martes, 6 de agosto de 2024

Practica porque te gusta y practica para que te guste.



La mente humana es muy poderosa. Mediante la proyección hacia el exterior de nuestra potencia racional hemos conseguido llegar a entender partes significativas de las leyes que rigen el funcionamiento de la naturaleza y del universo, a dominar los recursos del planeta y a transformarlo a nuestra conveniencia hasta crear una sofisticada civilización tecnológica.
 
A día de hoy da la impresión de que nada se nos acabará resistiendo: el dominio de la fusión nuclear y, por ende, de una fuente inagotable de energía, el fin del hambre, la cura del cáncer, los viajes interestelares… parece una simple cuestión de tiempo el que nuestro poderoso raciocinio acabe resolviendo todos los retos y enigmas que plantea la realidad.
 
Sin embargo, el pensamiento lógico no lo es todo. Se da la extraña paradoja de que por un lado nos encontremos en el pináculo científico y material de nuestra especie, y por el otro nos veamos exactamente en las mismas cuitas internas de hace decenas de miles de años. La colosal evolución externa no ha tenido reflejo en el interior. Así, cuando el reto que nos plantea la vida no puede ser resuelto a través de la lógica, nos sentimos impotentes. Puede que identifiquemos perfectamente la raíz del problema, pero aún así nos vemos incapaces de gestionarlo y nos lo llevamos a todas partes, regodeándonos en su miseria. Nuestra sociedad tecnológica es también una sociedad de ansiolíticos y alcohol, de antidepresivos y estimulantes de efecto inmediato, de una amplísima panoplia de entretenimientos ligeros con los que logramos paliar temporalmente esa zozobra interna que, de nuevo, con las primeras luces del día o en el siguiente instante de silencio, aporrea la puerta de nuestra consciencia.
 

Por eso, el ser humano ha necesitado siempre, y muy en especial hoy día, de herramientas no lógicas que le hagan encontrarse en paz consigo mismo pese a los problemas, dudas, tristezas y melancolías que lo azoten en su mundo externo, ese que afronta día tras día embutido en su disfraz y desempeñando un rol. La potencia racional es muy útil hacia fuera, pero hacia dentro necesitamos más de lo sutil, de lo intuitivo, de un bienestar interno que no necesita motivo alguno por estar ahí y en el que podemos aprender a estar sin necesidad de estímulos externos, como quien se arrebuja entre las sábanas al anochecer, deja atrás todo lo acontecido en el día, y cierra los ojos en paz.
 
El yoga es una de esas herramientas, comprobada durante miles de años. El yoga no te hará rico, no logrará que te asciendan en el trabajo, que descubras la solución a ese problema, que resuelvas esa situación desagradable con tal o cual persona. Sólo servirá para ayudarte a relacionarte con tu mente desnuda, despojada de todas las experiencias, ideas y recuerdos que la condicionan y colorean. No vas a llegar a entenderlo nunca. Simplemente lo vivirás. Y te costará explicarlo, de la misma manera que te costaría explicar de forma lógica el encanto de la música o de la poesía.
 
Practica porque te gusta y practica para que te guste. Construye hábitos saludables y conviértelos en un estilo de vida. No hagas dietas por obligación, no hagas ejercicio a disgusto, no acudas al psicólogo porque no te queda más remedio. Lleva tú las riendas: construye la vida que deseas, moldea tu cuerpo y domina los impulsos de tu mente; dirígela, enfócala. Nadie te lo va a regalar, no puedes comprarlo en ningún lado, no se lo puedes robar a nadie y no te lo van a entregar en herencia. Sé feliz en silencio, en la soledad, también cuando estás con gente pero sobre todo cuando no te ve nadie. Ten herramientas para cuando se acabe el mundo, para cuando todos se hayan alejado, para cuando no tengas nada, para cuando se aproxime el final. Y disfruta de cada paso, de cada momento, de cada respiración.

Kurmasana: Donde las series se tocan.

Salida de supta kurmasana pasando por dwi pada sirsasana.

¿Te habías dado cuenta de que los nombres de las posturas de las series de Ashtanga Yoga están agrupados? A priori podría pensarse que la nomenclatura de los asanas es arbitraria, pero en realidad, y de la misma manera que las series de posturas siguen un ordenamiento lógico desde el punto de vista anatómico, también sus nombres están lógicamente ordenados.

Así, en la secuencia fundamental y en la primera serie nos encontramos con que los nombres de la mayoría de asanas son “conceptuales”, es decir, describen las formas geométricas que se pretende representar o las partes del cuerpo implicadas: el triángulo estirado, el estiramiento posterior con una pierna en tres apoyos, el ángulo sentado, etcétera. Esto parece hacer alusión a los cinco tanmatras o aspectos sutiles de la creación y a los cinco estados de la materia y, quizás, a la mente más básica o instintiva, en ocasiones denominada citta.

Supta kurmasana.

Por otro lado, los nombres de la segunda serie o intermedia hacen referencia, mayoritariamente, a objetos y seres de la creación, en especial animales: el nudo, el saltamontes, el camello, el caballo, la vara de hierro, etcétera. El foco parece trasladarse ahora desde los constituyentes elementales de la materia a las formas más complejas, a objetos que pueden ser percibidos por los sentidos y con los que los órganos de acción pueden interactuar. La mente a la que claramente se alude aquí es manas, la mente psicológica que entra en contacto con la realidad manifestada y que se ve condicionada y a menudo arrastrada por ella.

En último lugar están las cuatro series avanzadas, cuyos nombres hacen mención, de manera apabullante, a grandes sabios, dioses y seres mágicos: Vashistha, Chakora, Bhairava, Durvasa… todos ellos seres elevados cuya mente intelectual -buddhi-, reflejo de la mente cósmica -mahat-, se ha orientado no hacia la satisfacción de la mente condicionada por los objetos de los sentidos, sino hacia lo alto, hacia la comprensión de purusha, el Ser.

Secuencia kurmasana-supta kurmasana completa editada para Instagram.

En este video se muestra la secuencia kurmasana-supta kurmasana correspondiente a la primera serie. Entre los practicantes de Ashtanga Yoga son bien conocidos dos de los grandes obstáculos de la primera serie: marichyasana D y supta kurmasana, dos asanas complicadas cuyos nombres refieren respectivamente al sabio Marichy y a una tortuga. De hecho, resulta muy interesante que dos de los huesos más duros de roer en la primera serie parezcan estar fuera de lugar. Por su nombre, Marichy se agruparía dentro de las series avanzadas mientras que kurmasana debería estar dentro de la serie intermedia, junto con el resto de animales. 

Supta kurmasana puede ser resuelta de varias maneras: por supuesto con ayuda, arrastrando uno mismo los pies hacia dentro hasta cruzarlos o tal y como se muestra aquí: saliendo de kurmasana hasta ponerse sentado y colocando los pies detrás de la cabeza a la manera de dwi pada sirsasana A en la segunda serie para entrar en supta kurmasana (la tortuga tumbada) con la cabeza completamente escondida detrás de los pies, tal que una tortuga que repliega patas y cabeza en el interior de su caparazón. La salida avanzada de esta postura incluye un paso por dwi pada sirsasana B y tittibhasana, de nuevo dos asanas de la serie intermedia. 

Secuencia kurmasana-supta kurmasana completa sin editar.

Por ello, puede decirse que kurmasana es un hito curioso de la práctica en que las dos primeras series de Ashtanga Yoga se tocan. Cuando uno domina las dos partes de ambas series, puede combinarlas en este punto y construir esta bonita secuencia en la que primera y segunda serie se entremezclan. Sobra decir que no recomendamos a nadie probar esto por su cuenta. Si te interesa explorar este aspecto físico, diríase acrobático del hatha yoga, lo más sensato es que te dejes guiar por gente con experiencia.