pattabhi Jois, siendo un visitante asiduo de Mysore hasta bien entrada la década de los años 2000.  Después, no sé muy bien cuándo, seguramente con la creciente popularidad de Pattabhi Jois y el comienzo de las aglomeraciones, se retiró de Mysore discretamente después de más de quince años no sin dejar un profundo legado.  Su hijo Ananda, que fue el occidental más joven en estudiar con Guruji a la tierna edad de diez años, sigue viajando todavía hoy a Mysore y enseñando Ashtanga Yoga en Lanzarote.  Mi maestro Borja de Ashtanga Yoga Madrid, que a tantas personas -incluido yo mismo- ha hecho conocer el Ashtanga Yoga, coincidió y alternó en sus primeros viajes a India con el más que veterano Tomás, que era toda una institución para la discreta comunidad hispana, y de alguna manera se puede decir que Borja y muchos de los que hemos ido tras él nos hemos visto inspirados por el ejemplo de Rama.

De hecho, fue la recomendación de Borja la que me hizo desplazarme a Oviedo en el año 2008.  Oviedo era la ciudad natal de Tomás y donde dirigía y dirige su propio centro de yoga.  Como hoy, compaginaba las clases regulares en su escuela con talleres por todo el mundo.  Reservé una semana de vacaciones en el trabajo durante el otoño y fui a Oviedo con la sola intención de practicar con él.  Mi recorrido en el Ashtanga Yoga se reducía a tres años de práctica continuada y un viaje a Mysore unos pocos meses atrás durante el cual Sharath me había enseñado pashasana, la primera postura de la serie intermedia.  Tampoco era un novato, pero la idea de encontrarme con el mítico Tomás me abrumaba.

La experiencia me resultó tan positiva que la repetiría dos veces más: en el 2009 y el 2010.  Rama se embutió en su mono de trabajo y desplegó todo su arsenal de conocimientos  Cada una de esas tres semanas en tres años sucesivos me ajustó, me aconsejó, me enseñó cosas nuevas, me contó anécdotas, me habló de respiración, de actitud, sobre la evolución de las asanas y, sobre todo, se esforzó en tratar de transmitirme la esencia de la enseñanza de Guruji, en ocasiones dirigiéndose a mí en inglés, con instrucciones cortas e imitando el tono de su viejo maestro que, al menos el primer año en que viajé a Oviedo, aún seguía vivo al otro lado del mundo.  Tomás, claro, sabía que me había desplazado desde Madrid exclusivamente para conocerlo y saltaba a la vista que quería agradarme.  Después de la clase a veces me quedaba charlando con él sobre el Mysore que él conoció y yo había visto hacía poco, sobre la gente de Madrid que ambos conocíamos y sobre temas de la vida en general.  Es una persona francamente abierta que no eludía siquiera temas muy íntimos, y uno de los años incluso fuimos a comer juntos cosa que, como muchos saben, es la condición sine qua non para sellar los lazos de amistad.

Rama con Nines Blázquez y Fernando Gorostiza.

Por circunstancias de la vida que no vienen al caso no regresaría a Oviedo más veces pero, algunos años después, en verano del 2014, volví a coincidir con él.  Me enteré de que Tomás organizaba su primer retiro de yoga de una semana de duración.  El acontecimiento tendría lugar en el complejo Lalitha, en el pueblo de Acebo de la provincia de Cáceres, y allá que fui.  En aquel retiro una treintena larga de personas apasionadas por el yoga disfrutamos de una de las experiencias más intensas en este ámbito de las que tengo recuerdo.  Durante casi nueve días Rama llevó a cabo un absoluto y total despliegue de entusiasmo, de pasión por enseñar.  Nada que ver con esos supuestos "retiros" y "vacaciones" de yoga en que los profesores se limitan a impartir una clase magistral y alguna que otra actividad aquí y allá pero el resto del tiempo lo emplean esencialmente en descansar y disfrutar de sus propias vacaciones pagadas.  En su retiro en el Lalitha, Tomás encadenó una tras otra serie de actividades con las que nos sorprendió cada día desde las siete de la mañana hasta más allá de las once de la noche y con tan sólo un par de horas de descanso al mediodía para comer y otra hora para cenar: práctica matutina de Ashtanga Yoga tradicional, guiada y estilo Mysore, práctica vespertina con diferentes temáticas, sesiones de pranayama, de meditación y de técnicas psicológicas, charlas de filosofía...  Incansable, a última hora de la noche ejercía de DJ y nos animaba a bailar un buen rato antes de salir a contemplar las estrellas...

A grandes rasgos éste es el hombre que va a venir a Bilbao el próximo 5/6 de noviembre.  Tomás ofrece años de experiencia, sabiduría, buen humor y ganas de enseñar a raudales.  Me imagino que siempre habrá voces disonantes y gente que no esté de acuerdo con sus métodos o enfoque. pero desde luego nadie puede poner en duda que por su entrega y esfuerzo Rama siempre va mucho más allá de lo que el deber exige.  

Para terminar me gustaría hacer un apunte.  Curiosamente, a pesar de sus impresionantes credenciales dentro de la tradición de Ashtanga Yoga, me consta que Tomás es a veces desdeñado por algunos círculos que consideran que "ya no enseña Ashtanga Yoga."  El que dice algo así, desde luego no ha estado nunca con Tomás o, al menos, no ha estado nunca con él en una clase de Ashtanga Yoga.  Es cierto, sí, que en su centro de Oviedo las clases de lo que él llama "yoga integral", y no Ashtanga Yoga, ocupan la mayor parte de su franja horaria.  Yo he estado en alguna de esas clases en las que divide la clase en una charla, una meditación, unos ejercicios de pranayama y una práctica de asanas guiada bastante suave que, por su estructura y forma, recuerda levemente a la práctica de Ashtanga Yoga.  Es un estilo de yoga en el que Rama combina distintas técnicas de yoga que ha aprendido durante toda su trayectoria y que decidió llamarlo "integral", aunque en cierta ocasión le escuché que quizás debería haberlo llamado "Tomás Yoga."  En esas clases no hay ni trampa ni cartón: no es Ashtanga Yoga y el que acuda a ellas sabe que no encontrará la práctica de Ashtanga Yoga tal y como lo enseñó Pattabhi Jois.

La sonrisa de Rama.

Yo he asistido a algunas de sus clases de yoga integral pero también he estado en muchas de sus clases de Ashtanga Yoga y, perdonadme que os diga, en esto no hay discusión posible: Tomás enseña el Ashtanga Yoga que Guruji enseñaba en Mysore y que él estuvo mamando durante años y años de práctica personal comprometida y a una distancia más corta de la fuente de la tradición de lo que muchos profesores de Ashtanga Yoga de hoy día, tal que yo mismo, llegaremos nunca a soñar.  Resulta irrisorio que en algunos casos "saber demasiado" pueda resultar contraproducente y que se pueda pensar que el entorno multidisciplinar de Tomás empaña su capacidad de transmitir el linaje de Ashtanga Yoga.  Porque todo lo que Rama enseña lo hace desde su propia experiencia; él no es uno de esos profesores que encadenan un cursillo de formación de un puñado de horas tras otro y engordan su currículum con una retahíla de certificaciones de poca monta.  El diletantismo, la superficialidad, no van con Tomás.  Todo lo que enseña lo ha aprendido y practicado en profundidad, rumiándolo, saboreándolo y digiriéndolo, y no hay más que compartir una clase con él para darse cuenta.

Cuando hablé con Rama acerca del intensivo del 5/6 de noviembre en Bilbao, le expresé mi deseo de que lo enfocase a practicantes de Ashtanga Yoga.  Sus talleres y cursos a veces están orientados a un público general, no necesariamente inmerso en el linaje de Pattabhi Jois, pero nuestra idea era que tras una temporada completa de rodaje de Ashtanga Yoga Bilbao, y después de haber iniciado en la práctica de Ashtanga Yoga a docenas de personas y brindado por vez primera a Bilbao la posibilidad de practicar Ashtanga Yoga de la manera tradicional en una escuela con clases mañana y tarde seis días a la semana, nuestra gente tuviese la oportunidad de saborear y apreciar a un profesor senior de la talla de Tomás.  En un mundo como éste en que todo lo extranjero suele estar tan sobrevalorado, la verdad es que es un gran suerte poder contar con Rama, tan cercano en lo personal y en lo cultural.  ¡No te lo pienses más y ven a Bilbao a vivir una experiencia única!


Información y reservas; http://www.ashtangayogabilbao.com/evento_tomaszorzo_112016.php








Nota bibliográfica: Además de la consabida cosecha propia, he utilizado como fuente para este post la entrevista a Tomás Zorzo del libro "Guruji: A portrait of Sri K. Pattabhi Jois Through the Eyes of His Students" de Guy Donahaye y Eddie Stern.