lunes, 25 de marzo de 2019

"Cómo conocí a Guruji" by David Williams.

Guruji, Manju y David.

He estado practicando yoga desde mi último año de universidad en la Universidad de Carolina del Norte, en 1971.  He mantenido una práctica de yoga ininterrumpida durante más de treinta años.  La gente dice que tengo una gran disciplina.  Yo les respondo que no es realmente disciplina.  Simplemente me fascina observar lo que ocurre en mi vida si practico yoga.

Cuando estaba en la universidad, oía contar historias sobre yoguis de la India que se volvían más sabios al envejecer.  Miraba a mi alrededor en Carolina del Norte y no encontraba a nadie que al hacerse mayor se hiciera más sabio.  Esto me fascinaba.

En una granja vi a un amigo que se levantaba sobre su cabeza y ponía sus piernas en loto, y le pregunté a ver qué estaba haciendo.  Me dijo que estaba haciendo yoga.  Yo pensaba que estaba bastante en forma, pero sabía que no podía hacer nada de esto y le pedí que me enseñara.  Me dijo que sí, y eso fue el principio.  Cuanto más me adentraba, más me fascinaba y al fin decidí que debía ir a la India y encontrar un maestro de yoga de verdad.

Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que me convertí en una especie de detective en busca del yogui más grande.  A cualquier sitio que llegaba, preguntaba a la gente y me apuntaba a clases de yoga.  Mi búsqueda me llevó por toda la India.  En la primavera de 1972 me encontraba en Pondicherry en el Ananda Ashram de Swami Gitananda.  Ahí fue donde conocí a Manju, el hijo de Pattabhi Jois.  Norman Allen y yo éramos amigos, y los dos conocimos a Manju y a su amigo Basaraju, quienes estaban viajando alrededor de la India haciendo exhibiciones de yoga en diferentes ashrams.

Lo vimos practicar la primera serie y entonces supe que eso era lo que estaba buscando.  Mi intuición me dijo que eso era lo siguiente que debía aprender.  Le pregunté a Manju cómo había aprendido esto y me respondió que su padre era un maestro de yoga que vivía en Mysore y que esto era lo que él enseñaba.

Círculo de pranayama con Guruji,

Mi visado estaba a punto de caducar, así que me marché de la India y ahorré dinero para regresar lo antes posible.  En 1973 volví a la India y llegué a Mysore en tren y reservé una habitación en un hotel.  Conmigo viajaba Nancy Gilgoff.  Al día siguiente llamé a un rickshaw cuyo conductor me aseguraba saber dónde estaba Guruji.  Nos subimos y nos llevó hasta la casa de un astrólogo que vivía en el mismo barrio en que vivía Guruji.  La dirección no era ésa, pero el astrólogo sabía quién era Pattabhi Jois y envió al rickshaw al lugar correcto.

Cuando llegamos a casa de Guruji no se encontraba en casa; estaba en la Universidad de Ayurveda, pero se esperaba que regresara al cabo de un rato.  Por suerte aquel día un chico indio llamado Coconut Raju estaba ahí para las clases de yoga.  Hablaba un buen inglés y decidió quedarse con nosotros y ayudarnos ejerciendo de traductor.  Nos hicimos amigos y lo hemos seguido siendo desde entonces.

Guruji regresó algunas horas después.  Tenía una sonrisa amplia y agradable.  Transmitía gran intensidad a través de su mirada y concentración, pero me gustaba su sonrisa.  También tenía un aspecto muy saludable.  Por aquel entonces tenía cincuenta y nueve años de edad.  Su piel era radiante.  Todo él era una persona radiante y en seguida supe que cualquier cosa que fuera la que él estuviera haciendo, yo también quería hacerla. 

Fue hacia nosotros y nos preguntó: "¿Cómo me habéis encontrado?"  Le respondí: "Bueno, conocí a Manju y vi su exhibición de la primera serie y soy amigo de Norman Allen que ha estado aquí y quiero aprender yoga también.  Practico a diario; realmente me encanta.  Y por cierto, incluso he enseñado a algunas personas."  Ésta era mi gran ocurrencia para que me aceptara.  Continué: "Creo que deberías enseñarme para que no vuelva a Estados Unidos y enseñe mal a la gente."  Guruji se lo pensó un rato y respondió...
  

¿Quieres saber más?  ¡Pues ven a Ashtanga Yoga Bilbao y escucha el final de la historia de labios del propio David Williams!  La próxima semana, del jueves 4 al domingo 7 de abril, tendrá lugar un workshop muy especial con el pionero del yoga en Occidente: "Ashtanga Yoga para el resto de tu vida."  ¡Últimas plazas disponibles!  Haz click aquí para más información.


Fuente del texto: Guruji: A portrait of Sri K. Pattabhi Jois through the eyes of his students, by Guy Donahaye and Eddie Stern.

jueves, 21 de marzo de 2019

Reflexiones para un día de luna llena, equinoccio y Holi.


Anoche, en apenas cuatro horas, se sucedieron el equinoccio de primavera y la luna llena de marzo: el equinoccio a las 22:58 de la noche del miércoles 20 de marzo y la luna llena a las 2:43 de la madrugada del ya jueves 21 de marzo.  Se trata de una feliz coincidencia astronómica que, además, ha hecho posible que justo hoy tenga lugar el festival Holi con el que los hindúes celebran el final del invierno y el comienzo de la primavera.  La fiesta Holi es un homenaje al amor, a la amistad, a la igualdad, a la luz, y viene marcado por la última luna llena de los meses de invierno y no por el equinoccio solar, así que el de este año adquiere un especial significado porque se celebra justo en el momento del año en el que los días comienzan a ser más largos que las noches. 

En cierto sentido resulta curioso que en la India se celebre el final del invierno precisamente ahora, cuando están atravesando la época más calurosa del año.  Yo no he llegado a estar nunca en Mysore en estas fechas: siempre viajé entre octubre y febrero o entre julio y septiembre, pero sé por otras personas que las temperaturas a partir de marzo y hasta mayo se vuelven insoportablemente altas.  De hecho, la temporada de enseñanza en el KPJAYI, tanto ahora con Sharath como cuando Guruji vivía, concluía al llegar el mes de marzo o a lo sumo con el primer día de abril, y si eso se retomaba en julio a fin de evitar los meses más tórridos.  La llegada de los monzones ocasiona que los húmedos meses de verano sean mucho menos calurosos que la seca primavera.  El solsticio, el día más largo en la India también sucede en junio, claro, pero desde el punto de vista de las temperaturas, su verano está teniendo lugar justo ahora. 

Pero quizás sea justo ése el motivo por el que el festival Holi adquiere tanta importancia entre los hindúes.  Las festividades indias van de acuerdo con el calendario lunar; el Holi se celebra alrededor del equinoccio de primavera y se convierte en una celebración de luz y color, con la gente arrojándose polvo y agua tintada los unos a los otros y hogueras que se encienden por doquier al estilo de San Juan.  Sin embargo, no existe un festival similar en torno al solsticio de verano.  Por lo tanto, puede afirmarse que el Holi es la celebración hindú al punto culmen del año solar. 

Polvo de colores en el mercado Devaraja, Mysore.  Para teñir tejidos o ser derrochado en el festival Holi.

El festival Holi hace referencia a Holika, un personaje malvado que aparece en una de las leyendas del Bhagavata Purana, texto antiguo que narra los triunfos de Krishna (Vishnu) sobre el mal que se ha apoderado del mundo.  La historia dice tal que así: 

El Rey Hiranyakashipu reinaba sobre todos los demonios y se le había otorgado un don que le confería cinco poderes especiales: no podía ser herido por humano ni animal, ni dentro de edificios ni al aire libre, ni de día ni de noche, ni mediante armas arrojadizas ni empuñadas, ni en tierra, agua o aire.  Hiranyakashipu creció arrogante, pensando que era Dios, y exigió que todo el mundo lo adorara sólo a él.

El único hijo de Hiranyakashipu, Prahlada, en cambio, no estaba de acuerdo.  Él mantuvo su devoción en Vishnu, lo que enfureció a Hiranyakashipu.  El Rey someió a Prahlada a crueles castigos, ninguno de los cuales surtió efecto en el niño ni alteró su determinación de hacer lo que creía correcto.  Finalmente Holika, la malvada tía de Prahlada, engañó al niño para que se sentara sobre una pira de fuego con ella.  Holika vestía una capa que la hacía inmune al fuego, mientas que a Prahlada no lo protegía nada.  Según el fuego crepitaba, la capa se escapó milagrosamente de Holika y cubrió a Prahlada, quien sobrevivió mientras Holika ardió hasta la muerte.  Vishnu entonces apareció bajo la forma de Narasimha, medio humano y medio león, al ocaso (cuando no era ni de día ni de noche), llevó a Hiranyakashipu al umbral de una casa (que no era ni dentro ni fuera), lo situó sobre su regazo (que no era ni tierra, agua ni aire) y entonces lo destripó y mató con sus garras de león (que no eran ni arma empuñada ni arrojadiza).

La hoguera Holika y el Holi simboliza la celebración de la victoria simbólica del bien sobre el mal, de Prahlada sobre Hiranyakashipu, y del fuego en el que ardió el mal, encarnado en Holika.  

En las leyendas indias no se andan con rodeos: el mal es destripado sin piedad.

Ashtanga Yoga Bilbao inició su andadura en un equinoccio de otoño: el 21 de septiembre del 2015.  Con el de hoy, por tanto, hemos cumplido ya siete ciclos de equinoccio.

El siete es un número mágico en muchas tradiciones: siete eran los planetas clásicos de la antigüedad, siete fueron las maravillas del mundo, siete eran las columnas del templo de Salomón, siete son las virtudes capitales...  y siete es también el piso en el que se ubica Ashtanga Yoga Bilbao.  Casi se podía esperar que en nuestro séptimo equinoccio aconteciese algo especial, como así ha sido cuando la luna, el sol y el festival Holi han tenido a bien ponerse de acuerdo en el día de hoy.

Por lo tanto, y tal y como hemos hecho en otras ocasiones, hoy es uno de esos días en que toca mirar atrás y hacer recapitulación, porque hace justo siete equinoccios nos propusimos hacer lo que hoy ya es una realidad: reunir en torno a Ashtanga Yoga Bilbao a una comunidad de personas afines y ayudarlas a emprender un camino de búsqueda hacia la salud, el bienestar y las respuestas.

Sesión estilo Mysore en Ashtanga Yoga Bilbao durante la tarde de ayer: víspera del festival Holi.

Cada cual es hijo de su padre y de su madre y tiene sus circunstancias, lidia sus batallas y persigue sus objetivos.  Sin embargo, cuando insistimos en sintonizar, en ajustar nuestra relación con la respiración, la esterilla y la postura, todos convergemos hacia el mismo punto.

El yoga por sí solo no va a solucionarle a nadie sus problemas pero, al igual que la respiración en torno a la cual se articula, puede insuflar vida y ofrecerte la oportunidad de hacer algo con ella.  Al tiempo, la propuesta de retirar el foco hacia el interior pone a nuestro alcance destellos que nos alejan de todo aquello que nos azota en el exterior sembrando sufrimiento y dudas.

Pero ninguno somos ermitaños retirados de la sociedad y tras la práctica hemos de regresar a nuestros problemas, que siguen allí sin que el yoga los haya cambiado.  Los momentos de armonía más o menos duraderos cosechados sobre la esterilla parecen no haber servido de mucho cuando, al regresar a casa o al trabajo, vuelves a enfrentarte a ese problema que te sume en la amargura.

Los colores de las esterillas en Ashtanga Yoga Bilbao, diríase que cubiertos por el festival Holi.

Si te preguntas cuál es entonces el significado de todo esto, en primer lugar ten en cuenta que tus compañeros de esterilla e incluso tus profesores a menudo se preguntan lo mismo.  La respuesta no es fácil pero sí simple, y no es otra que enseñarte a regresar una y otra vez a la realidad.  Cada respiración, cada mirada, cada movimiento, cada postura no es ni más ni menos que un entrenamiento de retorno a la realidad.  Esto no va de ayudarte a conseguir ese futuro perfecto que anhelas ni a recuperar un pasado que echas de menos; se trata de pura y simple realidad, una realidad que a cada momento se te escabulle de entre los dedos, que cuando terminas una inhalación ya se te ha escapado pero que continúa en la siguiente exhalación, por lo que de nuevo tienes la oportunidad de reengancharte a ella, una realidad que no vas a poder prolongarla hasta el infinito, sino una realidad efímera que sólo puedes vivirla.  Momento a momento, asana a asana y respiración a respiración.

Si eres capaz de trasladar esta idea de vivir en realidad al resto de tu vida, sin juzgar en base a lo que sucedió en el pasado ni actuar de acuerdo con lo que se te retornará en el futuro, sino hacer lo que sea correcto en cada momento, moverte en la dirección adecuada y estar presente en cada paso que das, entonces tendrás en tu mano la respuesta a muchas preguntas.  Eso es el yoga.

Nosotros mismos estamos inmersos en ese arduo camino y te damos las gracias, tanto si nos estás acompañando en él a través de Ashtanga Yoga Bilbao, lleves mucho tiempo o poco, como si simplemente nos has seguido la pista desde la distancia a través de este blog.  El viaje sobre la esterilla es fascinante pero sabe mucho mejor en compañía, al lado a personas con las que llenarlo de colores.  De nuevo, gracias, y... ¡hasta el próximo equinoccio!

lunes, 18 de marzo de 2019

El método tradicional de Ashtanga Yoga según el KPJAYI.


Sharath y Pattabhi Jois.

Las palabras de Sharath publicadas en el último post me han recordado una serie de cuestiones relacionadas con la ejecución de asanas en el método de Ashtanga Yoga que me vienen rondando la cabeza desde hace tiempo y sobre las que, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, disertaré.

Los asuntos a tratar no son sencillos y, los asiduos del blog ya lo saben, mis reflexiones no se caracterizan por ser escuetas.  Por lo tanto, y con el fin de evitar que esta entrada adquiera una longitud desmesurada, la desglosaré en varias publicaciones que iré escribiendo a lo largo de las próximas semanas, o más bien meses.

Comenzaré por el principio: Ashtanga Yoga Bilbao es una escuela tradicional de Ashtanga Yoga.  El término "tradicional" hace referencia a que enseñamos como enseñaba Sri Krishna Pattabhi Jois en el Instituto de Ashtanga Yoga de Mysore (AYRI) y como hoy continúa enseñando Sharath en el rebautizado KPJAYI.  Cientos, sino miles de escuelas a lo largo del mundo enseñamos de acuerdo con este llamado método tradicional.

En este enlace de la web de Sharath Jois se proporciona una clara definición de lo que se entiende por método tradicional y que en Ashtanga Yoga Bilbao suscribimos palabra por palabra.  Lo traduciré a continuación para los poco duchos en el inglés destacando en negrita las partes más significativas y en torno a las cuales va a girar todo aquello que tengo que decir:

Guruji durante una sesión estilo Mysore en la old shala.

Cualquiera puede practicar yoga, bien sea una persona joven, mayor, sana o enferma.  No obstante, la manera en que se le enseña a una persona joven será diferente de la manera en que se le enseñará a una persona anciana o enferma.  Por lo tanto, cada estudiante debe de ser considerado como un individuo y enseñado a un ritmo que sea adecuado para su situación vital. 

Todos los estudiantes comienzan su aprendizaje de la misma manera en la que en el primer día de clase se les enseña surya namaskar A seguido de padmasana y respiraciones profundas y unos pocos minutos de descanso para concluir su primer día de práctica.  Al día siguiente, después de que se haya hecho el saludo al sol A, se enseña surya namaskar B, y entonces de nuevo se concluye igual que en el día anterior, con padmasana, respiración profunda y descanso.  Después de que los dos saludos al sol han sido aprendidos correctamente, cada una de las varias posturas se añaden de una en una.  Cuando un asana es correcto, se enseña el siguiente.  Dependiendo de la edad y habilidad del estudiante, se puede tardar un tiempo indefinido por encima de los tres meses para aprender la primera serie completa.

El formato de la práctica permanece siempre igual: se empieza la práctica con surya namaskar, concluye con padmasana y descanso, y los varios asanas gradualmente llenan el espacio entre estos dos extremos.  Aprender yoga de esta manera tradicional beneficia al estudiante en muchos niveles.  Así es posible que gane tanto independencia como confianza en su sadhana (práctica espiritual), porque algo se vuelve realmente propio cuando se aprende de memoria.  A través de la práctica diaria de Ashtanga Yoga logramos hacerla nuestra, entenderla, y dominar su método, y a la sazón cosechar su amplio rango de beneficios.  Para conseguir esto resulta mejor un enfoque lento, dedicado y paciente.  


Sesión estilo Mysore de acuerdo con el método tradicional de Ashtanga Yoga en la old shala de Lakshmipuram.

Vinyasa significa una cuidadosa unión entre respiración y movimiento.  El saludo al sol y cada uno de los asanas sucesivos se componen de un número concreto de vinyasas.  Vinyasa genera calor en el cuerpo, que calienta la sangre.  La sangre caliente pasa a través de los músculos, nervios, órganos internos y glándulas, elimina las toxinas de ellos, y las desecha a través del sudor.  Así es cómo comienza el proceso de purificación.  Es importante que el estudiante no se apresure haciendo demasiados asanas y permita que el cuerpo se purifique gradualmente.  Si uno avanza rápidamente, es posible que en lugar de la purificación acontezca la enfermedad.  Es importante que el profesor se asegure de que la posición del cuerpo y el movimiento de respiración sean correctos en cada asana antes de avanzar al estudiante para que pueda recoger los beneficios adecuados de Ashtanga Yoga. 

Debido a la dificultad que entraña recordar y dominar los distintos vinyasas, los viernes y domingos se enseñan clases guiadas en grupo en las que todos los vinyasas se cuentan en voz alta y todos los estudiantes juntos los siguen.

El método de yoga enseñado en el KPJAYI es el que describió el antiguo sabio Vamana en su texto llamado Yoga Korunta.  Aunque se hayan escrito muchos libros sobre yoga, Vamana es el único que ha descrito un método práctico completo.  En los años 1920, el yogui y profesor de sánscrito T. Krishnamacharya viajó a Calcuta donde encontró el Yoga Korunta, que estaba escrito en hojas de palma y se encontraba en mal estado, habiendo sido parcialmente devorado por hormigas.  Más tarde, Krishnamacharya transmitió estas enseñanzas a Pattabhi Jois, cuya escuela continúa enseñando este método hoy.

El sabio Vamana enseñó: “Vina Vinyasa Yogena asanadih na karayet” - no hagas yoga sin vinyasa.  

Sesión estilo Mysore de acuerdo con el método tradicional de Ashtanga Yoga en la new shala de Gokulam con Sharathji.

En consecuencia, las escuelas tradicionales enseñamos el método de Ashtanga Yoga en clases estilo Mysore personalizadas, teniendo en cuenta las circunstancias de cada estudiante y añadiendo los asanas paulatinamente una vez se ha logrado cierto grado de dominio en los anteriores.  Esto último es muy matizable porque, claro, no será igual el nivel de exigencia que se le impondrá en marichyasana D a una bailarina profesional de veinte años que a una persona de cincuenta operada del menisco, pero el concepto está claro: el método tradicional de Ashtanga Yoga aconseja una enseñanza sin prisas, con plazos de tiempo prudenciales que permitan madurar cada nueva postura y crear en el cuerpo los espacios, la fuerza y la flexibilidad necesarias para avanzar en la secuencia de forma segura.  

En posts posteriores veremos con detalle el porqué de lo que los practicantes de Ashtanga Yoga tradicional viven en sus propias carnes: las posturas no se enseñan o, como suele decirse, no se “dan” como churros, sino que una vez la práctica ha alcanzado cierto nivel de madurez el aprendizaje de un nuevo asana supone todo un acontecimiento, algo casi incluso como para apuntarlo en el calendario a modo de efemérides y que representa un pequeño logro personal, un reconocimiento por parte del profesor que considera suficiente el progreso del estudiante ganado a base de dedicación y esfuerzo.  

De este modo, un practicante de Ashtanga Yoga que haya aprendido en una escuela tradicional de, pongamos, Singapur, y que venga a pasar unas vacaciones en Bilbao, podrá venir a Ashtanga Yoga Bilbao, otra escuela adscrita al método tradicional, donde tendrá la certeza de hallar un lugar en el que se enseña de la misma manera que ha conocido en casa.  Igualmente, los estudiantes de Ashtanga Yoga Bilbao que se muden a México y deseen continuar su práctica en una escuela tradicional de allá, se encontrarán con el mismo método que aprendieron aquí.

Sesión estilo Mysore de acuerdo con el método tradicional de Ashtanga Yoga en Ashtanga Yoga Bilbao.

Pero, tal y como cabía esperar del hecho de que Sharath haya necesitado publicar estas palabras en su página web y de que yo haya decidido escribir este post y los que vendrán, no todo el mundo está de acuerdo con esto sino que, a lo largo del tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras distintas, directa o indirectamente, de forma literal o velada, desde dentro o desde fuera, he escuchado argumentos en contra de este método tradicional.  

En realidad hay mucho que discutir porque se trata de un asunto complejo que viene de lejos, y lo que pretendo con todo esto es aportar mi granito de arena en el debate existente mediante una serie de reflexiones en torno a varios grandes temas a cada uno de los cuales dedicaré una entrada en el blog, a saber:

  1. Lo que Ashtanga Yoga no es.  
  2. La evolución del método tradicional de Ashtanga Yoga: las dos grandes tendencias actuales.
  3. Porqué en Ashtanga Yoga es físicamente mejor ir lento.
  4. Porqué en Ashtanga Yoga es filosóficamente mejor ir lento.

Tal vez los títulos definitivos de cada uno de los posts varíen respecto a este planteamiento o puede que incluso se añada alguna entrada más; ya lo iré viendo sobre la marcha, pero más o menos así serán los "capítulos", algunos de los cuales ya están empezados y que creo tienen entidad por sí mismos, así que se podrán leer de manera independiente no secuencial e incluso quizás intercale entre ellos otros posts que me puedan surgir con otras temáticas.  Esta entrada será el nexo común a todos ellos.

Una vez asentadas las bases y planteadas las principales cuestiones, no escribiré más.  ¡Permaneced atentos al blog!

miércoles, 6 de marzo de 2019

Sharath Jois: Por qué nunca es bueno demasiados asanas.


Hace dos posts que vengo intentando publicar cierto artículo que apareció a finales del mes de enero en la página web Sonima bajo la rúbrica de Sharath Jois.  Sin embargo, la introducción se me ha ido de las manos no una sino dos veces, adquiriendo tal envergadura que las palabras de Sharathji habrían quedado ensombrecidas en su mayor parte, por lo que finalmente he optado por publicar de manera independiente lo que en principio estaba destinado a ser meras introducciones.  Así es cómo fueron concebidos los dos posts anteriores y -a la tercera va la vencida- me he propuesto, ahora sí, divulgar la traducción del artículo firmado por Sharathji.

El tema del artículo es la postura de yoga, el asana.  Sharath, pese a que enseña un método de yoga cuyas clases se encuentran centradas en la realización de asanas y su innegable contribución a que el asana siga siendo el principal estandarte a través del cual el yoga se da a conocer en el mundo, insiste en desligar el verdadero yoga de la mera ejecución de asanas, o al menos de la manera en que el asana está siendo enfocado como un fin en sí mismo.

El asana, no lo olvidemos, es una de las ocho ramas del Ashtanga Yoga de Patanjali; supone una de las porciones del pastel y ni siquiera la más importante, ocupando una discreta tercera posición después de yama y niyama o más exactamente la sexta si concedemos el primer lugar a samadhi, objetivo último del yoga.


A lo largo del texto Sharathji hace hincapié en uno de sus tópicos más repetidos pero que los practicantes de yoga, sobre todo en Occidente, más tienden a pasar por alto: el asana es una plataforma externa que facilita el viaje de conocimiento y renovación internas que propone el yoga.  O, en palabras de Krishna Pattabhi Jois: "El yoga es un proceso interno.  Lo demás es un circo."  Precisamente un artista de circo ejecuta figuras acrobáticas de cara al exterior, con intención de proporcionar espectáculo y atraer la atención del público, mientras que los asanas de un yogui no atañen a terceras personas, sino que son parte de un proceso interno integrado en un método de transformación global que incluye pero no se limita a la parte física.  El desarrollo de la fuerza y flexibilidad necesarias para ejecutar asanas complejos serán los efectos colaterales de una práctica introspectiva orientada a mejorar la relación del ser humano consigo mismo y con el resto.

La cruzada en la que Sharath parece estar embarcado no va en contra del asana, sino en contra de la obsesión hacia el asana, hacia la impaciente, codiciosa e insaciable persecución de más y más posturas cada vez más complicadas, como si el progreso en el yoga estuviera indisolublemente unido a la ejecución de asanas complejos y hubiera que hacer todo lo posible por llegar ahí cuanto antes. Unas palabras que cobran especial significado cuando el que las firma es el mismísimo Sharath Jois, cuya práctica de asanas quizás sea una de las más avanzadas que jamás se hayan visto.

Tal vez parezca un contrasentido que un gurú de yoga hable a través de Internet, pero desde mi punto de vista es de agradecer que Sharathji haya optado por subirse al carro de las tecnologías y que a través de plataformas digitales como su cuenta de Instagram y esta misma web Sonima esté haciendo llegar esta clase de mensajes a todos los rincones y no sólo a los oídos de los que tienen la suerte de viajar hasta Mysore.  Esa dualidad de la que hablé en el anterior post entre lo tradicional y lo moderno le ha llevado a mantener inalterada la enseñanza que recibió de Guruji al mismo tiempo que se adaptaba a las circunstancias de la época que le ha tocado vivir, tema acerca del cual también escribí en el otro post.

Pero como me había propuesto no volver a tropezar con la misma piedra en esta introducción, no iré más allá.  Así que, sin más dilación, aquí dejo el texto traducido:




Sharath Jois sobre porqué nunca es bueno demasiados asanas.

El yoga es un proceso natural que tiene lugar a lo largo del tiempo.  El asana, por el contrario, no sucede de forma natural.  Para que el yoga resulte efectivo, es necesario aprender un método.  Ambos requieren de tiempo, al igual que ocurre con cualquier transformación.  Aunque al cabo del tiempo puedes vivir en yoga de manera natural sin esfuerzo, hacer demasiados asanas nunca es bueno.

Asana es una de las ocho ramas de Ashtanga Yoga y es una de las formas de conocer el cuerpo y los sentidos.  Hacer asanas puede ayudar a que uno alcance un nivel de consciencia superior porque al hacer asanas ocurren muchas cosas.  Tu cuerpo se vuelve más fuerte y más estable y, a través de una respiración adecuada y el vinyasa, la mente se torna tranquila y más estable.  Aunque retorcer y doblar tu cuerpo pueda suponer un aspecto muy fascinante de tu práctica de yoga, su principal propósito es ser una parte importante de tu sadhana o práctica espiritual en todo su conjunto.

Por desgracia, hoy hay demasiadas personas obsesionadas con hacer asanas.  Creen que cuanto más doblen sus cuerpos, más lejos llegarán a la auto-realización.  Muchas veces, veo a gente estirando demasiado.  Retuercen y giran sus cuerpos y a veces se pasan de rosca, practicando por la mañana y después por la tarde de nuevo.  Ciertamente, cuanta más atención inviertas en tu práctica, más conocerás tu cuerpo.  Pero, a menudo, tratamos de ir demasiado lejos demasiado rápido, con la idea de que alcanzaremos algún lugar mejor más rápido.  Este enfoque es una forma segura no sólo de lastimar tu cuerpo, sino también tus sentidos e incluso tus órganos.  Hacer demasiadas asanas nunca te llevará más cerca de la espiritualidad o la auto-realización, sino que de hecho puede alejarte de ellas. 

Parte de la razón por la cual la gente está obsesionada con hacer asanas es porque en Internet hay un montón de información sobre ello.  Alguien sabe cómo hacer esta postura o aquélla así que publican una fotografía e incluso describen cómo hacerla.  La gente también se centra demasiado en los asanas porque cada vez que alguien imparte un gran workshop acerca de cómo hacer el pino o los puentes, el taller se llena.  Enseñar a hacer el pino ni siquiera se acerca al yoga.  Para experimentar el yoga, no es necesario imitar la manera en que otra persona ha aprendido a hacer una postura.  Aquí es donde la gente pierde el punto esencial de lo que deberían enseñar.

En torno al yoga está habiendo demasiadas charlas y poca experiencia.  Si alguien imparte una conferencia y resulta muy preciso, tú no vas a experimentar el yoga.  Alguien en un taller o en una clase puede colocarte en una postura y tratar de explicarte que la energía está fluyendo de esta o de aquella manera, pero todos tenemos estructuras y cuerpos diferentes.  Un gurú no te enseñará la técnica para experimentar yoga.  Él o ella te enseñará cómo experimentar el yoga de forma natural, en tu propio cuerpo, cómo permanecer cómodo en una postura, lo cual implica mucho más que un fin de semana y va mucho más allá de lo que se puede enseñar en un taller.


Un profesor o gurú entiende en primer lugar la experiencia de yoga.  Antes de esto, él o ella nunca puede entender el cuerpo y el espíritu de la otra persona.  Un gurú es alguien que intenta enseñar posturas que ayuden al estudiante.  Si continúas dando charlas sin experimentar, es imposible guiar a nadie hacia el yoga.  Todo el mundo tiene que experimentar la postura por sí mismo, lo cual será una experiencia diferente a la de su gurú.  El método es el mismo, pero la experiencia que cada cual necesita requiere de cierta apreciación e inteligencia.

El yoga es un proceso natural, pero tienes que entender cómo ocurre el yoga.  Si mantienes cierta actitud y disciplina, devoción y dedicación, entonces los cambios ocurrirán.  La transformación se vuelve espiritual, tu mente y todo gira hacia la divinidad.  Puedes empezar a mirarte a ti mismo.  Puedes continuar en una búsqueda de auto-realización y evitar ciertas cosas que perturben tu mente y no te permitan crecer espiritualmente.  Si tienes el deseo de aprender sobre espiritualidad, entonces adopta un método y la experiencia fluirá de modo natural.  Para eso necesitas un método.  Nadie puede imponerlo sobre ti o forzarte a que lo hagas.

En vez de esforzarse en hacer el pino, los estudiantes deberían trabajar en los cimientos del yoga, los yamas y los niyamas.  En lugar de hacer acrobacias, tienen que buscar esta consciencia elevada y fortalecerla en su interior.  Para practicar yoga, en primer lugar tenemos que entender y corregir nuestras bases.  Para fortalecer nuestras bases, debemos adoptar un método.  Asana es un camino para fortalecer nuestros cimientos y nos conducirán hacia la espiritualidad y a un nivel superior en nuestra práctica.  Pero en lo que respecta al asana, deberías hacerlo con astucia, con consciencia, y no sólo pensando intelectualmente o imitando la experiencia de otros.

Cuando las bases son correctas y fuertes, el yoga ocurre de manera natural.  Si intentas hacerlo a la fuerza, intentando replicar la manera o enfoque de otra gente, nunca ocurrirá.  No puedes desear que el yoga suceda.  Es un proceso natural.  Cuando adoptas un método, sólo entonces puedes experimentar ciertas cosas que no has experimentado en tu interior.  Experimentas algo que te hace sentir la dicha y eso sólo ocurre naturalmente.

Puedes descubrir y entender muchas cosas a través de la práctica de asanas cuando la haces con consciencia.  Pero hacerla una y otra y otra vez, y hacerla demasiado, dañará tus sentidos y tu cuerpo.  Te castigará con muchas lesiones.  Estas cosas ocurren si no lo haces de la manera adecuada.